Cómo quedó el devaluado Impuesto a la Renta Financiera, a dos años de su creación

Impulsado por el massismo en 2017 y limitado por la Ley de Emergencia Económica, el tributo generó un nulo impacto en la recaudación y potenció la crisis cambiaria de 2018. Los plazos fijos en pesos dejarán de gravarse

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No serán gravados los títulos
No serán gravados los títulos públicos de la deuda argentina, tanto en dólares como en pesos (Adrián Escandar)

El megaproyecto de emergencia económica del gobierno de Alberto Fernández trajo dureza impositiva en varios terrenos, como el Impuesto a los Bienes Personales o las retenciones a los exportadores. Una de los escasas medida en sentido contrario llegó a través de la fuerte reducción del Impuesto a la Renta Financiera, que quedó restringido a muy pocos casos.

Claro que la decisión no viene de la intención de aliviar el bolsillo del contribuyente sino de la poca efectividad de la medida dispuesta hace dos años. Los especialistas le adjudican responsabilidad en la crisis cambiaria de mayo de 2018 y su recaudación apenas llegó a los $5.500 millones en todo un año, un número insignificante para las cuentas públicas.

La principal modificación al gravamen dispuesto en 2017 consiste en que dejará de aplicarse para los plazos fijos en pesos, algo ampliamente criticado en su momento dado que siempre se busca incentivar el ahorro en moneda local. Los que sí serán cargados con el impuesto son los plazos fijos en UVA, actualizados por inflación y que, a diferencia de los plazos fijos convencionales, tienen un plazo mínimo de 90 días.

La decisión de desinflar el impuesto a la renta financiera no viene de la intención de aliviar el bolsillo del contribuyente sino de la poca efectividad de la medida dispuesta hace dos años

Tampoco pagarán el impuesto los títulos públicos de deuda argentina, tanto en pesos como en dólares, que hasta ahora habían sido gravadas con condiciones particulares. Un primer punto para entender la cuestión es distinguir la renta proveniente de los intereses de aquella que surge por venderlos a un precio mayor al que se los compró. La reforma impositiva de 2017 original disponía que los intereses debían tributar aún cuando el precio del título hubiera bajado. Cuando en 2019 debió liquidarse el impuesto de 2018, tras una fuerte baja del valor de todos los títulos de la deuda argentina, muchos debían pagar impuestos por una inversión que les había hecho perder dinero. La solución llegó a través de un decreto que dispuso que el pago del impuesto correspondiente a los intereses del bono podía diferirse hasta que se venda el título. En los hechos, no había que pagarlo.

Por otro lado, pagarán el impuesto la compraventa de acciones y ADRs, las Obligaciones Negociables y las monedas digitales, como bitcoin y similares.

La pequeñez del mercado de
La pequeñez del mercado de capitales no fue obstáculo para que los legisladores impulsaran un impuesto que desalentara las inversiones en papeles privadoas (Reuters / Agustín Marcarián)

Pero el resto de los activos, estarán exentos. “La marcha atrás que están dando obedece a que se dieron cuenta que este impuesto fue un error muy grande; que los políticos lo entiendan, en cierto modo, es positivo. Los números muestran que la recaudación fue nula, mucho más después del decreto de 2018. No llegó ni al 0,1% del PBI”, explicó Ezequiel Passarelli, especialista en impuestos del estudio SCI.

Lamentablemente no lo vieron antes de sacar la ley, porque el 95% de la renta financiera ya estaba gravada a través de las sociedades. Ese es el problema de cuando en el Congreso hay tratamientos express”, agregó.

Para los expertos, un impuesto a la renta financiera no es aplicable en un país con la inestabilidad de la Argentina

Para Passarelli, su sanción tuvo más de búsqueda de impacto que de equidad tributaria: “Surgió por una cuestión conceptual, tratar de mostrar un ataque contra la llamada timba financiera. En términos prácticos, es un impuesto muy complicado de aplicar y fiscalizar”.

El especialista recuerda que fue uno de los disparadores de la crisis cambiaria de mayo de 2018. “En aquel momento, con las tasas en baja en todo el mundo, la AFIP reglamentó la aplicación primero para el exterior. Y los tenedores de bonos empezaron a vender. El 25 de abril se conoció la reglamentación y el 2 de mayo se disparó el dólar. No fue el único factor que desencadenó la crisis, pero sin duda tuvo una influencia clara”.

“No solo es un mal impuesto sino que en su momento ayudó a agravar la crisis. Es un factor más para aportar al riesgo argentino. En muchos países existen impuestos de este tipo, incorporado como impuesto a la renta. Pero en la Argentina no es aplicable, el mercado financiero de nuestro país no es lo suficientemente estable para tener un impuesto así”, señaló Ivan Sasovsky, quien además de la inestabilidad, explica que con el nivel de inflación de la Argentina, no es posible gravar la rentabilidad de inversiones de este tipo sin deducir la inflación.

“En este nuevo cambio apareció una cuestión casi discursiva. Quedaron unas pocas excepciones porque no querían salir a decir que eliminaban por completo el impuesto a la renta financiera en el mismo momento en que se pone en duda el aumento de las jubilaciones”, agregó Sasovsky. Y marcó la paradoja política: “Es un impuesto impulsado por el massismo que ahora se está eliminando con Sergio Massa como presidente de la Cámara de Diputados”.

Diego Bossio y Marco Lavagna
Diego Bossio y Marco Lavagna en la cámara de Diputados

La aprobación parlamentaria del impuesto a la renta financiera -en realidad, una modificación al impuesto a las Ganancias, ya que no es un impuesto específico- llegó en una circunstancia similar al actual. Fue a fines de diciembre de 2017, con una cámara recién asumida y en el medio de cambios tributarios más amplios. La versión taquigráfica de aquel debate trae a la memoria a algunas espadas fuertes del massismo impulsando este tributo que hoy se considera fallido.

"Me parece que está bien que se avance en un modelo de recaudación tributaria progresivo relacionado con la renta financiera. Las empresas estaban, no estaban los particulares, hay un mínimo no imponible, y claramente hay un avance en ese sentido. La primera cuestión se vincula con la renta financiera”, dijo en aquella oportunidad Diego Bossio.

Aquí juega un sector al que ustedes, por suerte, le pueden cobrar y no pasa nada, tal como señaló el señor diputado Kicillof. Quizás si cualquiera de nosotros hubiese establecido un impuesto de esa naturaleza se habría generado algún tipo de corrida en el sistema financiero, pero a ustedes eso no les ocurre. Entonces, avancemos en un impuesto a la renta financiera”, dijo Bossio en aquel debate. La realidad lo contradijo: el gobierno de Cambiemos sufrió la corrida cambiaria al aplicar el gravamen.

El gobierno de Cambiemos sufrió la corrida cambiaria al aplicar el gravamen

Marco Lavagna, entonces diputado del Frente Renovador y hoy titular del Indec, era otros de los impulsores: “Gravar la renta financiera, claramente, es uno de los temas sobre los que venimos insistiendo e incitando al Poder Ejecutivo para que se anime a avanzar. Dimos la discusión más grande en diciembre del año pasado, cuando debatimos sobre el impuesto a las ganancias. Muchos de los artículos que están en este proyecto de ley los propusimos en la iniciativa que votó esta Cámara en su momento y que luego modificó el Senado. (...) Habíamos avanzado en títulos, plazos fijos y lo que se denomina timba financiera. Afortunadamente, este proyecto avanza también sobre eso.”

En aquel debate en Diputados, en diciembre de 2017, Lavagna se reconoció como autor intelectual de la medida: “Cuando proponíamos estos puntos o insistíamos con la modificación del impuesto a las Ganancias éramos los malos de la película, y me alegra que el tiempo haya terminado dándonos la razón”.

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