Apenas 30 segundos después de un breve discurso de agradecimiento a miles de seguidores en la noche de su victoria electoral, Alberto Fernández ya había tomado partido en dos de los temas que más dividen a la región.
Después de felicitar al Evo Morales por su victoria en las elecciones presidenciales de Bolivia el fin de semana anterior, pasó a exigir la liberación del ex presidente preso de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
“¡Lula libre!”, gritó en medio de la aprobación de la multitud. Muchos brasileños están convencidos de que el ex sindicalista de izquierda es culpable de corrupción, tal como imputa el presidente Jair Bolsonaro.
La provocación de Fernández alimentó los temores de que seguirá una política exterior radical en la línea de los gobiernos peronistas anteriores, a pesar de la urgente necesidad de Argentina de tener buenas relaciones con el FMI y los acreedores internacionales, ya que está al borde de su noveno default.
Las esperanzas de un enfoque más moderado “pueden ser ilusiones”, dijo Benjamin Gedan, quien dirige el proyecto de Argentina en el Wilson Center de Washington, en EEUU. Describió los comentarios “completamente innecesarios” de Fernández como una “señal muy desalentadora”.
El nuevo presidente electo dio más pistas sobre su política exterior en una serie de tuits que respondieron a las felicitaciones por su victoria electoral de los líderes de toda la región. Las respuestas amistosas se reservaron para los aliados de izquierda, en particular el “querido” Morales, el único con ideas afines entre los vecinos, y Andrés Manuel López Obrador en México, que recibió el lunes a Fernández en su primer viaje al extranjero desde que ganó la presidencia.
Fernández dijo que trabajaría con López Obrador “de la mano”. Pero sus comentarios al líder autocrático de Venezuela, Nicolás Maduro, fueron más ambiguos, diciendo que la pobreza y la desigualdad desenfrenadas en la región deberían resolverse con la “fuerza total” de la democracia.
El presidente electo argentino no tuvo ningún mensaje para el temperamental Bolsonaro, quien confirmó que no asistirá a la asunción de Fernández después de declarar que el electorado argentino tomó la “decisión equivocada”.
En agosto, el ex capitán del ejército brasileño llamó a Fernández un “bandido de izquierda” y él contestó describiendo a Bolsonaro como “racista, misógino y violento”. Las relaciones se deterioraron aún más la semana pasada cuando Eduardo, el hijo de Bolsonaro, retuiteó una foto de sí mismo con una ametralladora junto a una fotografía del hijo de Fernández, Estanislao, quien estaba vestido de drag.
Intentar “trascender las diferencias ideológicas” con el provocador líder de Brasil es uno de los dos grandes desafíos que enfrenta Fernández, dijo Patricio Carmody, miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales.
Mantener buenas relaciones con el socio comercial más grande de Argentina es crucial por los intereses compartidos, como el Mercosur, del que algunos temen que Bolsonaro esté planeando salir.
Quizás aún más importante, es Fernández deberá mantener buenas relaciones tanto con Estados Unidos como con China. Eso será desafiante dada la creciente presencia de China en la región, una tendencia que muchos en Washington ven como una amenaza, especialmente por una estación de rastreo de satélites de control militar del gigante asiático en la Patagonia.
Pero Gedan teme que las relaciones de Argentina con EEUU puedan verse socavadas por un cambio de sentido en su política hacia Venezuela, dado que el tema es “por lejos la prioridad número uno” en la región para el presidente estadounidense Donald Trump.
Esa es “una fuente inevitable de tensión”, dijo, y agregó que un cambio de política podría tener serias implicaciones para las negociaciones de Argentina con el FMI, debido al poder de veto que Estados Unidos tiene como mayor accionista del Fondo.
Hasta ahora, Estados Unidos ha confiado en el presidente saliente, Mauricio Macri, para que tome un papel de liderazgo en la región al condenar el régimen dictatorial de Maduro. Muchos creen que la estrecha relación de Macri con Trump explica por qué el FMI fue tan rápido para apoyar a Argentina con el préstamo más grande de su historia durante una crisis monetaria del año pasado.
Juan Gabriel Tokatlian, especialista en relaciones internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, cree que es “altamente probable” que Argentina se convierta en el primer país en retirar el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Pero también argumentó que era poco probable que Estados Unidos quisiera “dispararse en el pie” endureciendo su postura en el FMI contra Argentina.
El presidente electo argentino no tuvo ningún mensaje para el temperamental Bolsonaro, quien confirmó que no asistirá a la asunción de Fernández después de declarar que el electorado argentino tomó la ‘decisión equivocada’
“Estados Unidos quiere dos cosas en América Latina: seguridad y estabilidad”, dijo. Dado que muchos otros países de la región están en crisis, como las protestas desestabilizadoras que continúan Chile, “la inestabilidad [en Argentina] simplemente crea más problemas. [Estados Unidos] no puede tener tantos puntos críticos en la región", dijo Tokatlian.
Diana Tussie, especialista en relaciones internacionales en el Instituto Latinoamericano de Ciencias Sociales, argumentó que el equilibrio cambiante de poder en la región significaba que todos los jugadores se verían obligados a ser más pragmáticos.
“Alberto es alguien que sabe cómo salir de una situación difícil”, dijo. “Ha sido asediado antes y mira dónde está ahora. Es muy pragmático".
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