Por qué en tiempos de crisis conviene olvidarse de los líderes carismáticos y ambiciosos y quedarse con los humildes

Muchas veces, la competencia y la ambición pueden ser cualidades positivas, pero no si viene a expensas del trabajo duro real

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El paradigma existente en el mundo empresarial sostiene que los CEO exitosos son ambiciosos, orientados a resultados, individualistas y, sobre todo, carismáticos. El auge de la teoría de que incentivar a los gerentes debería mejorar los rendimientos de los accionistas, puso mayor énfasis en la necesidad de contratar líderes que parezcan líderes. Desafortunadamente, la sabiduría convencional de cómo se ve un líder es, sencillamente, incorrecta.

Los líderes humildes tienden a permanecer en sus organizaciones más tiempo que sus contrapartes arrogantes

El carisma es una característica muy atractiva en un líder. Sin embargo, cuando se promueven, estos individuos crean caos y ruina para sus organizaciones. La humildad, más bien, es un indicador mucho mejor del éxito del liderazgo. Jim Collins, renombrado autor de “Good to Great”, llevó a cabo una extensa investigación sobre el éxito organizacional. Su trabajo demostró claramente que las empresas lideradas por gerentes modestos superó constantemente a sus competidores y tendían a ser los actores dominantes en sus sectores. Además, los líderes humildes tienden a permanecer en sus organizaciones más tiempo que sus contrapartes arrogantes, y sus empresas siguen teniendo un buen desempeño incluso después de que se van porque los líderes humildes a menudo aseguran un plan de sucesión antes de partir.

El problema de los líderes carismáticos

Las organizaciones tienden a ser buenas para identificar a las personas que "parecen" líderes. Los individuos que parecen confiados, brillantes, carismáticos, interesantes y políticamente hábiles tienden a ser destinados a la promoción. Las evaluaciones de personalidad muestran que los líderes carismáticos obtienen altas puntuaciones en las mediciones de confianza en sí mismos, en su estilo dramático, en la disposición a poner a prueba los límites y en el pensamiento visionario expansivo. Estos líderes saben lo que se necesita para salir adelante y hacerse notar, y atienden estratégicamente a individuos y audiencias que pueden ofrecerles poder, influencia, estatus o acceso a los recursos. Si bien estas personas son altamente inteligentes en cuanto a relaciones interpersonales y a cómo promoverse a sí mismas, carecen de habilidades básicas de liderazgo y gestión.

Aunque cierto carisma puede ser beneficioso, a menudo conduce a niveles bajos de eficacia de liderazgo. Una posible explicación es que los líderes altamente carismáticos pueden ser más ambiciosos estratégicamente pero menos eficaces en las operaciones diarias.

La sabiduría convencional de cómo se ve un líder es, sencillamente, incorrecta
La sabiduría convencional de cómo se ve un líder es, sencillamente, incorrecta

Los líderes carismáticos son promovidos porque pasan su tiempo politizando y creando redes, tratando de complacer a sus jefes gerenciando hacia arriba en lugar de preocuparse por aquellos que les reportan.

Los líderes emergentes también crean una cultura de competencia, ambición y narcisismo. A los líderes les gustan las personas que son como ellos mismos, por lo que es más probable que los líderes superiores elijan sucesores que mejor reflejen el status quo. Por supuesto, la competencia y la ambición pueden ser cualidades positivas en el mundo de los negocios, pero no si viene a expensas del trabajo duro real.

La humildad produce eficacia y resultados

Mientras que los líderes carismáticos tienden a centrarse en el progreso personal, los líderes humildes tienden a centrarse en el rendimiento del equipo y guiar a sus empleados. Los líderes eficaces son más modestos; están dispuestos a admitir errores, compartir crédito y aprender de los demás. Los niveles más altos de humildad también conducen a tasas más altas de compromiso de los empleados, más satisfacción laboral y tasas más bajas de rotación. Para ser claros, la humildad no implica la ausencia de ego o ambición. Más bien, los líderes humildes son más capaces de canalizar y compartir su ambición dentro de la organización, en lugar de usarla para beneficio personal.

Mientras que los líderes carismáticos tienden a centrarse en el progreso personal, los líderes humildes tienden a centrarse en el rendimiento del equipo y guiar a sus empleados

La humildad se define ampliamente como autoconciencia –aprecio de las fortalezas y la contribución de los demás– apertura a nuevas ideas y retroalimentación sobre su desempeño. Los líderes que son humildes tienen una mejor comprensión de las necesidades de la organización y toman mejores decisiones sobre el desempeño de las tareas. También son más capaces de pedir ayuda que sus homólogos carismáticos. Más aún, los líderes humildes ayudan a fomentar una cultura de desarrollo con sus empleados al legitimar el aprendizaje y el desarrollo personal del equipo. La humildad también fomenta las culturas de apertura, confianza y reconocimiento, que son importantes precursores del éxito.

Como identificar a los líderes humildes

El desafío en la contratación y desarrollo de líderes sólidos está en su identificación. Los líderes carismáticos, o altamente emergentes, se destacan fácilmente de la multitud y su simpatía enmascara características más importantes para el desempeño. Los líderes humildes, y típicamente más efectivos, pueden volar bajo el radar y ser pasados por encima para contratar o promover.

Para ayudar a identificar estos “voladores bajos” se pueden diseñar programas de selección y desarrollo que superen los sesgos personales y se enfoquen en indicadores objetivos de éxito. Las organizaciones pueden beneficiarse del uso de pruebas psicométricas y la evaluación 360 para contrarrestar los factores políticos mediante el desarrollo de un enfoque basado en datos que garantice que las organizaciones reconozcan y promuevan a aquellos que serán líderes eficaces y humildes.

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