Alberto Fernández lo hizo uno de los ejes económicos de su discurso inaugural, una de las vías por las cuales busca “poner plata en el bolsillo” de los argentinos. Quedará a cargo del Ministerio de Desarrollo Social que conduce Daniel Arroyo y, si bien en la cartera dicen estar trabajando para lanzarlo, no tiene fecha de aplicación.
Según pudo averiguar Infobae el objetivo es financiar a tasas de en torno al 3% pequeñas inversiones productivas como herramientas, bienes de capital e insumos. También refinanciar deudas con orientaciones similares que hayan sido contraídas a las altas tasas que dominaron el sistema en los últimos dos años.
La idea es montar la iniciativa sobre un programa que ya existe y que va a ser ampliado. Lo dirigirá la Comisión Nacional de Microcrédito (Conami), que depende de Desarrollo Social. Y está siendo renombrado como Programa de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social.
Fue creado en 2007 y nunca se interrumpió, aunque para el gusto de la nueva administración fue desatendido por la administración de Mauricio Macri. Lo dirige Alberto Jorge Gandulfo, el funcionario que lo inició en 2007 y que se fue en 2015 con la llegada de Cambiemos. Ahora vuelve al ministerio para volver a manejarlo.
Hoy el promedio de montos que otorga Conami está en los $ 15.000 por crédito. Pero al ser un promedio, puede llegar a valores mayores en casos individuales.
El mecanismo funciona así: Conami asigna un monto de fondeo y después organizaciones sociales, ONGs, cajas de crédito cooperativas y otras entidades lo distribuyen. El proceso de otorgamiento dura unos dos meses para un nuevo tomador del crédito.
Se abre una carpeta, como en un banco, en la que se establece el destino del crédito. Puede ser algo muy chico, como un emprendimiento gastronómico de fin de semana para el que se provee capital de trabajo. Pero también puede llegar a casos más sofisticados como el financiamiento de compra de maquinarias para organizaciones más grandes. Un caso que se menciona como ejemplo es el de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) que cultiva y procesa tomates en Cuyo y financió con Conami su expansión. Y hoy le provee a chefs argentinos.
Las tasas a las que se van a otorgar no están definidas. Se apunta a un nivel entre el 2% o el 3%.
El objetivo es financiar a tasas de en torno al 3% pequeñas inversiones productivas como herramientas, bienes de capital e insumos. También refinanciar deudas con orientaciones similares que hayan sido contraídas a tasas altas.
No saben de momento cuáles son los montos que tiene prestados el sistema. Están recién evaluando el alcance. Tampoco está definido el monto total que se le va a asignar ni la fecha de implementación.
El que se otorgará no será un crédito personal o al consumo, sino para producción y trabajo. En ese sentido es más parecido a microcréditos o mesocréditos, según la escala del proyecto al que se otorgue. Sin embargo, en el gobierno de Fernández entienden que muchos pueden usarlo para desendeudarse porque se financiaron en el pasado con créditos a tasas más altas.
El seguimiento y el repago se facilita, creen en el Gobierno, porque la devolución de los montos prestados permite acceder a refinanciamiento que mantiene en funcionamiento al proyecto de cada uno. Como financiamiento de capital de trabajo (compra de insumos, herramientas y también gastos corrientes).
La población destino son personas u organizaciones que no tienen acceso al crédito bancario, por falta de scoring crediticio o porque viven en la informalidad. En ese sentido, apunta al 40% de la población que vive debajo de la línea de la pobreza.
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