Las últimas declaraciones del presidente electo, Alberto Fernández, anticipan un seguro endurecimiento frente a los acreedores externos tanto privados como multilaterales.
En este contexto, la designación de Luis Cubbedu como jefe del caso argentino en el Fondo Monetario Internacional (FMI) podría facilitar la negociación de un nuevo acuerdo, según dos fuentes consultadas por Infobae, una en Buenos Aires y otra en Washington.
El matiz no es menor, dado que Fernández ha multiplicado en los últimos días sus dichos en favor de no pagar la deuda hasta que la economía no vuelva a crecer, aunque este concepto sea, para muchos economistas, un contrasentido. El cambio retórico del nuevo presidente ha sido rotundo desde aquellas primeras declaraciones públicas en las que hablaba de una solución “amigable”, a la “uruguaya”.
Como venezolano, Cubeddu conoce la extrema sensibilidad que hay en la región a las políticas de restricción fiscal que impulsa el FMI
Cubeddu, buen bailarín de salsa y hábil jugador de fútbol, podría tener una visión menos aguda de la economía que Cardarelli, pero goza de una acabada visión sobre América latina en general y de la Argentina en particular.
Además, en su carácter de venezolano vio de cerca las consecuencias del denominado “Caracazo”, una violenta protesta en 1989 contra una serie de medidas de ajuste que marcó el fin del gobierno de Carlos Andrés Pérez y dio paso al chavismo.
Por lo tanto, conoce la sensibilidad de la región a las políticas de restricción fiscal y esto podría facilitar la comprensión del discurso del nuevo gobierno argentino.
Además, la salida de Cardarelli implica quitar la “carga afectiva negativa” que había entre la Argentina y el FMI luego del acuerdo que se firmó con el gobierno de Mauricio Macri.
Y aunque en el FMI descartaron que los cambios sigan “hacia arriba” –es decir, con la salida el auditor regional, Alejandro Werner- en Buenos Aires creen que hay que hacer “borrón y cuenta nueva” para poder renegociar el acuerdo con el FMI, tal como lo adelantó el presidente entrante.
Esto debería, según se indicó, seguir con la salida del auditor regional y la del segundo del organismo, David Lipton, un economista norteamericano que conoce como pocos al país y que siempre fue muy escéptico sobre las posibilidades de éxito del programa firmado en 2018.
La permanencia de Lipton –auditor de la Argentina a mediados de los 80- depende de una decisión de la Casa Blanca, que, aunque está enfocada en el inicio de la campaña electoral 2020, no quiere otro foco de crisis en la convulsionada región, según ambas fuentes.
En este sentido, afirmaron que si bien Donald Trump se siente frustrado por el fracaso del actual gobierno, no colocará trabas para que Fernández tenga un canal de diálogo abierto con el Departamento del Tesoro si el staff del FMI se endurece demasiado. Sería una suerte de reedición de la actitud que adoptó George W. Bush con Néstor Kirchner, frente a la intransigencia de Anne Krueger.
Las opciones de pago
De todos modos, más allá de las afinidades personales, las opciones que tiene Fernández con el Fondo son limitadas: o repaga el Stand by vigente, o pide cambiarlo por un Extended Fund Facility (que le permitiría repagar la deuda en 10 años, a cambio de más reformas), o entra formalmente en una situación de atraso (Lending into Arrears).
Hoy, Fernández dijo en la UIA: "No quiero hacerle quitas a nadie, no quiero dejar de pagar lo que debemos, sé que esta terrible y ridícula deuda que se ha tomado la tomó un gobierno democrático (...) pero esta vez esa deuda no lo van a pagar los que menos tienen".
Al respecto, la fuente de Washington cree que el FMI podría aceptar la segunda opción, con un cronograma de repago más largo, si el nuevo gobierno aceptara incluir en el programa la posibilidad de discutir las denominadas “reformas estructurales”, como la laboral o la previsional, aunque sea a modo de declaración de principios.
Seguí leyendo: