Presidente del Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional (CIGI), un think tank con sede en Canadá del cual Martín Guzmán es “Senior Fellow” y donde publicó varios papers y artículos, Rohinton Medhora es además miembro de la Comisión para la Transformación Económica Global y uno de los directores del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico (INET), donde comparte espacio e ideas con Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 y mentor académico del ministro argentino. De hecho, conocedores de la trastienda del Foro de este miércoles en el Vaticano dijeron que Medhora fue invitado por sugerencia de Stiglitz y Guzmán. Desde Ontario, respondió por escrito a la consulta de Infobae.
-¿Cuáles son sus expectativas del foro en el Vaticano sobre inclusión, integración e innovación?
-Estoy impresionado por lo bien pensado y organizado de este encuentro. Cubre un amplio rango de temas, algunos tradicionales, como de qué modo tratar la desigualdad, pero también temas nuevos o bajo un nuevo enfoque, como Propiedad Intelectual, Big Data y Nuevas Tecnologías. Se basa en una tradición del papado, pero es parte de una iniciativa más amplia del Papa Francisco para incluir más explícitamente consideraciones de justicia social en las cuestiones económicas internacionales. La lista de participantes es poderosa intelectualmente, con participantes como Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, y en términos de la influencia que detentan, como la directora del FMI y su Santidad. Es un evento de un día, pero pondrá temas sobre la mesa en un marco no muy tradicional, al menos para los temas económicos globales. Aún si es solo un día, no está mal forzar a todos a pensar cómo podemos hacer el sistema económico internacional más justo y equitativo y no poner en riesgo la riqueza que crea. Necesitamos objetivos de desarrollo sostenibles y equitativos.
-Tanto en el Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional (en inglés, CIGI) como en el Instituto para un Nuevo Pensamiento Económico (INET), usted ha sido un crítico del funcionamiento de la economía global. ¿Cuáles son en su opinión los principales problemas e ideas para resolverlos?
-Los principales arreglos institucionales del sistema económico global fueron debatidos y adoptados en la conferencia de 1944 en Bretton Woods. Desde entonces ha habido muchos cambios: en 1995 la OMC se convirtió en una organización plena y tras la crisis financiera de 2007/08 se implementaron reglas para fortalecer el sistema financiero. Pero las instituciones han sido lentas en responder y típicamente los cambios importantes fueron después de una crisis. Fallaron en la previsión y después lidiaron imperfectamente con las crisis. La arquitectura económica no ha ido a la par de los cambios globales. Yo destacaría dos ejemplos: el cambio climático y la emergencia de una economía digital a partir de datos. No tenemos las instituciones, siquiera imperfectas, para afrontar estos nuevos desafíos.
-Hasta hace semanas había mucha preocupación por la tensión entre EEUU y China. ¿Cuál es su visión sobre el acuerdo “de fase uno” que alcanzaron? ¿Evitó una guerra comercial o más bien socava el sistema de de comercio multilateral?
-El acuerdo no pone fin a las guerras comerciales, pero sí el socava el sistema multilateral. Al cabo de las tensiones y el acuerdo, dos tercios de las importaciones de EEUU desde China pagan un arancel promedio de 19%, contra 3% antes de que se iniciara el conflicto. Y la mitad de las importaciones de China desde EEUU pagarán un arancel promedio de 21%, contra 8% antes del conflicto. Y esta es, en adelante, la base de las discusiones. Este es un conflicto que trató temas viejos -comercio en bienes e inversiones- con herramientas viejas: aranceles y retórica. Estamos lejos de que este acuerdo sea la base del multilateralismo moderno que necesitamos.
-¿Cómo calificaría el manejo de los problemas globales por parte del FMI y el G20 en los últimos años, en especial después de la crisis financiera de 2008?
-El G20 está a la deriva. Evitó lo peor; el sistema no colapsó, se evitó una guerra comercial global y se creó el Foro (luego Consejo) de Estabilidad Financiera. Pero fue demasiado poco, demasiado tarde y la cuestión no es si habrá, sino cuándo será la próxima crisis financiera. Y cuando llegue los gobiernos tendrán menos espacio fiscal de maniobra; muchos aún están endeudados por los estímulos monetarios y fiscales de la última. Vivimos una era con poco apetito por la cooperación. Antes que ver a China como parte de la solución a la gobernanza global, muchos países lo ven como un adversario. No es una forma saludable de evitar o afrontar una crisis. Pero el G20 es el único mecanismo real disponible. Tiene la ventaja de ser eficiente, por tener pocos miembros, a diferencia de la ONU, y equitativo, porque cubre un rango amplio de países y sistemas. No tengo mucha esperanza en el G20 bajo la presidencia de Arabia pero creo que la India, que la seguirá, volverá el G20 efectivo. En cuanto al FMI, su directorio no representa el actual poder global y si bien en los últimos años dio grandes pasos al abordar temas como desigualdad, género y cambio climático, todavía es un bastión de la ortodoxia, porque refleja a sus grandes accionistas.
-El propio FMI ha reconocido el problema de la explosión de deuda soberana. ¿Es un tema de la agenda global? ¿El encuentro en Roma aportará algunas ideas sobre cómo manejar el problema?
-El trato de las deudas soberanas es una vieja línea de falla de la gobernanza global. Remite a la discusión en Bretton Woods sobre como compartir cargas entre deudores y acreedores. Keynes propuso crear una divisa global, el Bancor, que hubiera obligado a ajustarse también a los acreedores. Harry Dexter White, el enviado de EEUU, impuso un sistema más tradicional: ajuste del deudor. Pero aparte de negociarse créditos del Fondo a cambio de restructuraciones caso-por-caso, no hay un proceso sistémico transparente para las crisis de deuda soberana. Cada tanto el FMI trató de asumir ese rol, pero fue rechazado por ser juez, jurado y ejecutante. El manejo de la deuda soberana debería ser parte de la agenda de gobernanza global, pero desafortunadamente no lo es. A más de diez años de la última gran crisis, vamos viendo sobre la marcha. Se presentaron buenas propuestas, incluso de mi organización, el CIGI, para crear un procedimiento. El Foro en el Vaticano seguramente incluirá ese tema, pero no necesitamos más propuestas: ya las hay y se conocen. Se necesita avanzar.
-Usted tiene una relación personal y profesional con Joseph Stiglitz y Martín Guzmán. ¿Qué expectativas tiene de la gestión del ministro argentino?
-Conozco a Martín hace muchos años. Es una persona muy reflexiva y un muy buen economista. No hubiera formado parte del grupo de investigación de Stiglitz si no lo fuera. Su trabajo en el CIGI fue precisamente encontrar mejores formas de evaluar una deuda soberana y medir la capacidad de pago de un país. Tener un ministro tecnocrático, pragmático y altamente creíble como economista y como persona solo puede ser bueno para la cartera de temas y para este momento de la Argentina.
-¿Cuál cree que será la posición de Canadá en el FMI ante el pedido de la Argentina de posponer algunos años el período de pago de su deuda con el organismo?
-No tengo conocimiento de insider sobre la posición de Canadá en este tema. Históricamente, en el Fondo Canadá siempre adoptó una posición intermedia antes que dogmática en cuestiones de alivio o prórroga de deuda y no creo que esta vez sea diferente. Así que esperaría -otra vez, basado en la historia- que Canadá se apoyará en el análisis del staff del Fondo y otros análisis independientes antes de adoptar una posición.
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