Al cabo de tantas idas y vueltas, los derechos de exportación sobre la soja vuelven al 30 por ciento, apenas medio punto porcentual por sobre la alícuota que tenían en enero de 2018, cuando el gobierno de Mauricio Macri empezó a poner en práctica su promesa de reducción gradual, a razón de medio punto porcentual por mes., de las retenciones sobre el principal cultivo del campo argentino. Las retenciones al maíz, trigo, sorgo, girasol y cebada quedan temporalmente en el 12%. Tal era el tope porcentual que el gobierno de Macri impuso en septiembre de 2018 cuando, acuciado por la crisis económica, archivó sus promesas y detuvo la baja gradual sobre la soja, a la que impuso un sobrecargo fijo de cuatro pesos por dólar.
El cuadro adjunto, en base a un informe de la corredora Zeni, muestra la evolución de las retenciones para los diferentes cultivos, en sus diferentes grados de elaboración.
Así, las retenciones sobre el grano de soja descendió de 29,5% en enero de 2018 hasta 26% en agosto de ese año, para volver a subir en septiembre de ese año e inmediatamente retomar un sendero bajista a medida que la devaluación iba carcomiendo los cuatro pesos de sobrecargo por dólar y disminuyendo así el porcentaje adicional que “retenía” el Estado.
Parecido, pero diferente
Para trigo, maíz, sorgo, girasol y cebada la historia es parecida, aunque con diferentes valores: de cero retención entre enero y agosto de 2018, en septiembre pasaron a tributar una alícuota inicial de 10,8% (ese era el porcentaje que entonces representaban los cuatro pesos por dólar) que fue cayendo gradualmente hasta equivaler a una alícuota de 6,7% el viernes pasado. Con el nuevo decreto, pasan a tributar el 12%.
En tanto, la harina, el aceite y los pellets de soja, que en enero de 2018 tributaban el 26,5%, aumentaron en septiembre de ese año, soponcio fiscal mediante, a 28,8% y fueron pagando sucesivamente el equivalente de tasas menores, hasta llegar a 24,7% el viernes y saltar a 30% con el nuevo decreto.
En todos los casos, las nuevas alícuotas representan un aumento impositivo porcentual de 5,3%. La carne y la leche y algunos productos de las economías regionales, en tanto, tributarán 9% de retención.
En todos los casos, las nuevas alícuotas significan un aumento del 5,3% de los derechos de exportación a tributar por los diferentes productos.
El aumento de las derechos de exportación, en verdad, era un secreto a voces, pero sorprendió al campo por su celeridad y su forma (un decreto sabatino) y particularmente porque fue acompañado de un cierre del registro de exportaciones. Esto es lo que hace sospechar a los diferentes actores (productores, dirigentes agropecuarios, exportadores) que se trata de un primer paso.
Algunos observadores temen que el gobierno aumente más temprano que tarde la mordida, a través de un nuevo decreto (lo que luce improbable, amén de desprolijo) o mediante el recurso de que en los proyectos de “Emergencia” que enviará en los próximos días al Congreso faculte al Ejecutivo a cambiar las alícuotas en función de momento y necesidades, tal vez dentro de un rango “permitido” que no disipe, pero al menos ponga límites a los temores del campo.
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