A menos de 30 días del recambio presidencial, las autoridades electas el 27 de octubre no definieron ni cargos, ni mucho menos lineamientos de la política económico-social, solo que, como al comienzo del Gobierno de Cambiemos, se pone el acento en “reconstruir el tejido social para revertir los altísimos niveles de pobreza y descansar en el crecimiento de la economía, para poder ordenar la macroeconomía", según se extrae de las expresiones aisladas de sus principales referentes.
Y también como en el caso de la administración saliente, los primeros pasos comenzaron por las relaciones internacionales, aunque con focos diametralmente opuestos.
En el orden económico también se especula con que se producirá un giro de 180 grados respecto de la gestión anterior, aunque aquí también se reconocen notables limitaciones en los grados de libertad para no fracasar en el logro de los objetivos básicos de recomponer el poder de compra de los asalariados y jubilados, reactivar el entramado productivo y comercial y revertir las severas restricciones que imponen los concentrados vencimientos de la deuda pública.
En una entrevista con Infobae la economista y Diputada Nacional por el Frente para la Victoria desde el 10 de diciembre de 2017 y hasta el 9 de diciembre de 2021 dio algunas precisiones muy generales sobre los objetivos del nuevo gobierno, aunque reconoce: “la recuperación de los ingresos reales no será tan inmediata como nos gustaría”, en su carácter de activa participación en los seminarios y encuentros de los equipos técnicos del Partido Justicialista.
- Dada su función legislativa, ¿Cuál le parece que deberían ser las primeras acciones en el Congreso para poder comenzar a enderezar el rumbo que el Frente de Todos considera equivocado del Gobierno anterior?
- Hay una política, una prioridad muy clara, que es en realidad lo que ordena toda la agenda, también la legislativa. Esto Alberto Fernández lo viene expresando con muchísima claridad y obviamente que es un paradigma que compartimos todas y todos y tiene que ver con la postergación de los sectores más humildes en estos años. Yo siempre me aferro de un dato que me parece muy impresionante que es el inforrme que produce la FAO, que dio cuenta de que en 2018 había 14 millones de argentinos que no podían garantizar su alimentación en cantidad y calidad. Uno puede presumir, sin temor a equivocarse, que después de la devaluación de agosto esos números son todavía más dramáticos hoy en la Argentina. Así que esa es nuestra prioridad número uno, erradicar el hambre.
- ¿En ese número están incluidos los planes asistenciales? Porque, por ejemplo, en la encuesta del Indec de pobreza no se incluye el aporte de la Asignación Universal por Hijo, los $2.500 por hijo, a junio. Entonces, una cosa es el indicador de pobreza por ingreso y otra cosa la indigencia, que son los hogares que sin la AUH no llegan a poder comprar la canasta básica alimentaria...
- No, la FAO lo que estudia es la inseguridad alimentaria y lo discrimina en dos aspectos: la grave y la moderada. Esencialmente de lo que estamos hablando es de personas que más allá de su condición de pobreza o de indigencia, no pueden garantizar que comen todos los días todas la dieta mínima necesaria para poder estar sano, para reproducir su cuerpo biológico.
- En ese punto ¿Cuál sería la primera acción legislativa, la propuesta del Frente de Todos?
- En ese marco está la política que Alberto ha denominado “Argentina contra el Hambre”. Aquí, en el marco de la agenda legislativa, tenemos una iniciativa que además ya ha tenido tratamiento en Comisión que es la Ley de Góndolas. Ese es un tema que está pendiente, seguramente se va a aprobar, que tiene dos virtudes: no solamente busca mejorar el acceso a los alimentos en materia de precios, sino que además es una política que favorece la participación de pequeños y medianos productores, de la economía popular. Es decir, de aquellos sectores que no tienen un acceso fácil a las grandes superficies comerciales. Usted sabe que las góndolas están mayormente coptadas por las grandes empresas, por las grandes marcas, y muchas veces directamente las Pymes no pueden entrar, y en otros casos cuando logran acceeder tienen espacios muy subordinados visualmente.
La Ley de Góndola tiene dos virtudes: no solamente busca mejorar el acceso a los alimentos en materia de precios, sino que además es una política que favorece la participación de pequeños y medianos productores, de la economía popular. Es decir, de aquellos sectores que no tienen un acceso fácil a las grandes superficies comerciales
- ¿Consideran que es un rubro tan relevante? Porque la Encuesta Permanente de Gasto de los Hogares del Indec, la ENGHo, la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares, lo que muestra es que la participación de los grandes supermercados en los lugares de compra de la población es de apenas 25%, el otro 75% se reparte en autoservicio; negocios especializados principalmente y consumo fuera del hogar.
- Sí, por supuesto, por supuesto.
- ¿Cree que el acceso a los alimentos está limitado por el punto de venta o por la carga impositiva que afecta al precio final a lo largo de toda la cadena, desde la producción hasta el comercio final?
- No estoy diciendo que esta medida nos va a resolver mágicamente la situación dramática que tienen muchos habitantes en la Argentina. Es una medida en el marco de un paquete de políticas. Antes de eso no se olvide que aprobamos la Ley de Emergencia Alimentaria no hace mucho tiempo atrás. Lamentablemente el Poder Ejecutivo no viene cumpliendo con lo que esperábamos que sucediese a partir de la aprobación de la ley, porque realmente no hubo disposición de partidas que hagan efectiva la necesidad de atender esa necesidad. Pero está aprobado y no tengo ninguna duda de que a partir del 10 de diciembre se va a hacer efectiva.
- ¿El problema viene por el punto final del eslabón de la cadena o habría que empezar por el inicial, por la producción y los factores que la limitan?
- Lo que tenemos es un problema importante de déficit de demanda en la Argentina. Con un consumo muy deprimido como consecuencia de todo el conjunto de políticas que se han venido desplegando desde el inicio de este Gobierno. Y eso es algo que es lo primero que hay que atender en términos macroeconómicos: recuperar el ingreso de los argentinos es la condición necesaria para que la demanda recupere volumen y para que, por ende, la actividad económica pueda volver a desplegarse. Fíjese que estamos con un nivel de capacidad ociosa en la industria que está superando el 40%; más de 10% de desocupación, es decir, fierros y mano de obra absolutamente desaprovechados.
- Mencionó el uso de partidas presupuestarias. Un tema también crucial va a ser la discusión del Presupuesto 2020. Más allá de que las pautas macroeconómicas quedaron totalmente desactualizadas, ¿Qué están pensando modificar en términos de prioridades, sobre todo porque no estaban contempladas las medidas de emergencia fiscal que dispuso el Gobierno luego del resultado de las PASO, como, por ejemplo, la eliminación del IVA a los productos esenciales? ¿Van a volver a reinstalar el IVA al 21 por ciento?
- Usted sabe que el tema del Presupuesto es un tema bien complejo, y es un instrumento muy importante de la política, porque nosotros siempre entendimos que es en definitiva una hoja de ruta de la política económica, por lo menos para el ejercicio anual. Con lo cual lo que nosotros tenemos obviamente son los lineamientos generales de una propuesta que ha quedado largamente desfasada por la realidad.
Dicho eso, creo que el rol de la política económica, de una buena política económica, es administrar para generar riquezas en la economía, no para resecionarla. Entonces, lo primero que debe contener la Ley de Presupuesto es que exprese una política que permita recuperar el crecimiento, y ergo, también la recaudación del Estado, que, como bien sabemos, es procíclica y lo hemos visto viendo también en este tiempo con la caída de la recaudación como consecuencia del derrumbe de la actividad económica. Y vuelvo a lo que le decía antes, la recuperación del ingreso para recuperar la demanda y por ende las condiciones para producir más.
Creo que el rol de la política económica, de una buena política económica, es administrar para generar riquezas en la economía, no para resecionarla
- Para darle al lector precisión ¿Cuál sería ese instrumento, por dónde empezaría?
- Sin dudas habrá un capítulo que tiene que ver con lo tributario, porque en estos 4 años, además de haber sido dolorosísimos y muy dramáticos en el escenario que nos dejan, no solamente en lo social sino también en lo económico y en lo financiero, fueron un gran laboratorio para la política económica, porque han, de alguna manera, coadyuvado a derribar algunos mitos que son muy comunes en el pensamiento convencional.
- ¿Por ejemplo?
- Esta idea de que si se aumentan los impuestos, por ejemplo, la inversión va a caer. O de que si se aumentan las retenciones las exportaciones van a caer. Y la verdad es que la evidencia empírica de estos años nos dejan frente a una robustez de poder saber que esos mitos efectivamente no son reales. No se verifican por lo menos en la economía argentina.
- Los datos muestran que, justamente, el exceso de presión tributaria hizo que desapareciera prácticamente la inversión y también el ahorro. Y las exportaciones cayeron más por las inundaciones primero, y la sequía después, superado ese efecto crecieron notablemente…
- No, yo creo que el esquema tributario que se ha configurado es malo.
- Pero lo votó el Congreso, el Poder Ejecutivo se ocupa de cumplir con la política tributaria. Es una responsabilidad legislativa la estructura impositiva, y el Gobierno estuvo en minoría…
- Es un diseño del Ejecutivo que el Legislativo ha convalidado.
- Claro, pero algunos proyectos, como el Impuesto a la Renta Financiera, lo impuso la oposición. Es cierto que el Gobierno la podría haber vetado…
- No con nuestros votos. Nosotros no aprobamos ninguna de las reformas tributarias ni tampoco el Presupuesto.
- ¿Cómo no aprobaron los Presupuestos?
- No, nosotros no. Lo aprobó el Cuerpo digamos, con una mayoría de la que nosotros no formamos parte. Nosotros votamos en contra. Pero bueno, independientemente de eso lo que se ve que pasó en estos años es que si uno podía pensar que antes de que asuma Mauricio Macri ya nuestro sistema tributario necesitaba una reforma, siempre en sentido progresivo. En estos 4 años lo que sucedió fue todo lo contrario, hubo una reforma pero en sentido regresivo, el peso de los impuestos al consumo creció muchísimo sobre el total de la recaudación y perdieron peso justamente los más progresivos, los impuestos directos que pesan sobre quienes tienen en definitiva mayor capacidad contributiva. El caso de Bienes Personales es un ejemplo claro. Se recortaron los impuestos a los ricos en estos años y la inversión se desplomó.
O sea, con menos impuestos hubo menos inversión, al contrario de lo que el paradigma convencional suele decir. Lo mismo se podría decir con las importaciones. En la etapa de crecimiento acelerado por ejemplo durante la etapa del kirchnerismo, entre 2003 y 2011, tuvimos con otra estructura recaudatoria, con Impuestos a los Bienes Personales más altos, la inversión que volaba. Mientras que entre 2015 y ahora la tasa de inversión pasó del 20% al 16% del PBI, cayó 13 por ciento.
En estos 4 años lo que sucedió fue todo lo contrario, hubo una reforma pero en sentido regresivo, el peso de los impuestos al consumo creció muchísimo sobre el total de la recaudación y perdieron peso justamente los más progresivos, los impuestos directos que pesan sobre quienes tienen en definitiva mayor capacidad contributiva
- ¿Usted cree que la inversión viene motorizada por las personas de altos ingresos, o la impulsan las empresas?
- No, por eso, yo le estoy diciendo lo que dice el pensamiento convencional, no lo que yo pienso. Creo, que se han destruido las condiciones para que las empresas inviertan.
- ¿Cuáles serían los instrumentos legislativos para revertir ese escenario?
- No creo que la cuestión tributaria sea una determinante de la inversión. Si cobro impuestos por el total de las ventas a una empresa naturalmente no va a invertir, probablemente se va a ir. Pero la realidad es que la inversión es una demanda inducida, derivada como parte de la demanda agregada (Nota del Editor: consumo público y privado, más las exportaciones menos las importaciones). Por eso digo, se destruyeron las condiciones para invertir. Y esto no solamente lo dice la teoría económica, lo corroboran los empresarios que nos dicen que se les derrumbó el mercado. Es decir, no tienen demanda. Obviamente, como se derrumbaron los ingresos de los argentinos, se desplomó el consumo en la Argentina, quién le va a comprar a esas empresas. Nadie. Tenemos casos paradigmáticos de grandes empresas que no hubierámos imaginado, muy vinculada al consumo interno, que les ha ido muy mal en estos años.
Lo decía antes, más de 40% de capacidad instalada ociosa. Con lo cual uno también tiene que pensar que la inversión no va a explotar mágicamente. Y lo primero que va a tener que suceder es que se vuelva a ocupar esa capacidad que hoy está vacante. Y una vez que la demanda adquiera cierta dinámica y se reduzca el ocio de los establecimientos ahí va a aparecer la necesidad de una demanda de inversión por parte de las empresas.
- ¿Cómo piensa que se va a poder recrear la demanda interna si al mismo tiempo esas empresas están aumentando los precios y suben los combustibles, suben los alimentos, a pesar de un tipo de cambio estable para el comercio exterior, a pesar de que las tasas de interés están bajando, en niveles muy altos? ¿Ve una actitud defensiva, o destructiva de las empresas?
- Me parece que las empresas están haciendo lo que pueden.
- ¿O le están temiendo a que viene un control de precios y están tomando medidas preventivas?
- No, al contrario, yo veo una gran expectativa. Digo, están esperando por favor que cambie esta política económica y recuperar en primera instancia el mercado interno. Obviamente, usted tiene razón que tenemos una inflación galopante en la Argentina, en menos de 4 años se ha más que duplicado la tasa inflación. Y ahí también veo un fenómeno interesante para analizar, porque si uno piensa que la inflación tiene dos momentos, uno determinado por los impulsos primarios y ahí hay una responsabilidad directa de la política económica, como fueron la devaluación y los tarifazos. Y ni hablar de la deuda. Entonces ahí tiene los dos impulsos primarios. Y después está el problema de la propagación, donde juega la puja distributiva por los reacomodamientos de los precios relativos. Ahora, claro, recuperar la demanda, es decir los ingresos reales de la población no implica solamente mejorar la nominalidad, implica también, claramente y necesariamente, trabajar sobre los precios.
- ¿Cómo vislumbra las primeras medidas para recuperar el ingreso de las familias y para desacelerar el ritmo de aumento de los precios?
- Son las dos cosas: mejorar los ingresos obviamente, de los jubilados, es una decisión de política económica; de quienes perciben asignaciones, de los trabajadores, que habrá que tratar en el marco de un acuerdo con los empresarios, por supuesto. Y sobre los precios. Como las tarifas son uno de los impulsos primarios, el presidente electo ha sido muy claro, desde el momento cero hay que desdolarizar las tarifas y que hay que avanzar, como además lo dijo la propia Justicia argentina, ir a un esquema razonable, no solo para el consumidor, para la familia, para el usuario residencial, que está obviamente ahorcado por esta situación; pero también para las empresas, porque se les multiplicó por mil el costo de la energía.
Desde el momento cero hay que desdolarizar las tarifas y que hay que avanzar, como además lo dijo la propia Justicia argentina, ir a un esquema razonable, no solo para el consumidor, para la familia, para el usuario residencial, que está obviamente ahorcado por esta situación; pero también para las empresas
- ¿Ese proceso va a ser inmediato o gradual como objetivos de largo plazo? ¿Y cómo se va a financiar, con más déficit fiscal, emisión, porque no se ve mucho espacio para tomar más deuda?
- Las dos cosas. Creo que va a ser una política inmediata de mejora de los ingresos, seguramente no de una recuperación de la magnitud que a todos nos gustaría en lo inmediato, porque el sector privado tiene sus limitaciones. Eso se va a terminar definiendo en el marco de un acuerdo económico y social, que también va a pasar por aquí, por la Cámara baja, que va a armonizar necesariamente las necesidades de todos los actores económicos y sociales. Y por supuesto, eso es un punto de partida y es un rumbo de la política que tendrá que ir recuperando progresivamente un sendero de crecimiento real de los ingresos en la Argentina que motorice en definitiva el crecimiento económico y la generación de riqueza.
Usted me pregunta cómo se va a financiar. Bueno, para empezar con crecimiento. Estas son medidas urgentes y no solo responden a un imperativo moral, como primer orden, porque es inadmisible que haya hambre en la Argentina, responden a una necesidad social porque es de plena justicia que los que hoy no comen o que los viejos que no pueden comprar sus remedios puedan hacerlo o que los pibes puedan ir a la escuela con la panza llena, etcétera. Pero también responde a una lógica económica, a un principio de racionalidad vinculada a todo lo que decíamos antes.
Entonces si mejoran los ingresos, y se recupera el consumo, se generan las condiciones para producir, para ocupar la capacidad ociosa, para invertir en la Argentina, va a haber crecimiento económico y eso va a volver al Estado en la forma de mayor recaudación, con un esquema más progresivo. Porque es justo y también porque tiene que ser mucho más efectivo, en función de lo que son los otros objetivos de política económica que son más crecimiento, más desarrollo y más generación de empleos.
- ¿Usted cree que lo que el gobierno de Cambiemos no logró solucionar esos problemas con el crecimiento, el Frente de Todos lo va a lograr?
- Cambiemos no solo no lo logró, sino que empeoró todo. Creo que el crecimiento va a permitir ocupar la capacidad ociosa, no cabe ninguna duda. Es una realidad fáctica.
- ¿Cuáles serán los incentivos para lograr un rápido ciclo de crecimiento?
- Es una dinámica. Mejorarle el ingreso a la gente va a permitir crecer. Fíjese que a veces una pequeña falla del razonamiento, que es tal vez lo que le sucedió a este Gobierno: recortó los ingresos y no hubo crecimiento, hubo recesión en la economía. Mejorarles los ingresos a los argentinos es una condición para que haya crecimiento en la economía, y esa es una condición para que se genere empleo; y aumente todavía más la masa de ingresos. Es el famoso círculo virtuoso.
- ¿Cómo se imagina que esa recuperación del ingreso va a tener la identidad suficiente para no desequilibrar las variables fiscales y externas, dado que la economía depende mucho de divisas para producir, y el Estado destina casi dos tercios del Presupuesto al gasto social y salarios de la gestión?
- Fíjese lo que pasa, porque estamos plagados de paradojas. Cuando Alberto Fernández dijo vamos a devolverles a los jubilados los medicamentos gratuitos enseguida hubieron voces que salieron a calcular cuánto le costaba al Estado; lo mismo cuando se analizó darles un bono de fin de año a los jubilados y a los perceptores de asignaciones familiares y universales. Bueno, todo eso cuesta 0,15% del PBI. Hoy se destinan, habría que ver los últimos datos que no están publicados, 4% del PBI al pago de intereses de la deuda pública.
A veces uno tiene la impresión de que hay dos problemas en el pensamiento económico convencional, uno es cierta pereza intelectual, en el sentido que se han aprendido algunos lineamientos generales de economía y después nunca más se siguió indagando, perfeccionando y tratando de entender cómo funciona en realidad la economía argentina. Porque esos lineamientos, que se derivan de modelos que fueron pensados para economías centrales y no periféricas como las nuestras, finalmente no funcionan. Y este Gobierno es una demostración muy clara de que eso no funciona.
Y después, más preocupante todavía, es cierta jerarquización de prioridades de la política que es tal vez lo más grave, porque es una jerarquización que habla de cierto desprecio por sectores que son mayoritarios en la Argentina. Porque si la política económica no permite el pleno desarrollo de los ciudadanos que habitan el suelo de esta Patria, el problema no son los ciudadanos, es la política económica.
Más preocupante todavía, es cierta jerarquización de prioridades de la política que es tal vez lo más grave, porque es una jerarquización que habla de cierto desprecio por sectores que son mayoritarios en la Argentina
Y digo, cómo puede ser que no les llamó la atención cuando este Gobierno tomaba deuda y aumentaba el gasto en intereses de una manera escandalosa. Los recursos presupuestarios que se destinaban al pago de intereses era menos del 8% en 2015, hoy es más del 21%. Eso es inadmisible.
- En 2015 se arrastraba el default parcial de la deuda, y sólo se pagaban los intereses a quienes venían a cobrar a la Argentina, por el riesgo de confiscación…
- No, en default está ahora que se dejaron de pagar títulos públicos de corto plazo. Eso es inadmisible. Es inadmisible primero moralmente y además es sumamente ineficiente en términos económicos, porque ese gasto en pagar intereses de la deuda, una deuda ociosa que no sirvió para nada, que no tuvo ningún beneficiario de inventario para los argentinos más que financiar la fuga de capitales de un porcentaje muy pequeño, un 4% de la población adulta de la Argentina.
- ¿Cree que va a comenzar a repuntar la inversión a partir de un Acuerdo Social de Precios y Salarios?
- Estoy segura que sí. Ya hay proyectos comprometidos. Además, a nadie se le escapa que la Argentina tiene un enorme potencial. Bueno, ese enorme potencial está esperando que haya políticas adecuadas para que pueda desplegarse. En estos días se ha hablado muchísimo de Vaca Muerta, pero la Argentina también tiene potencial en litio, en materia de minería en general. Y además tenemos mucho potencial industrial, muchas capacidades técnicas, una larga tradición que nos diferencia dentro de nuestra propia región. Y también un enorme potencial humano. Tenemos un sistema científico tecnológico, a pesar del desfinanciamiento y todo lo que ha sufrido en estos años, que sigue siendo robusto, que sigue siendo denso. Un sistema universitario del que tenemos que sentirnos orgullosos, que también es un modelo en América Latina y muchas veces en el mundo. Bueno, todo eso hay que tomarlo no como partes aisladas de un rompecabezas sino como parte de lo que son, de nuestra identidad nacional y económica y ponerlo a jugar y ponerlo en valor. ¿Cómo? Con un Estado que conduza férreamente una política encarada hacia el desarrollo.
Fotos: Maximiliano Luna
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