El examen de hoy será el primero de una serie que termina a fin de abril. En ese lapso vencen $500 mil millones en bonos. La primera experiencia con el bono dual -un título emitido en pesos pero que indexa por el dólar- fue desalentadora.
Los bonistas tomaron apenas 10% de los títulos que se ofrecieron el lunes pasado, porque no quieren saber más nada de empapelar sus carteras con bonos en moneda local. Ellos quieren cobrar el dual 2020 que tiene vencimientos por $105 mil millones, de los cuales la licitación de la semana pasada aportó poco más de $ 10 mil millones.
El Gobierno sobrestimó la calificación a su gestión económica y creyó que los inversores iban a adherir a una propuesta con menos tasa y quita en el capital. Al ver el fracaso, para la licitación de mañana mejoraron la oferta y quitaron del léxico del comunicado oficial la palabra “quita”.
Para tener una idea de lo que significaría que los ahorristas opten por cobrar el dual y no aceptar un bono en canje, la emisión significará 6% de la base monetaria. En otras palabras, en un día se emitirá un monto de pesos equivalente a lo que se lleva emitido en los últimos tres meses.
Esa emisión afectará a todos los bonistas porque los que estén en pesos verán disminuidos el cobro de sus bonos si no se pasan rápidamente a dólares.
Además, emitir tantos pesos no solo provocarán una disparada de precios y suba del dólar, sino una fuerte caída del salario real y de la actividad económica.
Ni que hablar del ajuste que habría que hacer en los próximos meses a medida que vayan venciendo el resto de los bonos en pesos. Obligaría al Gobierno a un ajuste como el que hizo Guido Sandleris avalado por Mauricio Macri que fue un sacrificio brutal de los ingresos de la clase media, sin lograr un resultado que lo justifiquen.
Para este Gobierno el golpe psicológico sería peor porque cambiaría su idea de la campaña de “poner dinero en el bolsillo de la gente” a quitarle dinero porque debería subir los encajes, las tasas de interés, y salir a secar la plaza de pesos. Pero no solo estaría en la trampa que padeció Macri, sino que llegaría en desventaja a negociar el refinanciamiento de la deuda nacional en dólares porque serían jugadores de pocker con escasas fichas frente a tenedores de bonos que impacientemente esperan una propuesta lógica.
Por supuesto que con un escenario como el que produciría una descontrolada emisión de pesos -que pese a todo es mejor que el reperfilamiento de la deuda- las exigencias para asegurarse el cobro de los bonos será mayor y habrá que ver si aceptan los años de gracia o fuertes quitas de capital o bajas significativas de las tasas de interés.
La parálisis de la Argentina acabaría con la buena voluntad de los acreedores, si algo de esa virtud les queda.
Pero una mejora en la licitación del lunes sería el efecto opuesto y podría provocar una reanimación de la economía. Si el Gobierno logra colocar una buena parte de los tres nuevos bonos que ofrece y baja el nivel de emisión de pesos a la mitad, podría haber chances de un futuro financiero algo más tranquilo y de un mercado interno que tenga alguna reactivación.
Por lo pronto hay señales positivas porque el viernes los bonos en pesos subieron, mientras que los títulos en dólares no tuvieron una tendencia definida y los dólares alternativos estuvieron quietos.
Es que saben que si hay una gran emisión pierden todos y es probable que los inversores institucionales que tienen una gran cantidad de bonos en sus carteras no quieran afrontar semejantes pérdidas y mejoren sus posturas en la licitación para impedir que los títulos pierdan valor. En otras palabras, preferirían un canje de bonos antes que asumir una enorme pérdida financiera a futuro.
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