En el momento en que los primeros billetes de $5 empezaron a circular por la calle, allá por enero de 1992 cuando a los argentinos todavía les costaba dejar de calcular los precios en australes, se podían comprar 5,2 kilos de pan con sólo un billete de los que lleva al General San Martín en su anverso. El 29 de febrero será el último día en el que se podrá hacer pagos con esos papeles viejos ultradevaluados, con los que en estas semanas clientes y comerciantes parecen jugar un juego en el que el último que se los queda pierde. Sólo le quedará el recurso de canjearlos por moneda metálico en el Banco Central. No es para menos, aquellos billetes que podían garantizar un almuerzo entero, hoy apenas el mismo papel compra apenas 50 gramos de pan.
El del pan es sólo un ejemplo. Hay otros. El valor del billete de cinco pasó de representar el equivalente a 13 kilos de harina en 1992 a pagar por apenas 120 gramos. De más de 9 kilos de azúcar a poco más de 110 gramos, o de 5 gaseosas cola de litro a menos de el 6% del valor de la botella.
Un cálculo de la Consultora Ledesma estima que la pérdida de valor que sufrió el billete $5 hace que hoy se compare con la moneda de 10 centavos de peso de la era de la convertibilidad. Y ni siquiera eso, su poder de compra apenas equivale a 9 centavos de aquél entonces.
Con cálculos hechos en base a los precios promedio de productos alimenticios que publican el Indec y la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (DGEyC) se puede ver por qué, a esta altura, ya no tiene ningún sentido seguir manteniendo en circulación billetes de esa denominación, aunque seguirán vigentes en la versión metálica que cumplen mejor su pobre rol actual.
En la actualidad, no se imprimen billetes de $5 por una cuestión de costos: imprimir billetes de mayor denominación tiene un costo de algo más de $4,50 por unidad, según estimaron fuentes del Banco Central. Por eso están siendo reemplazados por monedas, y por papeles de mayor denominación, como los $200, $500 y más recientemente de 1.000 pesos.
Imprimir billetes de mayor denominación tiene un costo de algo más de $4,50 por unidad, por eso comenzó a darse prioridad a los de $200; $500 y 1.000 pesos
La depreciación que genera la inflación a ritmo de más de un dígito anual
Para el ejercicio se eligieron cuatro fechas tomando como punto de partida el mes de enero en el que se lanzó el billete que está en retirada. El modelo que todavía circula hoy se remonta a 1998, pero la primera versión del billete -hoy con fecha de extinción- nació el 3 de enero de 1992.
Con datos del Indec de 1992, 2002 y 2019, más desde julio de 2012 la DGEyC porteña -es el primer dato disponible de esa serie en años de apagón estadístico en el organismo nacional- el deterioro constante se oercibe con contundencia.
Lo que arroja la comparación es que nunca fueron los más codiciados ni cuidados, pero cuando salieron a la calle podían comprar cómodamente un kilo de asado y dejar vuelto. De hecho, en 1992 de la canasta de 31 productos que relevó Infobae 29 estaban por debajo de los 5 pesos.
Diez años después, en 2002, aunque la convertibilidad ya había volado por el aire y los aumentos eran importantes, todavía la misma cantidad de productos permanecía por debajo de ese umbral. Para 2012 ya los argentinos no los cuidaban tanto: 21 de esos productos ya no se podían comprar con uno solo de los billetes con la efigie de San Martín.
Ahora, en 2019, ni uno sólo de esos productos cuyo relevamiento de precio se continuó hasta el día de hoy puede ser cubierto con uno de 5 pesos.
“Lo que te dan los números es una destrucción. La inflación acumulada desde enero de 2002 es del 7.431%, no tenés moneda. Para colmo la comparación es con 10 años de estabilidad y hasta deflación, con los costos que trae atarte a una moneda tan fuerte como el dólar. Después tenés el 2002, inflación crucero durante el primer kirchnerismo y para seguir la etapa de estanflación que en el período de Macri fue con cifras muy altas con un acumulado de alrededor del 300% en 4 años”, dijo Amilcar Collante de Cesur.
“Ni las denominaciones de las monedas llegan a ajustarse a la velocidad de los precios. Seguramente iremos a una serie nueva, con mayores denominaciones, de $2.000 o más. Ahora el billete de $10.000 como el que nos acordamos del austral que se cambió por $1 no está tan lejos”, agregó.
Ni las denominaciones de las monedas llegan a ajustarse a la velocidad de los precios. Seguramente iremos a una serie nueva, con mayores denominaciones, de $2.000 o más. Ahora el billete de $10.000 como el que nos acordamos del austral que se cambió por $1 no está tan lejos (Amilcar Collante)
Los billetes de $5 van camino a quedar en el recuerdo. Recientemente el Banco Central postergó un mes el proceso de salida de circulación de esos papeles y lo llevó hasta el 29 de febrero próximo. Hasta ese día se van a poder hacer pagos y compras con ellos. Durante todo el mes de marzo, mientras tanto, los bancos van a estar obligados a cambiarlos o tomarlos en depósito, como último paso para su desactivación.
Según la autoridad monetaria, al ser el billete de menor denominación el papel de $5 sufre un deterioro más veloz que el resto. Todavía circulan 459,6 millones de unidades luego de que, desde el 1° de agosto de 2019, se retiraran del mercado 50 millones de unidades.
Para adelante, ya empezaron los movimientos para emitir nuevos billetes. La discusión está por ahora más centrada en cómo se los va a ilustrar que en las denominaciones. En una reunión entre el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa, surgió el nombre de René Favaloro como posible novedad. También, que se buscará paridad entre figuras masculinas y femeninas en los billetes nuevos.
Pero aún los billetes más grandes, lanzados hace poco, también perdieron valor a pasos agigantados. Medido a dólar solidario, el billete de $1.000 hoy compra USD 12,20. El día en que empezó a circular, el 30 de noviembre de 2017, servía para pagar por 52,72 dólares.
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