Renegociación de la deuda: para inversores no alcanzará con suspender dos años el pago de intereses

Fue la propuesta presentada por Martín Guzmán, un economista que suena para hacerse cargo de la secretaría de Finanzas, la semana pasada. Los precios de los bonos reflejan, además, la expectativa de una quita mucho más agresiva.

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Alberto Fernández reiteró ayer su intención de pagar la deuda, pero recién después de recuperar el crecimiento económico y conseguir más dólares provenientes de las exportaciones. En esa dirección apunta la propuesta del economista Martín Guzmán, uno de los asesores preferidos del presidente electo y colaborador de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía. Tal como adelantó la semana pasada Infobae, su propuesta radica principalmente en conseguir dos años de gracia para el pago de intereses a los bonistas, al tiempo que se negocia una extensión de plazos para el capital. Pero la mayoría de los analistas e inversores consideran que ese enfoque no alcanzará para resolver los problemas ante la elevada carga que hoy representa la deuda para la economía argentina.

El nombre de Guzmán creció en las últimas horas como posible secretario de Finanzas, es decir que tendría a su cargo la renegociación de la deuda tanto con el FMI como con los acreedores privados. La semana pasada presentó ante un grupo de especialistas en un encuentro de la ONU en Ginebra una propuesta para que la Argentina avance exitosamente con una futura renegociación de la deuda. Prácticamente allí aparecen todos los enunciados que en los últimos días mencionó el presidente electo. Estos fueron algunos de los puntos más relevantes:

- La Argentina precisa recuperar la sostenibilidad en los niveles de deuda para volver a pagar. Y una condición necesaria es volver a crecer.

- Para permitir que la economía se recupere es necesario postergar durante dos años el pago de intereses, tanto en 2020 como en 2021. Y al mismo tiempo alargar los plazos de vencimiento de los bonos.

- Todo debe hacerse mientras se siguen honrando los compromisos, es decir hay que evitar la declaración de un default unilateral. Para eso, toda la negociación debería culminar no más allá de marzo de 2020.

- No se pedirán nuevos desembolsos al FMI para repagar deuda vigente, ya que según el acuerdo firmado aún resta el otorgamiento de USD 13.000 millones. El propio Alberto Fernández había señalado que no insistirá en conseguir esos fondos.

No alcanzaría con dejar de pagar intereses por dos años. Posiblemente habría que estirar todavía más esos plazos y avanzar con importantes quitas de capital de los bonos, algo que todavía no se ha planteado abiertamente

Con un riesgo país rozando los 2.300 puntos básicos, está claro que los inversores creen que la salida al problema de la deuda será mucho más agresiva que la que propone Guzmán en su “paper”. Y en los últimos días circularon algunos estudios que también ponen la lupa en esta opción y la conclusión es lapidaria: avanzar con un canje “amigable” no cierra por ningún lado.

El economista Diego Saravia, director de Proficio Investment, analizó distintos escenarios y llegó a la conclusión de que no alcanza ni por asomo con patear dos años para adelante el pago de los intereses: “Aún con superávit fiscal primario de 2% del PBI y el regreso del crecimiento, haría falta una negociación mucho más agresiva, que incluya una importante quita de capital y posiblemente todavía más tiempo para empezar a pagar intereses”.

“El nivel de deuda es muy alto como para plantear una salida parecida a la de Uruguay. Aún cuando el peso de la deuda del sector público es del 40%, tampoco es que se puede dejar de pagar totalmente y patear todo para adelante”, aseguró Saravia, que fue director del departamento de investigaciones económicas del Banco Central de Chile.

Para el nuevo gobierno empezará rápidamente a correr el reloj ni bien asuma. A lo sumo tendrá tiempo, como bien planteó Guzmán, hasta marzo del año próximo para encarar una salida ordenada al problema de la deuda. Si no consigue hacerlo en tiempo récord, el gran peligro es quedarse sin recursos para hacer frente a los vencimientos. Y así la Argentina caería en un default, que sólo favorecería la aparición de fondos buitre que buscarán litigar y llevarse una fortuna años después.

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