El economista Guillermo Nielsen, designado para conducir YPF, ha demostrado en su carrera profesional una gran versatilidad profesional y política, sin esconder nunca su fuerte carácter.
Aunque se especuló semanas atrás con la posibilidad de que condujera un ministerio, hoy el presidente entrante confirmó su nuevo cargo.
Si bien en los últimos dos años consolidó su relación con el peronismo en general y con el presidente electo en particular, su origen ideológico es el liberalismo económico.
De hecho, fue economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) entre 1979-1983 y, antes de anidar en el peronismo, se relacionó con los liberales más mediáticos: José Luis Espert, Javier Milei y Diego Giacomini.
De origen ideológico liberal, tejió buenos lazos con el peronismo y ya se contactó con inversores interesados en Vaca Muerta
Luego, se desempeñó como gerente de planeamiento estratégico de Socma, donde conoció a Franco y a Mauricio Macri; también fue director de planeamiento estratégico de Campbell Soup.
Tiene 68 años, es hincha de Independiente, aunque poco apegado al fútbol; se dedicó a la diplomacia económica ante la Comunidad Económica Europea y el GATT, donde se vinculó con Roberto Lavagna.
En el gobierno de la Alianza formó parte de la conducción de la Anses –enfrentado con su titular, Melchor Posse- y luego fue el hombre de mayor confianza de Lavagna en su equipo económico entre 2002 y 2005 como negociador de la deuda pública.
En el canje del 2005, que lideró en términos técnicos, el Gobierno logró una adhesión del 76% sobre los USD 82 mil millones elegibles. Cinco años más tarde, se abrió un segundo canje y así se llegó a una adhesión del 93%, pero, por la falta de acuerdo con el resto, empezaron las sentencias en contra del país en los tribunales de los Estados Unidos.
En Finanzas jugó a todo o nada y se llevó mucho mejor con la burocracia de Washington que con los ejecutivos de Wall Street.
Cuando a Lavagna le llegó su ocaso, intentó ser diputado por el radicalismo, pero fracasó y pasó a ser secretario de Hacienda porteño en la gestión de Jorge Telerman. Apenas intentó enfrentarse al poderoso gremio de los empleados municipales, tuvo que renunciar.
Luego volvió al gobierno como embajador ante Alemania, con la aspiración de pasar a la Cancillería, chance que nunca se concretó.
Tras su conflictiva salida del gobierno, volvió al sector privado como consultor de empresas europeas, hasta que volvió a vincularse al peronismo, curiosamente, de la mano de Guillermo Moreno, en una comisión que le pidió al FMI que no le otorgara un crédito al FMI.
Su principal tarea será mantener y profundizar el manejo profesional de YPF; en particular, el rol de la empresa en Vaca Muerta, la principal apuesta del Gobierno para conseguir dólares, más allá del agro.
Ahora, le llegó una nueva oportunidad, ya como abuelo. Habrá que ver si la enfrenta con mayor aplomo que antes.
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