Ante una intensa emisión monetaria en el tramo final de 2019 y el arranque de 2020, muchos pesos que no pueden dolarizarse en un mercado de cambios restringido por los controles se vuelcan a la demanda de acciones y bonos.
El nivel de riesgo que implican estas colocaciones es, por supuesto, alto dado el contexto de la economía doméstica, pero se minimiza debido a cotizaciones destruidas por el colapso financiero que sobrevino después de las elecciones primarias.
En cuatro meses de “cepo” las acciones ganaron en promedio 75% en pesos y 43% en dólares
En la última semana se afianzó la tendencia compradora por una serie de fundamentos: valuaciones en dólares mínimas en una década, mercados externos en niveles récord, una gran masa de pesos que busca rentabilidad, la expectativa de un pronto acuerdo con acreedores de deuda soberana y también la vigencia del “cepo”, pues los inversores más sofisticados utilizan el canal bursátil para hacerse de divisas de manera legal.
El panel líder S&P Merval de ByMA (Bolsas y Mercados Argentinos) completó la semana con un alza de 5,5% en pesos, cerca de los 43.000 puntos, umbral que la plaza bursátil perdió en la primera rueda después de las PASO.
Por el ascenso del “liqui” en los 79,90 pesos, el tipo de cambio implícito en la Bolsa, el alza en dólares se acotó a 1,3%. Esto se advirtió en el comportamiento mixto de los precios de los ADR de empresas argentinas que se operan en las bolsas de Nueva York.
Con perspectiva más amplia, el repunte de las acciones desde el piso de precios de 2019 es notorio. Desde que se impuso un incipiente control de cambios el 1° de septiembre, el alza promedio de la renta variable alcanzó el 74% en pesos y 43% en dólares.
Las expectativas de una pronta reestructuración de deuda soberana y el dólar oficial “congelado” en los mismos valores de fines de agosto reforzaron el “momentum” para acciones y bonos. Pero la consolidación de la tendencia no está clara. La desatada emisión monetaria de los últimos meses puede ser un nuevo factor de desestabilización para las variables en próximos meses, pasado este “veranito” financiero que coincide con una estacional demanda de pesos por el cierre de ejercicio anual y el período de vacaciones.
La fuerte emisión monetaria a partir de las PASO alimenta los volúmenes negociados y el ascenso del dólar MEP y el “contado con liqui”
La tensión generada por la escalada militar entre los EEUU e Irán fue una nube que ensombreció el rumbo de los mercados, pero se fue disipando con el correr de las horas y las acciones globales marcaron nuevos récords. Wall Street alcanzó máximos en todos sus indicadores y ese envión externo también apuntaló la operatoria de los mercados emergentes.
Los precios de bonos progresaron tanto para las emisiones en pesos como en dólares. El Riesgo País de JP Morgan, que mide el diferencial de tasa de los bonos del Tesoro de los EEUU con sus pares emergentes, restó 120 unidades en la semana, a 1.818 puntos básicos.
En el mercado de cambios no abundan las novedades. En enero mejoró el volumen negociado en el segmento de contado (spot) al nivel de USD 400 millones diarios. Con el control de cambios continúa el protagonismo del Banco Central, que adquiere un tercio de lo ofrecido, para sumar reservas.
El dólar formal mantiene los mismos precios hace un mes, a $59,82 mayorista, y debajo de $63 para la venta minorista, aunque desde el 26 de diciembre el precio final para atesoramiento y turismo es de $81,90 por el recargo solidario de 30 por ciento.
Otro efecto forzado por el control de cambios es el del recorte de la tasa de interés, una acción que de otro modo sería imposible de ejecutar en un marco de expansión monetaria sin detonar una escalada inflacionaria.
El Banco Central dispuso la tercera reducción de la tasa de interés de Letras de Liquidez (Leliq) en el último mes, desde que asumió Miguel Pesce como presidente de la entidad. Ahora la tasa de política monetaria quedó en el 52% anual, mientras que los rendimientos que llegan a los plazos fijos cedieron al 35%, por debajo de la inflación.
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