“La Argentina lleva varias décadas retenida en una trampa de crecimiento interrumpido. Desde mediados del siglo pasado, experimentó 16 episodios recesivos que involucraron 25 años de contracción económica. Una recesión cada tres años”, ese el primer párrafo del Resumen Ejecutivo de ‘#META Metas Estratégicas para Transformar Argentina: Exportar para crecer´, un nuevo trabajo de investigación de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), ONG que fue convocada por la Cámara Nacional Electoral (CNE) a participar del Consejo Asesor para el Debate Presidencial. El documento elaborado por Martín Rapetti, director del Programa de Desarrollo Económico; los coordinadores Pablo Carreras Mayer y Caterina Brest López y el analista Alejo Sorrentino.
Sobre esa base, Infobae entrevistó a Martín Rapetti, uno de los economistas estudiosos del ciclo económico y que desde hace más de un año viene planteando la necesidad de poner foco en el crecimiento de las exportaciones, para revertir los recurrentes ciclos recesivos que, generalmente, se disparan a partir de la crisis de divisas para poder hacer frente a los pagos externos, a los cuales bautizó como “El día de la Marmota”, doctor en Economía (Universidad de Massachusetts, Amherst). Profesor adjunto de Macroeconomía II y director de la Maestría en Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, para analizar la coyuntura, pero en particular el camino que se debe recorrer para revertir un largo ciclo de estancamiento y alta inflación.
Sobre todo, porque desde 2013 Rapetti viene analizando el ciclo del tipo de cambio real en la Argentina, al punto que había anticipado con 8 meses la crisis que derivó en la devaluación de enero de 2014, cuando Axel Kicillof era ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner; y también en noviembre de 2017 se encontraba entre “la fauna”, como le gusta decir, de economistas que alertaban sobre la entonces inconsistencia entre la política fiscal, exigente pero a la vez gradualista, y la monetaria que se había puesto una meta rígida, en base a una tasa objetivo de inflación, fue en una conferencia en la Unión Industrial Argentina.
- Una de las enseñanzas de las crisis en la Argentinas es el rápido ajuste del sector externo, se recupera rápidamente el superávit comercial y externo, por moderado aumento de las exportaciones y drástica caída de las importaciones. Sin embargo, tanto en los equipos técnicos de la UIA, como del Frente de Todos, plantean la necesidad de crear incentivos para poder generar divisas de modo permanente y no transitorio. ¿Cree que el tipo de cambio está ahora en niveles competitivos, para que se sostenga el superávit comercial y no depender de otros incentivos y administración del comercio exterior?
- Lo primero que hay que decir es que el nivel del tipo de cambio alto, en base a mi carrera académica de análisis de la paridad cambiaria, lo veo como condición necesaria, ineludible, sin eso no se puede crecer. Eso es lo que enfatizamos en este nuevo documento “Exportar para Crecer”, en el que consideramos que el Banco Central debería tener entre sus objetivos. Los chilenos llaman la sostenibilidad de las cuentas externas, que fue la forma que tuvieron a fines de los 80 en la transición entre el gobierno de Augusto Pinochet y la Concertación de que el Banco Central, dado que tenía un problema de deuda externa muy pesado, se garantizara a través de la autoridad monetaria un tipo de cambio elevado y estable, para que justamente la oferta de bienes transables pudiera hacer su trabajo de generar los dólares que estaba necesitando la economía y que iba a seguir necesitando. Pero también me parece que una política de aumento de las exportaciones requiere más que eso, necesita más acciones sobre la microeconomía, que este Gobierno le ha prestado más atención, como todo lo que tiene que ver con la simplificación de trámites; diligencia comercial; apertura de mercados; certificación de calidad; financiamiento, que son muy importantes. Y lo que la experiencia muestra también -hay un trabajo del Departamento de Investigadores del Fondo Monetario Internacional cuyo título se puede traducir: “el éxito de la política no debe ser mencionada”, que cuando se sigue una política industrial, sectorial, que tiene una meta y una temporalidad de los incentivos, por un tiempo y con exigencias de cumplimiento, funciona.
- En la Argentina nunca estuvo vigente un régimen de incentivos a las exportaciones con multas por incumplimiento, y nunca se planteó en esos términos…
- Creo que la clave está en cómo se diseña esa política. El tipo de cambio es muy importante; las acciones microeconómicas, como mencionaba antes, también, como las propuestas de la UIA, pero es clave cómo se instrumenta, para que no termine en un regalo de plata, como ha sucedido repetidamente en América latina, y en la Argentina en particular. Y creo que sería muy pernicioso para las políticas públicas no mostrar estos matices, porque hay muchos casos en lo que han sido exitosas para el desarrollo económico.
- ¿Ve a los industriales dispuestos a hacer una transformación para convertirse en generadores netos y permanentes de divisas, o son más “mercado internistas” y piensan más en pedidos de protección frente a un mundo globalizado?
- El problema es definir si son los dirigentes empresarios industriales que no tienen vocación exportadora, con algunas excepciones, o es que, por la interacción social, por la forma en que trabajamos los argentinos en general, da un resultado que determina que la mejor estrategia para un industrial es hacer eso. Pero si se le pone otro contexto y otra política macroeconómica que tienda a la estabilidad, es muy probable que cambie.
- ¿No hay otra forma de superar el escollo que esperar a que la macroeconomía se estabilice, es decir a partir de un tipo de cambio alto, competitivo?
- Creo que eso es fundamental. Pero también creo que es importante tener algún tipo de acuerdo, de institucionalidad, sobre el desarrollo exportador. Esto es lo que plantea el nuevo documento de Cippec, con muchísima humildad y como un aporte a la conversación para la cristalización de la institucionalización de una política de Estado, a través de una Agencia de Desarrollo Exportador. La frase que me gusta usar, ahora que se habla tanto de la necesidad de un amplio Pacto Social, es que el Acuerdo Económico y Social debe tener un Pacto de Desarrollo Exportador. Eso me parece central, porque tenemos que entender que la Argentina es el campeón mundial de las recesiones: 16 en los últimos 70 años, lo pasa al Congo. Es decir, sabemos que el país es un caso excepcional de interrupción del crecimiento, cada 2 o 3 años, que ocurren porque nos quedamos sin dólares; y sabemos también que esas interrupciones no son neutras, afectan el ritmo de crecimiento de largo plazo. Y si se quiere crecer más rápido, tiene que hacerlo de forma sostenida, y eso requiere generar dólares. Por el trabajo se titula: “Exportar para crecer”.
También sabemos mucho los que estudiamos la historia económica de la Argentina que cuando el país crece se desbordan las cuentas fiscales. Y ahora hay una urgencia en las finanzas públicas. Por eso creo que una de las cosas que debería hacer el próximo gobierno, cualquiera que resultare electo, tener alguna regla o ley de equilibrio fiscal.
La frase que me gusta usar, ahora que se habla tanto de la necesidad de un amplio Pacto Social, es que el Acuerdo Económico y Social debe tener un Pacto de Desarrollo Exportador. Eso me parece central
- En las últimas décadas se ensayaron pactos y compromisos fiscales con las provincias, para tender al equilibrio presupuestario, pero no han tenido buenos resultados. ¿Por qué ocurre que en las etapas de corto crecimiento, donde el consumo aumenta, y las ganancias de las empresas también, sube la recaudación, se desbordan las finanzas públicas?
- Creo que hay dos períodos históricos hasta el desempate de la dictadura militar la Argentina tenía un problema fiscal clarísimo, que no necesariamente afectó tanto del crecimiento, porque si se mira la tasa de variación del PBI crecimiento de esa etapa fue bastante mejor que la que se registró después. El gran problema del país es su inserción a la globalización financiera que comienza a mediados de los 70. Y se observa la dificultad de un enorme endeudamiento externo. Si se no mira lo que pasa con el golpe militar es un enorme problema endeudamiento externo público y privado, y, obviamente, cuando eso ocurre el gobierno tiene que hacer un “bailout” de las empresas y bancos, que se constituyó en un peso que no le permitió crecer a la economía en los 80, la cual se bautizó “la década perdida”.
En los 90, cuando los países emergentes acceden al financiamiento externo, ocurren dos cosas: hay una corrección fiscal donde los déficits virtualmente se eliminan, en los primeros años de la Convertibilidad, y el desequilibrio posterior no fue tan alto. Pero el problema fue que persistió el gran peso de la deuda, que quedó enmascarado en un brutal atraso cambiario, porque eso “inflaba” el PBI medido en dólares y la hacía aparecer como que era baja. Y cuando vino la devaluación, la deuda en dólares siguió siendo la misma, pero el PBI se desinfló. A eso se sumó las emisiones de títulos públicos.
- Hay economistas, no muchos, que cuestionan la medición de las finanzas públicas en base caja, esto es lo efectivamente pagado del total de gastos, y no el devengado, porque oculta el efecto del crecimiento de la deuda pública para cubrir los desvíos respecto del total de los ingresos…
- Sí, correcto. Pero el punto que enfatizo es el de la deuda de arrastre, porque si se la medía con un PBI en dólares a tipo de cambio constante, se podía ver que en los 80 era mucho más alta de lo que parecía al tipo de cambio corriente, como se demostró en un trabajo del Cedes, junto con Mario Damil y Roberto Frenkel: “La deuda argentina; historia, default y reestructuración”. Y en los 2000 hubo una limpieza de deuda impresionante que mejoró la hoja de balance del sector público con la reestructuración de 2005 y 2010.
- ¿Ahora pasó lo mismo? ¿Se dejó atrasar el tipo de cambio como ancla de la inflación, y cuando se produjo la devaluación, tras el resultado de las PASO, saltó la relación deuda-PBI y el Gobierno tuvo que caer en default selectivo de corto plazo y proponer el reperfilamiento de los vencimientos a largo plazo?
- Por eso también no soy tan terrible en la crítica, porque si se mide la relación deuda/PBI a un tipo de cambio real constante resulta mucho más baja, y con el sector privado exclusivamente es de un 30% del PBI. Obviamente, es un tema a resolver, pero también por eso es muy difícil para un economista resolver cuando se está frente a un problema de liquidez y cuando de solvencia fiscal. Sinceramente creo que en otras condiciones de mercado, con otra sucesión de eventos políticos, hoy tendríamos más un problema más de liquidez que de solvencia.
Lo terrible de esta historia es que no necesariamente uno piensa que el gobernante argentino tiene una propensión a gastar de más, sino que lo exótico fue como realmente se descontroló lo fiscal sobre los finales 2000. Cuando el Gobierno habla de los 12 años previos, creo que hizo un mala lectura histórica, desde el punto de vista macroeconómico, porque hasta 2010 había una economía más o menos ordenada, había superávit gemelos, fiscal y externo; si había problemas, como el energético; el Indec; y otros.
Es muy difícil para un economista resolver cuando se está frente a un problema de liquidez y cuando de solvencia fiscal. Sinceramente creo que en otras condiciones de mercado, con otra sucesión de eventos políticos, hoy tendríamos más un problema más de liquidez que de solvencia
- ¿El cepo cambiario de fines de 2011 le hizo daño a la economía?
- Creo que el cepo fue una decisión de un mal diagnóstico de la política económica, porque lo que pasó es lo que Miguel Bein llama “el macrocidio”, porque entre 2010 y 2011 los salarios venían creciendo al 30% anual; la inflación subiendo al 25% y el tipo cambio al 5%, es decir, los salarios estaban aumentando a un ritmo de 19% anual en dólares. Eso era insostenible, y no era un problema externo. Y nadie devalúa antes de una elección, pero era inevitable, por eso todo el mundo se anticipa y compra dólares, y caen las reservas.
- ¿Eso le pasó al Gobierno en los meses previos a las PASO, pensando que si atrasaba el tipo de cambio con eso mantenía la inflación en un techo y no un piso, y con eso llegaba al 11 de agosto con la situación controlada, pero al perder la elección ocurre la devaluación y la inflación pasó a ser un piso y la recesión se agudizó?
- Eso es sorprendente, porque la literatura académica internacional enseña que donde se ve la tentación política del gasto público todo el mundo mira que el Banco Central no tenga que financiar al Tesoro. Es decir, que sea independiente para que cuando llega la elección la autoridad monetaria ni financie, ni baje la tasa de interés. Pero lo que nadie dice es que todo lo que hacen los presidentes del Banco Central en la Argentina no tiene nada de independiente y lo que hacen, junto con todos los políticos, es atrasar el tipo de cambio antes de las elecciones. Es la principal forma de hacer populismo. Es lo que Adolfo Canitrot llamaba “populismo cambiario”.
- ¿En un nuevo escenario, con la alta probabilidad de un cambio de giro hacia la vuelta del Populismo, ve a Alberto Fernández con una orientación más orientada a impulsar el mercado externo y la inversión, como expresan varios economistas de su entorno, para después fomentar el consumo, o cree que las presiones internas le van a poner un freno? ¿Lo ve con grados de libertad para llevar a cabo de una estrategia de ese tipo?
- Es una respuesta que puede dar más un político que yo. Lo que le puedo decir son dos cosas: primero que Alberto Fernández es una persona cuando estuvo en el gobierno, la política macroeconómica de la Argentina fue muy sólida, había superávits gemelos; segundo conozco a varios de los economistas cercanos a él y me parecen que entienden bastante bien cuáles son los problemas, Matías Kulfas habló de la necesidad de impulsar las exportaciones. Por eso veo que hay una conciencia bastante clara. Pero siempre el peronismo cobija elementos muy heterogéneos, por eso siempre es muy difícil predecir para dónde van a ir. Le podría definir al gobierno de Carlos Menem como de ortodoxia económica; el de Néstor Kirchner de desarrollismo económico y el de Cristina Fernández de Kirchner de nacionalismo popular económico. Son todos distintos. Ciertamente me imagino al interior de la coalición del Frente de Todos conviven esas tres visiones. Y permítame decirle que no existe Hugo Chávez con el petróleo a USD 30 el barril. Quiero decir, está en la imaginación de gente que piensa que no se puede ir a una economía expansiva, porque hay muchos problemas.
Siempre el peronismo cobija elementos muy heterogéneos, por eso siempre es muy difícil predecir para dónde van a ir. Le podría definir al gobierno de Carlos Menem como de ortodoxia económica; el de Néstor Kirchner de desarrollismo económico y el de Cristina Fernández de Kirchner de nacionalismo popular económico. Son todos distintos
- La soja no cotiza más a USD 500 la tonelada, sino que está en USD 336…
- Exacto.
- El presidente de la UIA, Miguel Acevedo, dijo después de un encuentro con Alberto Fernández: “Ve la reforma laboral como algo posible”, pero uno de los economistas más cercanos al candidato por el frente de Todos, Matías Kulfas, dijo que eso no estaba en los planes. ¿Cree que se puede impulsar las exportaciones sin un cambio en la Ley de Contrato de Trabajo?
- Es interesante, acaba de salir las últimas estimaciones del WEO (World Economic Outlook) del FMI, y tiene un capítulo sobre reformas, donde los investigadores analizan evidencias, no es un dogma, estudian muchos casos, y lo que dicen es que las reformas de este tipo hay que hacerlas cuando la economía está en crecimiento. Es una fantasía pensar que se puede hacer una reforma laboral y tributaria en el actual contexto de la economía argentina y que después despega, porque sería más recesivo, no expansivo. Si en un mercado laboral apremiante, donde no hay demanda, se flexibilizan las condiciones de contratación, lo que se produce son despidos no aumento del empleo. Lo han dicho estudios de Luis Beccaria y Roxana Maurizio en un informe sobre “Mercado de trabajo y la distribución del ingreso: lo sucedido en los 2000 y sus contrastes con los noventa”, y los investigadores del FMI ahora.
- ¿Qué otra restricción ve hacia adelante?
- Son varias, pero me parece muy importante pasar como 2 mensajes, desde un think tank como es el Cippec, que hay que pensar que hay formas sencillas para salir de la situación actual de estanflación, y que el otro, no es sencillo, necesita una fina articulación, porque lo que viene, lo que necesita Argentina en el corto plazo es un programa integral de estabilización macroeconómica, el cual tiene que tener los siguientes puntos:
1. Un programa para desinflar la economía, porque no se puede crecer con inflación al 60% al año. A mucha gente le molesta que diga esto, porque hay mucha experiencia, y los datos son bastante claros, sobre que la inflación no es un gran problema para el crecimiento cuando los precios suben a un ritmo de 20% hasta 30% al año. Hay que ir a algo parecido a lo que hicieron los israelíes y otros países a mediados de los 80, se movieron rápidamente hacia una inflación de 20% al año. Por eso creo que se necesita desinflar rápido el año que viene, porque después es más difícil, y luego seguir en esa línea, gradualmente, porque no se necesita sacrificar el tipo de cambio, ni ningún precio.
El problema de bajar de ese rango rápido es requiere sacrificar algún precio, atrasar alguno, pero luego se viene como un búmeran, cuando se deba corregir. Y eso no se puede hacer sólo con un Acuerdo de Precios y Salarios, porque está recontra demostrado que dura poco y se vuelve a la situación inicial. Pero también está muy estudiado, como lo hizo Miguel Kiguel, que aquellos planes que combinan elementos ortodoxos: consolidación fiscal y financiero, porque hay que pagar la deuda; coordinación fiscal y monetaria, que el Banco Central no sea la fuente de financiamiento del Tesoro; política cambiaria, porque la paridad la tendrá que usar como algún tipo de ancla; y política de ingresos: Pacto Económico y Social, sirve.
- ¿El segundo punto, o parte del programa?
- 2. El ajuste fiscal. Aunque dado el momento electoral no quiero detallar mucho lo que pienso, se lo cuento en un mes. Pero creo que hay que corregir el déficit, se ha hecho un gran sacrificio hasta acá, pero no habría que malograr lo que se hizo e ir a un déficit primario cero, con las medidas que sean necesarias, a través del aumento de la recaudación y de bajar algún gasto.
Hay que corregir el déficit, se ha hecho un gran sacrificio hasta acá, pero no habría que malograr lo que se hizo e ir a un déficit primario cero, con las medidas que sean necesarias, a través del aumento de la recaudación y de bajar algún gasto
A partir de ahí aparecen los puntos 3 y 4: Hay que mantener el acuerdo con el FMI, el cual debería tener un aporte adicional de fondos para poder llevar a cabo el reperfilamiento de la deuda con el sector privado, para que garantice, en base a los puntos anteriores, el pago de los nuevos vencimientos.
- ¿Y el quinto punto?
- 5. Una reforma estructural, necesaria, a partir de 2021, de contar con una Ley que establezca una regla fiscal, en la que se defina cómo debería ser la trayectoria de superávit fiscal primario. Es decir, como se va a ir generando el excedente de recursos tributarios para poder pagar los intereses de la deuda pública. Eso requiere un ejercicio de consistencia macroeconómica.
Si se logra todo eso, creo que los primeros 4 puntos pueden ser de rápido cumplimiento, probablemente desde el 28 de octubre se pueda trabajar sobre eso, me imagino que sobre el fin del 2020 la economía podría comenzar a despegar. Y, se me olvidó un sexto punto, que es junto con desinflar, tener un Acuerdo Económico y Social que incluya un Plan de Exportar para Crecer, porque la economía necesita generar excedentes de dólares de modo permanente, para dar espacio a la inversión y el aumento del empleo.
Fotos: Matías Arbotto