En sus conversaciones con acreedores para intentar llegar a una oferta que sea aceptada por una mayoría suficiente como para alcanzar la fecha límite del 31 de marzo sin caer en default ni en largos litigios, el ministro de Economía Martín Guzmán va a tener que tratar con viejos conocidos de sus antecesores en el cargo. Y también con Fidelity, el fondo que tantos dolores de cabeza le trajo al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Pero en el mercado advierten que la atomización es mucha y que el Gobierno va a tener que cuidarse de los grupos de acreedores minoristas que se formen para tratar de frenar propuestas que consideren agresivas.
El stock de deuda argentina llegó a fin de diciembre de 2019 a más de USD 323.000 millones en total, aunque distribuida en distintos tipos de acreedores. Si a esa cifra se le resta los tenedores públicos -como por ejemplo la Anses-, con los que es prácticamente nula la necesidad de negociar, y los organismos internacionales -que corre por carriles aparte- la deuda con acreedores privados se reduce a cerca de USD 120.000 millones, de los cuales en septiembre pasado el 78% era deuda en moneda extranjera.
Según un relevamiento de Criteria, los fondos mutuos extranjeros tienen entre todos unos USD 25.000 millones. Pimco, Franklin Templeton, Blackrock y Fidelity son los que mayores montos de bonos argentinos tienen en sus manos.
El rol de los inversores institucionales locales, fondos comunes de inversión y compañías de seguros, es menor. El mismo relevamiento de Criteria estima en USD 1.000 millones todas sus tenencias. Schroders, Consultatio y Delta son los fondos con más papeles de deuda soberana, estimó el informe.
Los principales tenedores de deuda argentina van a tener que estar en la mente de Guzmán, pero el universo de acreedores no se termina en ellos.
“Cerca de 40 tenedores diferentes componen poco menos que un cuarto del total de deuda en poder de privados. A diferencia de otras experiencias de reestructuración –como en el caso ucraniano en 2015- la deuda argentina está muy atomizada entre diferentes fondos globales, lo que de por sí complejiza el proceso de negociación”, dijo Nicolás Max, director de asset management de Criteria.
De los USD 323.000 millones de stock de deuda argentina, unos USD 120.000 millones están en manos de acreedores privados
El riesgo de la experiencia bonaerense, en la que un fondo con más del 25% de la emisión se negó a aceptar la propuesta de Kicillof e impidió así que la solicitud del gobernador alcanzara el 75% de adhesión necesaria para postergar el pago de un bono por USD 250 millones, existe también en el caso de la renegociación nacional. Sobre todo cuando se empiecen a analizar las tenencias bono por bono. Pero, entienden analistas, en el caso nacional ese riesgo es menor.
“El riesgo de capacidad de bloqueo es real, aunque menor que con la deuda provincial. Son más grandes los fondos emitidos y eso hace más difícil bloquear. Es más fácil conseguir el 25% de un bono que se emitió por USD 750 millones que de otro por el que se emitieron USD 3.000 millones. Igual el antecedente es para tener en cuenta, yo creo que Fidelity accionó en la provincia de Buenos Aires pensando en el resto de sus tenencias y en la renegociación con la Nación”, agregó Max.
Sin embargo, no sólo los fondos individuales son un riesgo para alcanzar un acuerdo. La conformación de grupos de acreedores, como el que tiene a UBS Securities y Mens Sana Asesores como representantes o el que lidera Dennis Hranitzky, un ex abogado del fondo Elliot que le ganó un juicio a la Argentina por el anterior canje de deuda.
El riesgo de capacidad de bloqueo es real, aunque menor que con la deuda provincial. Son más grandes los fondos emitidos y eso hace más difícil bloquear. Es más fácil conseguir el 25% de un bono que se emitió por USD 750 millones que de otro por el que se emitieron USD 3.000 millones
“Hoy la clave en mi opinión pasa por hacer una reestructuración título por título. Al precio al que cotizan en el mercado, cualquier inversor con USD 100 millones puede sumar el 25% del bono Par y bloquear un acuerdo, además de que es un bono que ya viene de una quita del canje anterior. En cambio con bonos más grandes ese problema no está”, dijo Pablo Giancaterino, abogado del Estudio Díaz, Reus LLP que ya representó a bonistas en los juicios posteriores al canje de 2005.
“El antecedente de la provincia de Buenos Aires tiene un aspecto positivo y es que fue transparente, no se hizo acuerdos antes con fondos que juntaron bonos baratos para entrar al canje, quizás fue algo ingenuo pensar que se podía juntar voluntades tan rápido. Yo creo que si hay una buena oferta, o sea una oferta que a valor presente esté por encima de los pisos de precio que tocó cada bono, no va a haber litigiosidad. Ahora, si la oferta es global -para todos lo mismo- o agresiva los bonistas van a tender a agruparse y ahí bloquear va a ser más fácil", agregó.
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