El peor impuesto que tienen los argentinos hoy en día es la inflación. Se trata de un flagelo que lleva décadas y que solo se detuvo durante la convertibilidad, cuando un dólar era equivalente a un peso. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tuvo que lidiar con un alza de los precios que se fue elevando en los últimos años de su segunda gestión y que en el medio tuvo episodios como la manipulación de las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Posteriormente, el ex presidente Mauricio Macri llegó al final de la campaña presidencial que lo tendría como triunfador en 2015 con un discurso en el que sostenía que bajar la inflación era algo sencillo. Al asumir su mandato y con Federico Sturzenegger al frente del Banco Central, se establecieron metas de inflación que tenían como objetivo bajar el costo de vida a un solo dígito para 2019. Sin embargo, la suba de precios en la era Macri finalizó en 2019 en 53,8%, el porcentaje más alto desde 1991. Asimismo, en el acumulado de sus cuatro años en el sillón de Rivadavia, la inflación superó el 300%.
La clave de la victoria del peronismo en las elecciones generales tuvo que ver con la mala gestión en materia económica del gobierno de Cambiemos. La suba de precios erosionó el poder adquisitivo de los salarios de manera considerable e hizo que los niveles de pobreza superaran el umbral del 35% en el primer semestre de 2019, según el Indec. En ese marco, uno de los principales desafíos del presidente Alberto Fernández no sólo tiene que ver con negociar la deuda y volver a impulsar el crecimiento de la economía –cuestiones que urgen- sino también evitar que los argentinos sigan padeciendo el flagelo de la inflación.
Durante la campaña presidencial Alberto Fernández dijo que controlar “la inflación será una tarea muy difícil” y aseguró que se sentiría contento si al final de su mandato el índice de precios “baja a un dígito”. Lo manifestó durante una actividad de campaña en la ciudad de San Rafael, Mendoza.
Ya como mandatario, remarcó el 2 de enero de este año en declaraciones a Radio 10 que “en la Argentina se construye inflación por expectativas de un modo peligrosísimo”. Y sostuvo que los empresarios tienen la tendencia a construir inflación solamente por expectativas. “En economía lo llaman inflación autoconstruida, otros lo llamamos la inflación psicológica, porque temen que pase y dicen: antes que me pase aumento yo antes”, afirmó.
Asimismo, el titular del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, sostuvo en declaraciones a C5N, que el objetivo es bajar la inflación a un dígito para finales del año próximo. “En 2021 la inflación debe estar en el orden de un dígito", indicó.
También el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, consideró en un encuentro con industriales del sector textil durante la campaña presidencial que “los análisis técnicos indican que alcanzar una inflación de un dígito llevará entre cuatro y cinco años”.
La pregunta que surge entonces es: ¿Se puede bajar la inflación a un dígito en cuatro años?
Economistas y analistas consultados por Infobae coincidieron al afirmar que para bajar la inflación lo que se necesitan son políticas monetarias y fiscales que vayan en pos de ese objetivo alineando expectativas y generando confianza. Asimismo, estuvieron de acuerdo con respecto a que no deben ponerse plazos ambiciosos para lograrlo ya que querer bajarla demasiado rápido podría implicar que se termine abrazado a metas que no son sustentables.
Se puede bajar la inflación. Las políticas en pos del objetivo tienen que ver con lograr un superávit fiscal primario que en principio te dé dinero para poder cancelar compromisos (Christian Buteler)
“Lo que se necesitan son políticas monetarias y fiscales que vayan en pos de ese objetivo. Ha sido muy claro lo que pasó en la primera etapa del gobierno de Mauricio Macri con Federico Sturzenegger al frente del Banco Central donde aplicó una política desde lo monetario antiinflacionaria con la que logró bajar la inflación en 2017 pero que no fue acompañada por la pata fiscal”, analizó el operador financiero Christian Buteler.
En ese sentido, sostuvo que Argentina continuaba con un déficit fiscal alto y que si bien quedó en el imaginario que hubo una política monetaria de expansión cero, “ese objetivo no se logró casi nunca”.
“Se puede bajar la inflación. Las políticas en pos del objetivo tienen que ver con lograr un superávit fiscal primario que en principio te de dinero para poder cancelar compromisos”, indicó.
“Tampoco debería el Gobierno financiar al Tesoro. Cada emisión que hace el Banco Central para enviarle dinero nos aleja más de ese plan coherente de llegar a una inflación de un dígito en 2023”, consideró el analista.
Para Federico Furiase, director de Eco Go y profesor de la Universidad Tocuato Di Tella, viajar hacia una inflación de un dígito va a llevar mucho tiempo. “Es un tema complejo en Argentina porque venimos de años de inconsistencia monetaria y fiscal y distorsión de precios relativos. Eso fue generando un comportamiento defensivo que conllevó una inercia inflacionaria muy complicada. Combinando con una falta de credibilidad muy fuerte. Eso es un obstáculo para coordinar expectativas”, detalló.
El economista subrayó asimismo que para bajar la inflación de una manera sostenible y sin poner una fecha determinada, “la Argentina va a tener que hacer los deberes en términos de tener una consistencia fiscal y monetaria permanente, tener acomodados los precios relativos, tener una política económica que genere credibilidad más allá del gobierno de turno”.
En tanto, analizó las primeras medidas del gobierno de Alberto Fernández y destacó que el congelamiento de las tarifas y combustibles, sumado a las restricciones cambiarias vigentes, tienen sentido en el corto plazo mientras se negocia el acuerdo de precios y salarios.
“El Gobierno no debería sostener esto en el tiempo. Hay que tomar nota de lo que pasó en 2011-2015. Yo creo que el Gobierno es consciente de que no se debería engolosinar con el atraso de dólar y tarifas porque eso generaría una distorsión de precios relativos”, advirtió.
“Cómo salga esto en el corto plazo va a depender de la negociación de la deuda. El Banco Central va a tener que poner un límite a la emisión monetaria y eso va a implica poner un limita a la baja de la tasa de interés”, añadió.
Creo que el Gobierno es consciente de que no se debería engolosinar con el atraso de dólar y tarifas porque eso generaría una distorsión de precios relativos (Federico Furiase)
A su turno, Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma, afirmó que no es un buen objetivo poner plazos para bajar la inflación. “Te hace correr el riesgo de querer bajarla demasiado rápido y que termines abrazado a puestas que no son sustentables”, explicó.
“La verdad que en este arranque del nuevo gobierno, donde no tenemos ni presupuesto, ni cuantificación de medidas y senderos fiscales objetivos, es medio difícil imaginarse cual va ser el esquema de política económica, el rol de la política monetaria y el enfoque con la inflación”, opinó.
Los pasos a seguir para Caamaño tienen que ver con resolver el nudo fiscal-financiero (deuda) de forma consistente y adoptar un esquema monetario consistente que dé pie a un sendero desinflacionario.
Por último, Federico Moll, director de la consultora Ecolatina, sostuvo que “bajar la meta de inflación a un dígito en cuatro años es una idea similar a la de Macri” y añadió que para pensar una reducción significativa de la inflación “necesitás una política monetaria consistente que no genere una oferta desmedida de pesos”.
En ese contexto, dijo que el Gobierno deberá tener un manejo de los principales precios de la economía para que estén alineados (salarios y tipo de cambio incluido).
“El Gobierno tiene herramientas para lograr encauzar las paritarias a números más reducidos. Y manejar el tipo de cambio para que la depreciación sea parecida e ir reduciendo la inflación con precios relativos que no cambien demasiado. Hay una posibilidad pero falta mucho todavía. Este pacto económico y social no está ni cerca de ponerse en marcha. Y la política monetaria consistente todavía la estamos esperando”, concluyó.
Lo cierto es que el gobierno de Alberto Fernández tendrá un arduo trabajo para bajar la inflación y recomponer la economía en un mandato de apenas cuatro años.
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