Afirman que la decisión de EEUU de subir aranceles a la Argentina proviene de las tensiones con el nuevo gobierno

Analistas financieros y del comercio exterior creen que las palabras de Trump parten, en el caso argentino, de las escasas coincidencias entre el presidente entrante y los funcionarios de Washington.

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Doble mensaje de Trump: advierte
Doble mensaje de Trump: advierte a Alberto Fernández por su falta de definiciones sobre Venezuela y a Bolsonaro por el riesgo de cerrar un acuerdo con China.

La advertencia de EEUU de reimplantar aranceles incluye, en el caso de la Argentina, un claro mensaje: los desacuerdos con la administración Trump se resuelven con sanciones.

Así lo indicaron a Infobae analistas financieros y del comercio exterior, que advirtieron que el momento elegido para exhibir diferencias con Washington dista de ser el mejor, dada la urgencia para reestructurar la deuda pública.

A la vista de los escasos resultados positivos registrados tras las primeras reuniones entre Alberto Fernández y los funcionarios de la administración Trump, los analistas no se sorprendieron con el gesto de hoy del presidente norteamericano hacia la Argentina. Uno de los más claros desencuentros fue entre Fernández y el “halcón” de Washington Elliot Abrams, delegado de Trump para la región.

“Cuando Trump quiere dar un mensaje aleccionador, lo hace amenazando con subir aranceles comerciales; ya lo hizo con México en el caso de los inmigrantes y ahora lo hace con Brasil por la posibilidad de que Jair Bolsonaro firme un acuerdo de libre comercio con China y deje entrar a Huawei a operar al país”, explicó un experto en relaciones económicas internacionales.

En el caso argentino, esta hipótesis se refuerza: “Nadie puede pensar que esta es una sanción netamente comercial, porque la cifra afectada no es relevante para el comercio bilateral; acá hay un mensaje político por la falta de definiciones de Fernández y su equipo en torno de algunos temas sensibles como Venezuela”.

El delegado de Trump para
El delegado de Trump para Venezuela, Elliot Abrams, tuvo contactos poco amistosos con el gobierno entrante.

“En la medida de que el nuevo gobierno no encauce su relación con Washington, será difícil que pueda avanzar en una negociación con el FMI y con los acreedores como la que encaró Néstor Kirchner con el apoyo del presidente George W Bush”, explicó un ejecutivo del sistema financiero local.

Una cuestión que no ayuda en este sentido es que, por estas horas, los inversores no saben con quién hablar del nuevo gobierno. “Muchos fondos de inversión están enojados porque durante varias semanas tuvieron como interlocutor a Guillermo Nielsen y ahora él salió de escena. Así que no saben con quién hablar ni cuál es el plan”, expresó el ejecutivo.

¿En qué paralelo se cruza la cuestión de los aranceles con la de la deuda?: en la latitud Washington, ya que el presidente Trump quiere ver compromisos más fuertes por parte del nuevo presidente argentino en materia de política exterior, sobre todo en torno de Venezuela y Medio Oriente.

A la vez, los analistas más avezados en la política local entienden que Fernández no puede dar estas señales mientras dirime su espacio de poder con la futura vicepresidenta Cristina Kirchner.

Sin tiempo para dudar

Sin embargo, unos y otros subrayan que el nuevo gobierno no tiene tiempo que perder dada la alta carga de vencimientos de la deuda que tiene desde este mes.

Y aunque buena parte de esos pagos en el corto plazo son en pesos, algunos de los tenedores de esa deuda son grandes fondos internacionales.

Por lo tanto, aclaran, no sería tan fácil de cumplir la premisa de hacerle una gran quita a los bonos bajo ley nacional en pesos y preservar a los que están bajo ley extranjera, más sujetos a litigios en Nueva York. “Esa división no existe: los tenedores locales y extranjeros de bonos están muy cruzados entre sí”, advirtió un economista del justicialismo.

Si existe un programa fiscal
Si existe un programa fiscal adecuado, hay una "tolerancia" de los inversores a aceptar una quita de 20 o 30% (Maximiliano Luna)

Parte de este discurso lo escuchó ayer el ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, en un seminario del banco de inversión Morgan Stanley en Miami.

Los asistentes le preguntaron más sobre el camino para recuperar el superávit fiscal que sobre la quita que podría plantearles el nuevo gobierno, según comentó uno de los invitados. “Hay una tolerancia a una quita en torno del 20 o del 30% si se capitalizan los intereses, pero quieren saber cuál es el programa fiscal”, detalló.

La última versión no oficial sobre el futuro programa fiscal coloca más el acento en la suba de los impuestos que en la posibilidad de ajustar el gasto público.

“Si se subieran las retenciones al tope permitido por la ley, se aumentara la alícuota del impuesto a los Bienes Personales al 2% y se le cobrara el impuesto a las Ganancias a todos los contribuyentes que no declararon todos sus bienes en el blanqueo de 2017, el nuevo gobierno podría transformar el déficit primario en equilibrio fiscal en menos de un año, afirmó, con mucha confianza, uno de los tantos economistas que podría formar parte del gobierno que asumirá el poder dentro de ocho días.

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