Los vencimientos de deuda pública que deberá afrontar el país en 2020 (en dólares y en pesos) ascienden a unos USD 52.000 millones. Dicha cifra resulta imposible de saldar con una economía en recesión, sin acceso al crédito externo y carente de reservas en el Banco Central.
En el macro de la Conferencia Anual de la UIA (Unión Industrial Argentina), el presidente electo Alberto Fernández hizo explícita su intención de honrar las deudas del Estado cuando Argentina “haya crecido, exportado y generado dólares”, a la vez que manifestó su voluntad de hacerlo sin “dejar de pagar ni hacerle quitas a nadie”.
Hoy hay un superávit comercial importante que permitiría al BCRA hacerse de ese excedente de divisas (Fausto Spotorno)
El plan del próximo Gobierno consistiría en conseguir un período de gracia para el pago de intereses a los bonistas, junto con una extensión de plazos para el capital, como sugirió el economista Martín Guzmán, un académico asesor de Fernández.
Guzmán presentó la semana pasada una propuesta para abordar los vencimientos de deuda que incluyó no realizar pagos por dos años, no exigir nuevos desembolsos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para cumplir con vencimientos con privados, negociar de buena fe con los acreedores y delinear un plan consistente para recuperar la sustentabilidad de la deuda.
“Son declaraciones en un ámbito que necesita escuchar un mensaje alentador y cargado de expectativas positivas. Por eso es lógico plantear volver a crecer. Hubo una década perdida en materia de crecimiento. La necesidad de crecer es imperiosa, porque tenemos el mismo PBI que en 2010”, consideró Rodrigo Álvarez, CEO de Analytica. “Las experiencias internacionales de bajar inflación y hacer crecer la economía han sido siempre con crédito externo. Argentina no puede volver a un modelo como el 2012-2015, pero tampoco puede encarar una reestructuración de deuda larga como con Roberto Lavagna, que duró 44 meses”, agregó.
Lo que espera el inversor financiero es comprobar si el próximo Gobierno va a encarar el ajuste fiscal o no (Diego Falcone)
En diálogo con Infobae, Álvarez precisó que “si se quiere crecer, rescato que hay una voluntad de reconocer el 100% de la deuda, sin quita nominal, y eso es algo importante. Después está el cómo y cuándo la Argentina empieza a pagar y ese va a ser el foco de la discusión. Tiene que haber dos principios básicos, la quita al valor presente y que la negociación se cierre en menos de seis meses, porque de otra forma Argentina entra en un proceso muy complicado al ‘romper lanzas’ con el mercado financiero internacional”.
“Va a ser muy difícil sin una negociación lógica que vuelvan las inversiones y recuperar el financiamiento. Vaca Muerta, por ejemplo, puede traer inversiones por unos USD 27.000 millones en los próximos cuatro años”, advirtió el CEO de Analytica. También expresó como plausible “una quita a valor presente que podría ser de 20 a 25 por ciento. La forma en que se haga tiene que ser parte del proceso de negociación”.
Fausto Spotorno, economista jefe de Ferreres & Asociados, definió los dichos de Fernández como “una declaración de esperanza. Por dos cosas: la primera es que tiene que haber un acuerdo con los acreedores, que plantearán sus condiciones, y la segunda es cómo hacer para crecer. Es como ‘el huevo y la gallina’, porque hoy no tenés crecimiento –que es una expansión de la actividad de manera sostenida– y éste requiere inversión durante muchos años y más productividad, cuando hay restricción para el financiamiento”.
La experiencia internacional de bajar inflación y hacer crecer la economía ha sido siempre con crédito externo (Rodrigo Álvarez)
Diego Falcone, Head Portfolio Manager de fondos de Cohen, refirió que “el Gobierno está tratando de cumplir una trilogía imposible, que es lograr bajar el Riesgo País para que se reactive la inversión en Vaca Muerta; bajar el flujo de intereses anuales de deuda, que es de unos USD 8.000 millones anuales con privados –excluido intra sector público y organismos–, y lograr que el FMI reprograme los vencimientos y exija un superávit menor para no hacer el ajuste fiscal”.
“Por ahora lo que escucho sobre eventuales funcionarios y medidas a tomar lo dejo pasar: parece que sigue la campaña. Hay que fijarse en el precio de los activos financieros, que no se ha movido. Se mueven un poco porque hay compradores de títulos públicos con una paridad de USD 35, pero en USD 41 se termina el rally. A partir del 10 de diciembre vamos ver si los precios descienden a USD 25 o se recuperan a 60 dólares”, describió Falcone a Infobae.
“Lo que espera el inversor financiero es comprobar si el próximo Gobierno va a encarar el ajuste fiscal o no. No será bien recibido cualquier escenario sin continuidad del ajuste fiscal que inició Mauricio Macri”, expresó Falcone. “El inversor financiero quiere ver un número de superávit fiscal. Después, cómo se consigue es indistinto, si va por aumento de retenciones, suba de impuestos o recorte de gastos. Si no hay ajuste, se tomará por el camino de una quita y eso abre la puerta a una situación muy complicada”, acotó el experto de Cohen.
Sin superávit ni crecimiento, la sostenibilidad de la deuda dependerá de una reestructuración con quita y reperfilamiento de plazos (Nery Persichini)
Cada día que pase sin renegociar la deuda, las reservas van a estar bajo presión debido a los vencimientos que siguen corriendo. En 2020 los vencimientos están concentrados en el primer cuatrimestre: será clave un acuerdo rápido con acreedores en el arranque del año para que no falten las divisas y se recaiga en default después de 18 años.
El año próximo hay pagos de deuda previstos por unos USD 52.000 millones –en moneda local y extranjera–, de los cuales unos USD 37.000 millones deberán pagarse a acreedores privados y organismos. De este monto, unos USD 21.000 millones son en moneda extranjera y esas divisas deberán extraerse de las reservas netas del Banco Central u obtenerse por nuevos préstamos.
Un reporte del IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) puntualizó que “la concentración de los vencimientos en el corto plazo se encuentra acentuada en el primer semestre de 2020, donde se hallan los vencimientos de las Letras del Tesoro reperfiladas. Los vencimientos del primer semestre 2020 alcanzan los USD 44.700 millones, de los cuales las Letes y Lecap representan la tercera parte. Argentina debe tomar decisiones rápidas en materia de deuda para no cortar los pagos ya comprometidos y no perder aún más confianza”.
UN ESQUEMA CON CONTROLES Y SUPERÁVIT COMERCIAL
Con estrictos controles cambiarios a partir del 28 de octubre, que dejan al BCRA como principal comprador de divisas en la plaza, y superávit comercial, la Argentina podría cubrir buena parte de sus necesidades financieras.
En el último mes la autoridad monetaria lleva adquiridos unos USD 2.500 millones, un monto similar a lo liquidado por los exportadores del agro. Las ventas anuales de granos y derivados suman poco más de USD 20.000 millones con las cotizaciones presentes, un monto similar al de los vencimientos en moneda “dura”.
“En el presente hay un cambio grande, que es un superávit comercial importante, que permitiría al Banco Central hacerse de ese excedente de divisas. También es probable que el control de cambios cambie la forma. Por ejemplo, está liberado para el turismo, pero las importaciones no están liberadas. En este punto habría que priorizar las fundamentales, como la compra de insumos para la producción. También habría que liberar de alguna forma los pagos de dividendos”, propuso Fausto Spotorno.
Resolver la deuda no es un fin en sí mismo, sino condición necesaria para atacar los otros flagelos económicos y sociales (Fernanda Vallejos)
El analista de Ferreres & Asociados recordó a Infobae que “la experiencia del control de cambios con el Gobierno anterior demostró que el efecto para frenar la salida de reservas se extingue en un período de nueve a doce meses. Para un Gobierno que recién comienza es recomendable poder salir del control de cambios lo antes posible”.
Ante los directivos de la UIA, Alberto Fernández prometió que “esta vez, esa deuda no la van a pagar otra vez los que menos tienen, ni los que producen, ni los que dan empleo”. Y remarcó: “No vamos a dejar que las obligaciones externas, que son muchas y que han sido acordadas de un modo delirante –porque pidieron mucha plata a pagar muy rápidamente– se lleven puesta a la industria y al trabajo, y que generen más pobreza y desocupación”.
En el mismo sentido, la economista Fernanda Vallejos, diputada del Frente para la Victoria, dijo que “resolver la deuda no es un fin en sí mismo, es una condición necesaria para atacar los otros flagelos económicos y sociales que nos aquejan” como la “la lucha contra el hambre”, que “es el eje fundamental que ordena todo el programa de política económica”.
“Queremos discutir cuáles son las condiciones de un nuevo programa de política económica que nos permita recrear las condiciones para el crecimiento y la generación de empleo”, subrayó Vallejos.
Las exportaciones del agro suman unos USD 21.000 millones al año, monto similar al de vencimientos en moneda “dura”
En este aspecto, el IARAF advierte que “frenar pagos ya comprometidos puede dar oxígeno en el corto plazo, pero para evitar futuras crisis y garantizar un ambiente económico más estable se necesita una mejora de las cuentas públicas que evite el sobreendeudamiento. El superávit primario, en primer lugar, evita que se siga tomando deuda para financiar el gasto y, en segundo término, permite el pago genuino de al menos una parte de los intereses de la deuda. En un proceso de reestructuración es clave realizar las reformas que permitan darle sostenibilidad al pago futuro de los compromisos externos”.
En ese aspecto, Nery Persichini, estratega de GMA Capital, recordó que “el crecimiento elevado, una baja tasa de interés de la deuda, la presencia de superávits fiscales y una reducida carga de compromisos son los pilares que contribuyen a que la deuda pública sea sustentable. Sin embargo, desde el entorno del Presidente electo no aparecen indicios claros que apunten a la sostenibilidad”.
“Ante este panorama, la sostenibilidad debería recaer con mayor fuerza sobre la tasa de interés o el costo financiero de los compromisos y sobre el peso de la deuda. En otras palabras, se vuelve cada vez más necesaria una reestructuración con recorte en cupones y quita de capital. Los reiterados pedidos de Fernández referidos a ‘crecer para poder pagar’ indicarían que un reperfilamiento de plazos también es inminente”, evaluó Persichini.
Argentina debe tomar decisiones rápidas en materia de deuda para no cortar los pagos, indicaron los expertos del IARAF
Alberto Fernández planteó pocas definiciones concretas respecto al futuro de la deuda. Una de ellas fue que no le pedirá al FMI los USD 11.000 millones que restan del acuerdo que la administración de Mauricio Macri rubricó en 2018 con el organismo, por más de 56.000 millones de dólares. Esta decisión, además de acotar el préstamo stand by a USD 45.000 millones, aligerará los vencimientos para cuando llegue el momento de su devolución, entre 2022 y 2023.
“Respecto de la postura de no pedirle más plata al FMI, creo que la macroeconomía argentina está en condiciones de manejar ese escenario, porque el año que viene va a haber un excedente comercial importante. Con el ‘cepo’ y un canje de deuda lógico, Argentina podría prescindir de esos fondos”, analizó Rodrigo Álvarez.
“En este contexto, el ‘cepo’ llegó para quedarse un tiempo. Es importante que los dólares estén para lo prioritario: el pago de los servicios de deuda pública y privada, y para el giro de utilidades de las empresas que aportaron inversión extranjera directa, porque parte del requisito para esas inversiones es disponer de esa ganancia”, completó el CEO de Analytica.
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