A fuerza de devaluaciones y crisis económicas, la obsesión de los argentinos por ahorrar en dólares nunca pierde vigencia como forma efectiva de proteger los ingresos. Para comprobar cuál es el valor que se da a la posibilidad de atesorar billetes de la moneda estadounidense basta con leer la larga lista de consejos que recibió una empleada de una pizzería, luego de postear en la red social Twitter que, por primera vez, había recibido un dólar de propina.
“No sé si cambiarlo o meterlo en un plazo fijo”, se preguntó. ¿Qué le respondieron? Primero la felicitaron por su “primer dólar solidario”. Luego, la mayoría le aconsejó que lo conserve y “nunca lo deje ir”. Otros, con humor, le auguraron un gran poder de compra en el caso de que lo guarde por un tiempo:
- Con eso te podés comprar una casa en Nordelta de una habitación, medio pelo.
- Esperate a fin de este 2020, y te comprás un hotel entero, 5 estrellas, todo amoblado... en una subasta de emergencia por cierre y escape del dueño original.
- $83 de propina. Mañana serán $200.
¡Cambiarlo jamás! ¿por qué lo cambiarías? ¿por dinero de mentira?
- Al paso que vamos te comprarás con él tu propia pizzería.
- Guardalo en tu billetera, capaz dentro de poco podés comprarte medio Chaco.
- Aferrate a él y nunca lo dejes ir.
- Latita alcancía debajo del colchón. Nunca falla.
- Mejor guardalo. Seguro en los siguientes meses valga más de 100 “pesito”
- ¡Cambiarlo jamás! ¿por qué lo cambiarías? ¿por dinero de mentira?
¿Cuándo empezaron los argentinos a ahorrar en dólares? Muchos economistas coinciden en poner como uno de los momentos clave “el Rodrigazo” en el año 1975 cuando el ministro de Economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo, devaluó el peso y como consecuencia se duplicaron los precios y el valor del dólar. La flexibilización de los controles a la compra de dólares en los años siguientes y los altos niveles de inflación que se dieron, con el pico en la hiperinflación de la época de Raúl Alfonsín, acrecentaron la necesidad de atesorar moneda estadounidense.
Por eso, ya son varias las generaciones de argentinos que vieron sus ahorros destruidos por las devaluaciones y el aumento de los precios y que sienten que el único refugio es el dólar. Según datos de la Reserva de Federal de los Estados Unidos, se estimaba que en 2012 el 20% de los billetes de dólares en circulación fuera de ese país se encontraba en la Argentina. El año pasado, luego de las elecciones primarias (PASO), la cantidad de argentinos que concurrió a las sucursales bancarias para retirar sus depósitos en dólares se reflejó en largas colas en las entidades pero también en el envío de aviones que traían cantidades inusuales de dólares en billetes.
A fines del año pasado, la situación llegó al punto de que los bancos comerciales tuvieron que importar dólares (los billetes en papel) desde otros bancos de los Estados Unidos —de Dallas, Miami y Nueva York— para hacer frente a la demanda de clientes que retiran sus depósitos. Mientras que el propio Banco Central tuvo que traer un refuerzo desde la Reserva Federal de los Estados Unidos.
A diferencia de lo que pasa en otros países de América Latina, donde solo las clases más altas son las que compran dólares para atesorar, en la Argentina la adquisición de dólares como forma de ahorro es muy importante entre las familias de clase media. También es uno de los pocos países donde se utiliza como única moneda para las compras inmobiliarias, algo que surgió a fines de la década del 70, en plena dictadura militar y tiempos de la “plata dulce".
La falta de confianza en la moneda es comprensible. El peso perdió alrededor del 37% de su valor frente al dólar durante 2019. Un dólar cotiza hoy a $82,23: los $63,25 del valor oficial más el 30% de impuesto al momento de su compra. Hace un año, la cotización era de $39,30.
Ahora, a la larga lista de dólares con distintos valores que circulan en la Argentina (dólar solidario, dólar tarjeta, dólar Bolsa, dólar libre), ¿se sumará también el “dólar propina”?
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