A priori una gran noticia para cerrar el año, la baja del riesgo país y la mejora en las expectativas de los inversores respecto de la renegociación de la deuda argentina tiene una contracara aún incierta. Por un lado, los distintos motivos detrás del rally de los bonos de los últimos días, particularmente ayer cuando se se registraron subas de hasta 14% como en el caso del PAR, distorsionan el verdadero humor del mercado respecto de los activos argentinos. Por otro lado, la mejora acotaría el margen de maniobra del Gobierno en la reestructuración de la deuda ya que, ahora, los acreedores tienen más altas pretensiones respecto de la propuesta oficial de reprogramación. Efectos no deseadas de las claras señales de voluntad de pago, o al menos de evitar un default, enviadas por Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, al mercado.
En cualquier caso, a partir de enero se puede esperar un reacomodamiento del escenario sobre el cual se iniciarán formalmente las discusiones. Es que, a partir de la próxima semana y, sobre todo, después del 6 de enero, los analistas anticipan una mayor volatilidad. La razón es que parte de la fuerte suba de bonos está impulsada por el cierre impositivo del año: ayer fue el último día para para adquirir títulos soberanos y ya tenerlos en cartera para la presentación de la declaración jurada al 31 de diciembre para el pago de impuestos como Bienes Personales.
Los bonos están exentos y previsiblemente, eso despertó interés. Es decir que, paradójicamente, el aumento de la alícuota de Bienes Personales, en particular para aquellos que tienen sus ahorros en el exterior, generó un impacto estacional positivo en el mercado. “No se veía demanda de deuda argentina en el mercado internacional hacía muchísimo tiempo y empieza a aparecer, coincidentemente, con la sanción en Diputados de la Ley de Emergencia Económica”, detalló Leonardo Chialva, socio de Delphos Investment. Esa mejora podría revertirse en las primeras semanas de enero ya que no se trataría de inversores genuinamente interesados en esos papeles, ni mucho menos en su reestructuración.
En este contexto, será a partir de las próximas semanas cuando el panorama se aclarará respecto de las reales expectativas del mercado y, por ende, la verdadera capacidad del Gobierno de respecto de la magnitud de la quita de capital e intereses. Los mercados ven con buenos ojos que inicialmente se busque no deteriorar el balance fiscal y la capacidad del nuevo Gobierno de rápidamente avanzar con su agenda, por eso los bonos subieron y el riesgo país cayó desde los 2.400 puntos básicos a debajo de los 1.800.
Pero, por otro lado, de cara a la reestructuración de deuda soberana, "precios más altos imponen mayores restricciones en cuanto a la quita de valor presente, vía reducción de cupones, de capital o extensión de plazo, que el país podría obtener”, advirtió Francisco Velasco, director del departamento de Research del Banco Mariva. “Los precios previos al lanzamiento de una propuesta de reestructuración son usualmente tomados como referencia desde la cual los inversores tienen la expectativa de obtener una ganancia. Así, precios en torno a u$s 50 dan menor margen de maniobra que precios en torno a u$s 40”, agregó.
Precisamente, ese es el gran mensaje que lee por estos días el mercado: el Gobierno está dispuesto a pagar mucho más de lo que los propios acreedores esperaban y, desde esa perspectiva, Guzmán y su equipo para renegociar la deuda tendrían todavía espacio para para avanzar con una oferta de recorte considerable pero con chances de ser aceptada en plazos relativamente cortos.
El punto, de todos modos, es el gran interrogante y la carta bajo la manga del ministro. Nadie conoce los verdaderos números del Gobierno, que decidió demorar la presentación del Presupuesto 2020 para, precisamente, no mostrar todas las cartas antes de tiempo. También parece claro que, en la medida que se observen si los resultados del paquete fiscal implementado mediante la Ley de Solidaridad Social está en línea o no con lo esperado, el Gobierno podría ir ajustando la oferta a los bonistas.
“No hay que perder de vista que los precios tuvieron la reacción que tuvieron justamente por lo que el Gobierno dice en público y también en privado. En ninguno de los dos ámbitos está siendo duro. Si hubiera querido serlo, hubiera defaulteado apenas asumió pero está mostrando con hechos y palabras un camino distinto que está generando una suba a 50%”, precisó Chialva, quien remarca que esos precios reflejan una mejora notoria respecto de los meses en los que se esperaba la cesación de pagos pero que todavía están lejos de descontar una renegociación suave.
Bonos que a fines de noviembre cotizaban a u$s 40 implicaban la expectativa de una quita de 30% en el capital y los intereses. Ahora se asume que el resultado de la negociación será algo más favorable, por lo cual el precio de los títulos incluye una quita menor. Cuánto menor o, mejor dicho, cuánto mejor creen los acreedores que será la oferta es todavía una duda que se develará en 2020.
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