Pertenecer o no pertenecer. La sociedad argentina se caracterizó durante décadas por su amplia clase media, con niveles de ingresos y educativos que la distinguían de sus vecinos de América Latina. Una característica y una aspiración que forma parte del ADN colectivo y que no se pierde a pesar de las sucesivas crisis económicas. Sin embargo, algunas cosas están cambiando: en los últimos años, cada vez menos argentinos se perciben como parte de este segmento social.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal) mide el porcentaje de personas de cada país de la región que se consideran a sí mismas como parte de la clase media. Durante varios años, el porcentaje más alto correspondió a la Argentina. Pero los datos más recientes del organismo —relevados en el Latinobarómetro— muestran que la autoidentificación de los argentinos como clase media fue en baja. El porcentaje pasó del 86% en 2011 a 73,9% en 2018. Hay números más altos en la región en Chile, Costa Rica, Ecuador y Uruguay.
La autoidentificación de los argentinos como clase media fue en baja. El porcentaje pasó del 86% en 2011 a 73,9% en 2018
Pero hay que diferenciar números de sensaciones. En la comparación regional, la Argentina sigue siendo uno de los países menos desiguales de la región. “En general, se puede argumentar que en los países con menores niveles de desigualdad social y de pobreza, mayor es el autorreconocimiento en la clase media. La Argentina sigue siendo uno de los países con los menores niveles de desigualdad del ingreso medida por el coeficiente de Gini, así como con los menores niveles de pobreza”, explicó Simone Cecchini, oficial a cargo de la División de Desarrollo Social de la Cepal consultado por Infobae.
¿Qué requisitos se deben tener hoy para poder considerarse efectivamente de clase media? En la Argentina, el Indec mide los niveles de ingresos pero no realiza clasificaciones de la población según su clase social. Para la Cepal, en tanto, los estratos de ingresos medios son definidos como aquellos cuyos ingresos per capita varían entre 1,8 veces y 10 veces la línea de pobreza.
En el caso de la Argentina, donde la línea de pobreza está determinada en $12.608,52, el segmento medio estaría conformado por personas con un ingresos per capita entre $22.695 y $126.085. Dentro de ese total, se puede distinguir tres niveles: un estrato medio-bajo, con ingresos per capita de $22.695 a $37.825; un estrato medio-intermedio, de $37.825 a $75.651; y medio-alto, de $75.651 a $126.085.
Esta clasificación es aproximada ya que la línea de pobreza corresponde a un varón adulto, de 30 a 60 años (los valores de cada persona varían de acuerdo a su edad y sexo), mientras que los ingresos per capita valen igual para todas las personas.
Con todo, los especialistas aseguran que el nivel de ingreso de las familias no es la única variable que se debe tener en cuenta para determinar si se pertenece o no a una clase social. “El ingreso, si bien termina siendo el criterio más utilizado para los análisis estadísticos, es un criterio insuficiente para definir a la clase media. Ciertamente el perfil ocupacional de los adultos en edad de trabajar así como los niveles educativos de todos los miembros de una familia son elementos clave para definir pertenencia a la clase media, junto también a las orientaciones culturales y sociopolíticas”, amplió Cecchini.
Es entonces cuando entran a formar parte de la pertenencia a la clase media otros factores, especialmente el nivel educativo y los consumos. ¿Y cómo quedó afectada esta clase social luego de varios años de pérdida de poder adquistivo? “La clase media quedó con una una herida económica, que también es una herida narcisista y simbólica. El proceso de cicatrización va a pasar por cómo se recuperan esos consumos que se perdieron”, destacó Guillermo Oliveto, titular de la consultora W, especializada en consumo.
Durante los últimos años, las familias de clase media mantuvieron su categoría, pero debieron recortar sus consumos; y en su búsqueda de optimizar su poder adquisitivo, abrieron la puerta a otras alternativas, como las segundas marcas. Pero según Oliveto, también hubo cambios en la “estructura del deseo”, donde el deseo aspiracional pasa más por la tecnología, la conectividad, el entretenimiento y los viajes que por otros consumos más característicos de otra época (autos, artículos de lujo o ropa).
“Esta es una novedad propia de la época. Si hay una recuperación, ahora vamos a ver una tensión en la clase media, que si recupera dinero, poder adquisitivo, podrá destinarlo al deseo más tradicional o el deseo nuevo. Hay que ver cómo se va articulando eso, porque el dinero no está todavía en la calle”, señaló Oliveto.
El futuro del consumo de la clase media dependerá de tres factores: si hay o no una recuperación, el nivel de dinero disponible y los nuevos aspiracionales
De acuerdo con su visión, el futuro del consumo de la clase media dependerá de tres factores: si hay o no una recuperación, el nivel de dinero que estará disponible para el consumo y el deseo de nuevos aspiracionales que antes no existían.
Más allá del anhelo de volver a contar con el poder adquistitivo que se perdió perdió, en el caso de una recuperación, el margen de dinero disponible para el consumo estará más restringido con respecto a otras épocas y es muy probable que las conductas más austeras o reflexivas se mantengan. “La mentalidad del consumidor más sensato y austero, que hizo una autocrítica también de cómo compraba antes de la crisis, llegó para quedarse. Hoy, con las tarifas congeladas, transporte y servicios se lleva gran parte del gasto promedio de los hogares, algo que antes no pasa”, señaló Oliveto.
Las distintas mediciones según los ingresos
El Indec no publica una clasificación de la población basada en criterios de clases sociales. Los indicadores sobre ingreso, características del hogar o nivel de educación que releva el organismo de estadísticas no se presentan con una clasificación de estratificación social. Sin embargo, presenta regularmente cuadros con la distribución del ingreso en las personas según el ingreso per capita familiar de sus hogares divididos en 10 segmentos, cada uno corresponde al 10% de la población.
Si se toman los cuatro primeros segmentos —el 40% más bajo de la pirámide—, el ingreso promedio es de $5.663. El segmento siguiente, que correspondería a los sectores medios, tiene ingresos promedio de $15.083, que van de $10.871 a $20.189. Finalmente, en el grupo del 20% más alto, los ingresos promedio son de $41.363, y van desde $27.686 a $55.042.
El ingreso, si bien termina siendo el criterio más utilizado para los análisis estadísticos, es un criterio insuficiente para definir a la clase media
Según detallaron desde el organismo de estadísticas, la clasificación por segmentos varía porque no hay una sola línea de pobreza para cada hogar, si no que va cambiando según su composición en términos de edad y de sexo.
Si se toman distintos tipos de hogares, los niveles de ingreso que deben considerarse para hablar de pertenencia a un segmento de clase media cambian. Aquí algunos casos:
El primero de tres integrantes, compuesto por una mujer de 35 años, su hijo de 18 años y su madre de 61 años. Los ingresos medios van de $18.610 a $103.390.
El segundo, de cuatro integrantes, un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un hijo de 6 años y una hija de 8 años. Los ingresos medios van de $17.532 a $97.401
El tercero, de cinco integrantes, constituido por un varón y una mujer, ambos de 30 años, y tres hijos de 5, 3 y 1 año. Los ingresos medios van de $14.752 a $81.955.
En el Panorama social de América Latina 2019, los expertos de la Cepal hicieron un ejercicio para ver cuál había sido la evolución de los estratos de ingresos medios en la región (ingresos per capita entre 1,8 veces y 10 veces la línea de pobreza). “En América Latina aumentaron del 26,7% en 2002 a 36,6% en 2008 a 41,1% en 2017. O sea, continuaron en expansión en la última década. En la Argentina la tendencia también fue al alza, pasando de 29,4% en 2003 a 47,2% en 2008 y 58,5% en 2017. Se observó también que los estratos de ingresos medios argentinos son más amplios que en el promedio regional”, destacó Cecchini.
Pero advirtió que los estratos de ingresos medios es que no son uniformes: “En el Panorama social también distinguimos entre estratos medio-bajos (con ingresos per capita de 1,8 a 3 líneas de pobreza), medio-intermedios (de 3 a 6 líneas de pobreza) y medio altos (de 6 a 10 líneas de pobreza. Fueron los primeros y los segundos los que más crecieron”, aclaró. En la Argentina, los estratos medio bajos crecieron de 23% a 28,8% y los medios intermedios de 19,4% a 23,5% entre 2008 y 2017. En el mismo período los estratos de ingresos medio altos solo subieron de 4,8% a 6,2 por ciento", detalló.
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