La Argentina cumple un año con una inflación por encima del 50% anual

En los últimos meses la tasa anual volvió a acelerarse. Los analistas no se ponen de acuerdo si 2020 terminará por debajo de 2019. Los factores que presionan sobre la determinación de los precios al consumidor

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El ritmo vertiginoso con el que aumentan los precios desafía las políticas oficiales de estabilización (AFP)
El ritmo vertiginoso con el que aumentan los precios desafía las políticas oficiales de estabilización (AFP)

La inflación es uno de los serios problemas que presenta la economía argentina. Reduce el poder adquisitivo de los ingresos y moviliza el ascenso de la pobreza, mientras que la expectativa de una aceleración del nivel de precios lastra la demanda de moneda doméstica y mina expectativas, con efecto nocivo sobre la inversión y la posibilidad de crecimiento económico.

La Argentina cuenta con una frondosa experiencia inflacionaria y desde febrero de 2019 convive con una tasa superior al 50% anual, una barrera que parece difícil de franquear, al menos en corto plazo.

La política monetaria “dura” encarada por el Banco Central en el período que gobernó el frente Cambiemos no fue eficaz para bajar la inflación o, al menos, no fue suficiente para amortiguar el abrupto ajuste de precios relativos -tarifas, combustibles, dólar-, en un contexto en el que continuó la expansión monetaria, potenciada por la emisión de Letras Lebac.

Con tasas de referencia que llegaron a superar el 80% anual durante el gobierno de Cambiemos, el nivel más alto desde la crisis de 2002, el avance de los precios continuó.

La atención se mantiene en cómo actuará el BCRA con respecto al aumento de la Base Monetaria (Nicolás Chiesa)

Con las rigurosas restricciones sobre el mercado de cambios, las nuevas autoridades del BCRA, encabezadas por Miguel Ángel Pesce, optaron por tomar el camino contrario: el de llevar las tasas del sistema a terreno negativo, con el objetivo de contribuir al impulso de la actividad y a la vez reducir la carga de intereses que paga por los títulos de regulación monetaria.

Pero la expansión del saldo de Leliq más Pases vuelve a ponerle presión a la inflación. Como ocurrió en otros períodos de baja de tasas que no fueron precedidos por una desaceleración de los precios, la inflación anual empezó a crecer desde un piso del 50% anual de octubre 2019.

“Estamos en una situación macro que se llama estanflación, que es recesión más inflación, que es muy difícil de manejar porque son variables que se contraponen. Hay que hacer un programa muy fino, muy detallado, que hasta altura del partido no lo tenemos. Son medidas que van apareciendo a medida que van surgiendo problemas que no han sido detectados”, dijo el analista financiero Luis Palma Cané.

Difícilmente se verá una contracción significativa de la Inflación en los primeros meses del año (Ecolatina)

“En este momento la lucha contra inflación está basada básicamente en reeditar lo que ha fracasado en nuestro país y en todos los países, que es una política de precios máximos. Evidentemente es pan para hoy y hambre para mañana porque lo que va a pasar es que va a haber escasez y un mercado negro obviamente”, refirió Palma Cané.

Baja de tasas en un marco de elevada liquidez

El gobierno de Alberto Fernández enfrenta un duro dilema entre reactivar la economía con el menor costo fiscal posible, dadas las limitaciones que impone la negociación de la deuda, y ponerle freno a una inflación que no cede. Atento a esto, el Central decidió mantener la tasa de Leliq en 50% anual y reabsorber parte de la monumental emisión del último cuatrimestre de 2019, por unos $500.000 millones, que significó una expansión del 40% de la Base Monetaria.

En lo que va de enero, el BCRA aspiró cerca de $200.000 millones de ese excedente, lo que elevó su stock de pasivos remunerados (Leliq más Pases pasivos) a un récord nominal de $1,9 billón, por encima de la Base Monetaria ($1,7 billón).

Así como la demanda de pesos se activa en diciembre y enero, por la necesidad de efectivo por las fiestas de Fin de Año, vacaciones, pago del medio aguinaldo, se revierte en febrero, con el riesgo de un rebrote de la inflación, por el excedente de liquidez, que se puede volcar a consumo, pero a la vez alentar las expectativas de devaluación y el alza de las cotizaciones paralelas del dólar.

El Banco Central efectuó en el lapso de un mes, entre el 19 de diciembre y el 16 de enero, cuatro recortes de la tasa de política monetaria, que descendió así en 13 puntos porcentuales, de 63% al 50% anual para la referencia de las Letras de Liquidez (Leliq). Como esta baja se transmite a la tasa de retorno por colocaciones a plazo fijo, que ahora rondan el 35% anual, quedarse en pesos pierde atractivo para el ahorrista.

Los precios de los bienes son permeables a saltos cambiarios, mientras que los salarios incide en la evolución del costo de los servicios

Nicolás Chiesa, director de Portfolio Personal Inversiones remarcó: “la atención del BCRA -y de los analistas- se mantendrá con lógica en cómo actuará en las próximas semanas la entidad con respecto al aumento de la base monetaria de los últimos meses del año pasado. Recordando que febrero suele ser un mes complejo, y que se buscará básicamente no repetir los mismos errores, que podría llevar a una aceleración de la inflación y la brecha (cambiaria)”.

“Esta política monetaria, quizás más ortodoxa a la esperada, reduce los riesgos que se encuadran en febrero. No obstante, es un tema a seguir de cerca”, agregó Chiesa. El piso actual de 50% anual para la tasa nominal se vuelve negativo con una inflación superior al 4% mensual, mientras que un depositante que recibe un 35% anual alcanza una rentabilidad nula con una inflación mensual cuyo promedio supere el 3 por ciento.

“El BCRA bajó todavía más la tasa de interés llevando prácticamente los retornos reales a terreno negativo, una práctica que en el pasado no colaboró para anclar las expectativas de inflación debido a la dinámica alcista del tipo de cambio libre”, subrayó Nery Persichini, gerente de Inversiones de GMA Capital.

“Con una apuesta, a nuestro criterio, desmedida a los efectos favorables derivados de diversos acuerdos heterodoxos sobre precios, el BCRA decidió que la mejor política monetaria es casi no tener política monetaria. El fracaso de las gestiones previas en domar la inflación -creen las nuevas autoridades- los habilita a tirar por la borda todos los instrumentos que sí tuvieron éxito en el resto del mundo. Especialmente, el control de la emisión monetaria y la tasa de interés real”, advirtió Persichini.

El BCRA tira por la borda instrumentos como el control de la emisión monetaria y la tasa de interés (Nery Persichini)

La pulseada por contener la suba de precios

La pregunta del millón es si Alberto Fernández conseguirá en su primer año de mandato bajar un escalón a la inflación, al umbral del 40%, como evaluó el titular del Indec, Marco Lavagna, o si seguirá en el rango más alto en 28 años, por encima del 50 por ciento.

La pregunta del millón es si Alberto Fernández conseguirá en su primer año de mandato bajar un escalón a la inflación, al umbral del 40%, como evaluó el titular del Indec, Marco Lavagna, o si seguirá en el rango más alto en 28 años, por encima del 50% (Reuters)
La pregunta del millón es si Alberto Fernández conseguirá en su primer año de mandato bajar un escalón a la inflación, al umbral del 40%, como evaluó el titular del Indec, Marco Lavagna, o si seguirá en el rango más alto en 28 años, por encima del 50% (Reuters)

Los funcionarios del área económica confían en que es posible “desindexar” y “desinerciar” la inflación por la mediación oficial para determinar precios clave. Esta estrategia tiene cuatro ejes:

1) Atrasar el dólar respecto de la inflación. En un marco de control de cambios, el dólar mayorista se mantiene en torno a los $60 desde septiembre. Este tipo de cambio es el rector de las operaciones de comercio exterior, por lo tanto su dinámica tiene impacto directo en la inflación núcleo -que no contempla productos estacionales y regulados- y la formación de precios en los bienes transables.

2) Fijar tarifas y regulados. El virtual congelamiento comenzó ya en el segundo semestre del año pasado, cuando el gobierno de Mauricio Macri buscó aliviar el costo de la canasta de consumo de las familias antes de las elecciones. Mantener esta política en 2020 permitirá que los precios regulados de la economía suban a por debajo de la inflación general. Ejemplo de esto fue la orden del presidente Alberto Fernández de retrotraer un aumento de 5% para los combustibles de YPF a fines de diciembre.

3) Ancla salarial. En el marco de una economía en recesión, es probable que los salarios tarden en recuperar la capacidad de compra perdida frente a una inflación minorista de 53,8% de 2019. Desde el sector público, el aumento segmentado para las jubilaciones, que aplana la pirámide de los haberes, también apunta a incrementos por debajo de la inflación. En forma indirecta, la pérdida real de ingresos contribuiría a “desindexar” la economía y moderar el alza de los precios al público, principalmente de los servicios, que evolucionan a la par de los salarios.

El Banco Central debería centrarse en la dinámica de la inflación en vez de estimular la actividad (Grupo SBS)

4) Medidas heterodoxas. El Gobierno avanzó en postulados como el pacto social y los acuerdos de precios. En diciembre se firmó el “Compromiso Argentino de Solidaridad” del que participaron empresarios, sindicatos y movimientos sociales, mientras que en enero se relanzó el programa de Precios Cuidados.

Sin embargo, estas iniciativas oficiales no son garantía plena de una desaceleración de la inflación en los próximos meses. Todavía tienen contrapeso en la fuerte expansión monetaria, un déficit fiscal que seguirá financiado por el BCRA y tasas reales negativas que empujan al sobrante de pesos al consumo.

El Gobierno avanzó en postulados como el pacto social y los acuerdos de precios, pero todavía tienen contrapeso en la fuerte expansión monetaria, un déficit fiscal que seguirá financiado por el BCRA y tasas reales negativas que empujan al sobrante de pesos al consumo
El Gobierno avanzó en postulados como el pacto social y los acuerdos de precios, pero todavía tienen contrapeso en la fuerte expansión monetaria, un déficit fiscal que seguirá financiado por el BCRA y tasas reales negativas que empujan al sobrante de pesos al consumo

Por otra parte, la necesidad de sumar dólares para afrontar pagos de deuda pública obliga al Banco Central a comprar las divisas disponibles, con la consecuente emisión de pesos.

Por eso, Ecolatina identificó varios factores detrás de la dinámica de precios en los primeros meses del año: “En primer lugar, el bono a asalariados privados, o en su defecto la aplicación de cláusulas 'gatillo’ incrementarán los costos de producción. En simultáneo, el relajamiento de la política monetaria podría generar presiones inflacionarias. Por último, la demora en alcanzar un acuerdo de precios y salarios generaría que muchos oferentes continúen adelantándose al mismo incrementando sus precios”.

La estanflación, que es recesión más inflación, es muy difícil de manejar porque son variables que se contraponen (Palma Cané)

"A pesar de que el Gobierno mantendrá el congelamiento de los servicios públicos y el transporte, difícilmente se verá una contracción significativa de la Inflación en los primeros meses del año. Finalmente, proyectamos que la inflación se ubicará por encima de 40% en 2020”, indicó Ecolatina.

Un informe elaborado por los economistas Adrián Yarde Buller y Juan Manuel Franco, del Grupo SBS, explicó que “el BCRA está poniendo el foco excesivamente en los acuerdos de precios y la ‘inercia’, desestimando la naturaleza monetaria de la inflación y el rol de las expectativas. Para evitar un nuevo deterioro, la entidad debiera plantear un programa monetario consistente y centrarse en la dinámica de la inflación en vez de estimular la actividad. Aunque la ‘trampa de febrero’ está cada vez más cerca, consideramos que todavía hay tiempo de corregir el curso”.

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