Los subsidios a la producción de gas no convencional en el área de Vaca Muerta fueron de $23.616,3 millones en los primeros once meses de 2019, con un incremento interanual del 548,1%. Semejante incremento desentona con el resto de los sectores económicos, a los que el Estado nacional realizó transferencias que aumentaron sólo un 10% respecto del mismo período de 2018.
Los datos aportados por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financieras Pública (ASAP) dan cuenta de la notoria suba de las compensaciones a la producción de gas no convencional establecidas en la resolución 46 de 2017 del entonces ministro de Energía y Minería Juan José Aranguren y que, si se cumplen con las previsiones, cerrarían el año con un total de $23.864,4 millones, equivalentes al 25% de todo el déficit primario de 2019, es decir 1 de cada 4 pesos del rojo fiscal sin computar los servicios de deuda.
De todos modos, es probable que esa suma sea sobrepasada, ya que implicaría un aporte de solamente $648,1 millones para diciembre, la tercera parte del promedio mensual de $2.110 millones y nueve veces menos que los $5.683 millones de noviembre.
La resolución 46/17 que creó el “Programa de estímulo a las inversiones en desarrollos de producción de gas natural proveniente de reservorios no convencionales”, destinada a impulsar la explotación del fluido en la Cuenca Neuquina y en especial en los yacimientos del área de Vaca Muerta, fue considerada “un despropósito” por Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y actual presidente del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi (IAE Mosconi), en razón de que la actividad “jamás ha dado pérdidas en la Argentina”.
“Los subsidios desbalancean la hacienda pública, porque no tienen una contrapartida de ingresos. Salen de Rentas Generales, que todos sabemos que están en déficit. Es un tema que habrá que resolver cuanto antes”, señala Lapeña, en un dilema al que el gobierno tendrá que encontrarle una respuesta, entre las tensiones por lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos, alcanzar el superávit de la balanza energética, impulsar el desarrollo económico y social en Neuquén y, por otro lado, presentar un programa fiscal consistente a los acreedores privados y al Fondo Monetario Internacional (FMI) en el marco de la propuesta de renegociación de la deuda.
Lapeña precisó que “los subsidios desbalancean la hacienda pública. Salen de Rentas Generales, que todos sabemos que están en déficit. Es un tema que habrá que resolver cuanto antes”
En la presentación de su último informe sobre subsidios económicos, la ASAP explicó que “el régimen prevé un incentivo en dólares a la producción certificada por la Secretaría de Energía y el ENARGAS”.
Más allá del propósito original de la medida, sus efectos fiscales son una preocupación para la Secretaría de Hacienda, debido a que los subsidios aumentan a medida que se incrementa la producción pero también al compás de la devaluación de la moneda, y cuando se combinan las dos variantes, sucede lo que describe la ASAP:
* El total de subsidios a sectores económicos fue hasta noviembre de 2019 de $305.472,5 millones, con un incremento nominal del 17,5%, tres veces menos que la inflación.
* Si se excluyen los giros al incentivo a la producción de gas en Vaca Muerta, el incremento se reduce al 10%, menos de cinco veces la inflación general acumulada en el mismo período.
* Los subsidios a la producción de gas no convencional de Vaca Muerta dispuestos en la resolución 46/17 fueron de $23.216,3 millones, con un suba interanual del 548,1%, diez veces mayor a la inflación.
La indefinición sobre el Presupuesto 2020 suma más interrogantes sobre lo que ocurrirá este año con los subsidios a Vaca Muerta, que en el proyecto de ley que había presentado el ex ministro Hernán Lacunza estaban fijados en $34.062,9 millones
Pero además, la indefinición sobre cuál será el Presupuesto para 2020 suma más interrogantes sobre lo que ocurrirá este año. El proyecto de ley que presentara en septiembre del año pasado el ex ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, marcaba una previsión de subsidios para el gas de Vaca Muerta de $34.062,9 millones, unos USD 540 millones al tipo de cambio oficial.
La prórroga del Presupuesto del año pasado no es una referencia válida en este aspecto, toda vez que la paridad cambiaria es diferente y los niveles de producción crecen mucho más que los del gas convencional, además de una constante de los últimos quince años: nunca las proyecciones presupuestarias de los subsidios se correspondieron con los finalmente ejecutados, tanto por la inflación, las devaluaciones o los cambios sobre la marcha de las políticas económicas.
Al respecto, según el IAEM en el acumulado de doce meses a noviembre de 2019 la producción de gas convencional tuvo una caída del 7,2% contra un aumento del 29,4% del no convencional de Vaca Muerta. Y en caso específico de noviembre, el 5,5% de aumento interanual de la producción total es 16 veces menor al 85,9% que en el mismo lapso tuvo el gas no convencional del área ubicada en la provincia de Neuquén.
“Vaca Muerta en particular y los subsidios en general constituyen una papa caliente de lo que es una política energética”, planteó Lapeña a Infobae, para advertir al respecto que “el presidente Alberto Fernández tendrá que definirse” sobre el tema, ya que la resolución de Aranguren tiene fecha de vencimiento el 31 de diciembre de 2021. En consecuencia, “sabemos que el futuro de Vaca Muerta es un futuro sin subsidios, a menos que prorroguen la resolución”, sostuvo.
El ex secretario de Energía cuestionó por igual a los ex presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, quienes depositaron “una esperanza” en el gas de Vaca Muerta, “pero la realidad muestra que, más que una esperanza, es una piedra en el zapato, con conflictos y más de 2.000 trabajadores despedidos”.
"El gas de Vaca Muerta se produce con anabólicos y aún con esa ayuda no podrá competir en un mercado de gas como el actual. El mundo está lleno de gas convencional mucho más barato y la Argentina pretende impactar en el mercado en el segmento más costoso”, sostuvo Lapeña
“Aparecen nubarrones muy grandes y si Fernández juega todas las fichas al gas tendrá una problema mayúsculo”, alertó el exfuncionario, quien sostuvo que “hay que tomar a Vaca Muerta como un proyecto de petróleo y no de gas. Esto implica abandonar la idea del gobierno anterior -y no sé si de este- de hacer un gasoducto que no va a ningún lado, como el Neuquén-Salliqueló”.
En ese sentido, aseguró que “el gas de Vaca Muerta se produce con anabólicos y aun con esa ayuda no podrá competir en un mercado de gas como el actual. El mundo está lleno de gas convencional mucho más barato y la Argentina pretende impactar en el mercado en el segmento más costoso”.
Lapeña indicó que “si el mundo vende gas a USD 1,9 el milón de BTU y en Vaca Muerta lo producimos a 6,7 u 8 dólares, estamos produciendo algo que nunca vamos a poder venderle a nadie. ¿Qué va a pasar en 2022, cuando se termine la vigencia de la resolución 46?”.
La pregunta no solo requiere de una respuesta de la secretaria de Energía sino también de la de Hacienda, en función de una partida de subsidios que crece como ninguna otra y que, por si fuera poco, altera cualquier previsión presupuestaria.
El mejor ejemplo quedó en evidencia el año pasado: con el traspaso de los subsidios de transporte a las provincias más los aumentos de tarifas, el Gobierno nacional consiguió un ahorro de $18.730 millones, pero con los incentivos a la producción de gas no convencional en Vaca Muerta gastó $904 millones más.
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