El economista Daniel Heymann, mentor argentino de Martín Guzmán, aseguró que el nuevo ministro de Economía no es un “dogmático” y destacó que tiene en claro la necesidad de lograr la solidez fiscal para poder pagar la deuda y reducir la inflación.
En un reportaje con Infobae, Heymann elogió a Guzmán por su alta formación académica, su inteligencia y su “energía”. Y aclaró que, por estas cualidades, podrá enfrentar en forma adecuada la difícil gestión que encabezará desde mañana.
Heymann fue profesor de Guzmán en la Universidad de La Plata en los cursos de grado y en el posgrado de la carrera de Economía. Además, lo invitó a dar clases en la UBA y a participar del Instituto de Investigación que dirige en la Facultad de Ciencias Económicas de la universidad porteña. Luego, Guzmán se transformó en discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz en la Universidad de Columbia.
Profesor de la UBA y de la Universidad de San Andrés, Heymann fue uno de los arquitectos del Plan Austral que logró bajar fuertemente la inflación en el gobierno de Raúl Alfonsín y dirigió la oficina local de la CEPAL durante muchos años.
—¿Qué opina de Martín Guzmán?
—Lo conozco como estudiante y tengo una impresión inmejorable. Es una persona formada, inteligente, con mucha energía y sabe perfectamente que enfrentará una situación difícil. Como estudiante ya se destacaba, así que no creo que deje las cosas libradas a su suerte.
—¿Lo consideraba un alumno destacado?
—¡Sí! En los exámenes agarraba las preguntas y las masticaba él antes de responderlas. Y, cuando terminaba una frase, no te largaba hasta que no le respondías todo lo que quería saber. Siempre tuvo mucha agudeza analítica e interés en la economía real.
—¿Pero se formó en la cuestión financiera también?
—Es un macroeconomista. En La Plata tomó el curso de Moneda, Crédito y Bancos que le di en el grado y en el posgrado.
—¿Lo definiría como un heterodoxo?
—No es una persona dogmática; en su caso, la metodología se adapta al problema, no al revés.
—Muchos economistas de diferentes corrientes ideológicas elogiaron su conocimiento académico pero, a la vez, subrayaron su falta de experiencia en la política pública…
—Es alguien que si tiene que aplicar la política macroeconómica, sabe de lo que está hablando, lo cual no es trivial. No llegó a este cargo por generación espontánea. Es verdad que es muy joven y no tiene años de política económica. Pero tiene mucha polenta y voluntad.
—También se señaló su falta de roce con los inversores con los que tendrá que negociar la deuda desde mañana…
—La cuestión de la deuda la estudió mucho; en particular las reestructuraciones que hizo la Argentina en 2005 y 2010 y los problemas legales que siguieron a esos canjes. También estudió mucho el caso portorriqueño, una economía con muchas restricciones. Tiene mucho conocimiento del tema.
—¿Qué espera que les plantee a los acreedores?
—No lo veo haciendo planteos ideológicos, pero sí que incluyan un escenario de sustentabilidad, porque si no, cualquier solución será pan para hoy y hambre para mañana y las cosas pueden terminar peor de lo que empezaron.
—Además, deberá poner mucha atención en la cuestión fiscal. ¿Qué opina al respecto?
—Si algo tiene claro son las restricciones del presupuesto del Estado. Está claro que para que el pago de la deuda sea sostenible, debe haber sólidas condiciones fiscales, aunque haya un período de gracia inicial en el pago de la deuda. Y él lo sabe.
—¿No cree que, una vez más, el Ministerio de Economía nace débil por la división entre el ministro que gasta y el que cuida el gasto?
—La palabra clave es la coordinación, aunque hay tensiones naturales en estos esquemas. Lo importante es si hay una decisión estratégica sostenible. Y esa decisión pasa, lo repito, por buscar un esquema de deuda sustentable, que es tan importante como ocuparse de la salud de uno mismo. Sin eso, el resto no importa.
—¿Y cómo podrá bajar la inflación?
—Hay que establecer un régimen de baja inflación en el que la moneda vuelva a tener un rol; pero es una carrera de largo plazo.
Es alguien que si tiene que aplicar la política macroeconómica, sabe de lo que está hablando, lo cual no es trivial. No llegó a este cargo por generación espontánea. Es verdad que es muy joven y no tiene años de política económica. Pero tiene mucha polenta y voluntad.
—¿Hay que aplicar un desagio como el que utilizaron ustedes en el Plan Austral?
—Ese es un instrumento más que, en aquel momento, era necesario para compensar el shock adoptado. Dependerá del tipo de programa que lleve adelante el nuevo gobierno.
—¿Y la baja de la inflación puede ser rápida?
—No creo que pueda bajarse demasiado sin lograr antes condiciones fiscales sólidas. Un shock puede servir, pero dentro de un camino de mediano plazo. Siempre se citan en la Argentina los casos de Perú e Israel, pero estos países bajaron la inflación de niveles muy altos a niveles del 20 o 30 por ciento y así se mantuvo varios años antes de poder bajarla a un dígito.
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