Las tres concesiones que el gobierno de Alberto Fernández ya le hizo al FMI

Cuáles son las decisiones ya tomadas por la Argentina que evitarán exigencias clásicas como la implementación de reformas estructurales, según banqueros y representantes de fondos de inversión

El presidente Alberto Fernández y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.

Tras una semana intensa en materia de novedades sobre la reestructuración de la deuda, el grado de afinidad alcanzado entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno argentino no sorprendió a los hombres de negocios de Wall Street que escucharon al ministro de Economía, Martín Guzmán, en su paso por Nueva York para disertar en el Council of the Americas.

Pese a la retórica habitual del Gobierno de incluir al Fondo a la hora de repartir culpas por la situación del endeudamiento generada durante la segunda mitad del gobierno de Mauricio Macri, muchos de esos banqueros y representantes de fondos de inversión ven que la administración de Alberto Fernández se cuidó de cumplir con aquello que el Fondo consideraba esencial.

Una reunión secreta realizada en noviembre en Washington entre la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y Guzmán, cuando aún el gabinete no había sido anunciado, convenció a Alberto Fernández de que el joven economista era el indicado para el Palacio de Hacienda. Esa cumbre, en la que conoció a Luis Cubeddu, el jefe de la misión para la Argentina que reemplazó a Roberto Cardarelli, tal vez haya disparado otras decisiones.

El mensaje electoral de “ponerle plata en el bolsillo a la gente” no impidió que el inicio del nuevo gobierno tenga una fuerte impronta de cuidar las cuentas públicas por encima de otros objetivos.

“Con el Fondo va a ser todo más fácil que con nosotros”, explicó un representante de un fondo inversor que, al igual que sus colegas, cerraron la semana viendo que al FMI no le fue tan mal. En Wall Street consideran que el gobierno ya le concedió a Georgieva tres de las cuatro aspiraciones que el FMI tenía con respecto a la Argentina al iniciarse la gestión de Fernández.

1. Sostener el superávit fiscal primario. El cierre fiscal de 2019 arrojó un déficit de 0,44% del PBI, con lo que el saliente gobierno de Cambiemos se retiró cumpliendo con la meta acordada con el FMI de 0,5%. El gobierno no se salió de este esquema, algo innegociable para el FMI. El mensaje electoral de “ponerle plata en el bolsillo a la gente” no impidió que la llegada a la gestión tenga una fuerte impronta de cuidar las cuentas públicas por encima de otros objetivos. La Ley de “Solidaridad Social y Reactivación Productiva” y otros medidas del desembarco del Gobierno empujaron sin pruritos la carga impositiva: retenciones a los exportadores, suba de Bienes Personales, habilitación para que las provincias no bajen Ingresos Brutos y el impuesto PAIS. para gravar la compra de dólares y el turismo.

También se habilitó un incremento salarial discreto, a cuenta de futuros aumentos. Y como frutilla del postre, se eliminó la fórmula de movilidad jubilatoria, priorizando los buenos números fiscales a que las jubilaciones no pierdan frente a la inflación, un reiterado reclamo durante el macrismo.

El ministro Guzmán no entusiasmó a los acreedores en su visita a Nueva York.

2. Establecer una quita para los acreedores privados. Si bien no hay detalles sobre el contenido de la oferta que el Ministerio de Economía presentará en marzo a los acreedores, éstos dan por sentado que habrá una quita de capital no menor al 40%. El precio de los bonos argentinos así lo demuestra. Y no ocultan su recelo al respecto: entienden que el Fondo auspicia una quita a los tenedores privados de deuda con el mayor margen posible. ¿El motivo? De esa forma, el Fondo se asegura el cobro de sus propias acreencias en el futuro.

3. No pedir los USD 13.000 millones disponibles. La Argentina utilizó USD 44.000 millones del total de USD 57.000 que integraron el acuerdo sellado por el gobierno de Cambiemos en 2018 con el FMI. En los últimos días de noviembre, en una de las escasas medidas económicas que anticipó antes de asumir el cargo, Alberto Fernández avisó que no utilizaría los USD 13.000 millones restantes que se encontraban disponibles. Si bien es claro el beneficio político que le representaba no seguir incrementando la deuda con el Fondo, para el organismo significó no incrementar la peligrosa cuantía del “caso argentino”. El acuerdo sellado por el macrismo bajo la emergencia de 2018 es el más grande en la historia del Fondo y, en su momento, su staff no ocultó sus objeciones sobre la sostenibilidad del mismo.

El pedido de modificar a fondo la legislación laboral o el sistema previsional, por mencionar algunos ejemplos clásicos, no tendrá prioridad entre las exigencias del Fondo hacia el país

Las tres decisiones convenientes para la posición del Fondo tomadas por el Gobierno argentino le permitieron, consideran en Wall Street, tener el margen suficiente para evitar la cuarta medida en esta lista: hacer las reformas estructurales tantas veces pedidas por el FMI. Se trata de un reclamo histórico del Fondo que estuvo presente en las nerviosas negociaciones de 2018. El pedido de modificar a fondo la legislación laboral o el sistema previsional, por mencionar algunos ejemplos clásicos, no tendrá prioridad entre las exigencias del Fondo hacia el país.

Luis Cubeddu, jefe de la misión para la Argentina del FMI

En el exclusivo auditorio que escuchó a Guzmán en el Council of the Americas se mezclaban ejecutivos de fondos de inversión (Darío Lizzano de Poinstate, Francisco Álvarez Demalde de Riverwood, Pablo Goldberg de Blackrock, Mike Mormile de Citadel) con otros de bancos como HSBC, Nomura, Citi o Merrill Lynch. Un asistente estimó a Infobae que en el salón se encontraba representado no menos del 40% de la deuda argentina.

Pocas horas después de ese encuentro, el Gobierno encadenó una reunión entre Guzmán y Cubeddu elogiada por ambos, el anuncio de una cumbre entre el ministro y Georgieva en el Vaticano y de una misión del Fondo a Buenos Aires.

A la decepción de los hombres de negocios en Nueva York por la falta de definiciones del ministro acerca de cómo hará la Argentina para tener sostenibilidad fiscal y volver al camino del crecimiento tal vez se haya sumado otra más: ver que el vínculo con el Fondo, más allá de los discursos, se encamine hacia una senda más sencilla que la propia.

A la decepción de los hombres de negocios en Nueva York por la falta de definiciones del ministro acerca de cómo hará la Argentina para tener sostenibilidad fiscal y volver al camino del crecimiento tal vez se haya sumado otra más: ver que el vínculo con el Fondo, más allá de los discursos, se encamine hacia una senda más sencilla que la propia

Muchos analistas ven que la postura de la directora gerente, Kristalina Georgieva, busca diferenciarse del sesgo de su antecesora, Cristine Lagarde, impulsora del acuerdo otorgado durante el macrismo.

Consideran que la necesidad que tiene el Fondo de limpiar ciertas culpas propias en relación a la Argentina dejará en el camino algunas exigencias que en 2018 parecían inamovibles. Sin necesidad de grandes anuncios, ni de llegar al acuerdo de facilidades extendidas del que tanto se habló el año pasado, el Gobierno argentino ya le dio al Fondo una gran parte de lo que necesitaba.

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