El posible “rumbo de colisión” que anticipa el economista estadounidense de origen turco, Nouriel Roubini, para la relación entre Alberto Fernández y el Fondo Monetario Internacional si el resultado de las PASO se repite en tres semanas, comienza a ser una hipótesis preocupante en las mesas de análisis de la capital norteamericana.
Esta semana, el profesor de Economía en la Universidad de Nueva York le echó leña a los temores instalados desde hace algún tiempo cuando señaló que una eventual ruptura sería una fuente de incertidumbre capaz de afectar la salud de la economía global. Roubini aclaró que no lo considera un destino inevitable, pero la pregunta quedó abierta.
Si el escenario de ruptura se materializa, argumentó el economista, eso no sólo agravaría la precaria situación argentina sino que además se generaría una fuga generalizada de capitales de los países emergentes, en un efecto dominó difícil de contener.
Ese futuro es un juego de adivinanzas que incluye la relación que el kirchnerismo, si gana a fin de mes, quiera o pueda establecer con la Casa Blanca de Donald Trump, que según coinciden los observadores en esta capital jugó fuerte a favor del gobierno de Mauricio Macri en el organismo multilateral.
Desde la oposición por ahora ofrecen pocas precisiones. “Vamos a buscar una relación de respeto y colaboración”, sostuvo Sergio Massa el jueves ante periodistas argentinos en la capital norteamericana. Un día después insistió en ese punto durante una presentación en el Wilson Center, un influyente think tank de la capital norteamericana, en la que buscó dar garantías de responsabilidad y pidió confianza en el próximo gobierno.
En Washington asumen que muy probablemente Macri no tendrá un segundo mandato y estiman que muchos de los interrogantes que ahora provocan ansiedad entre los analistas locales y los estrategas de Wall Street, como la sustentabilidad de la deuda, empezarán a tener respuesta casi enseguida después de las elecciones.
“El 28 empieza una etapa de diálogo”, confió Massa. Aclaró que la Argentina enfrenta a partir de 2020 “un atragantamiento de vencimientos” y por lo tanto “la solución debe ser integral”.
Esto es, la deuda argentina debe ser considerada en su totalidad, incluidos el tramo interno y los bonos en manos privadas. Y los nuevos plazos y condiciones que se negocien con el Fondo Monetario deben tener en cuenta las posibilidades de crecimiento de la economía. En el Frente de Todos, además, se muestran dispuestos a asumir el equilibrio fiscal como un compromiso de gestión para los próximos años, y admiten la necesidad de avanzar con ciertas reformas estructurales.
Políticamente es más fácil atacar al FMI, culparlo de todas las pesadillas económicas del país, y rechazar las condiciones de sus préstamos. Pero Alberto Fernández, al menos al principio, no podrá sobrevivir sin el FMI (Gedan)
Sobre esos carriles, que evocan la “solución uruguaya” del problema de la deuda, podría avanzar la renegociación del actual programa stand-by con el Fondo cuando todavía falta que el organismo desembolse unos 13.000 millones de dólares de los 57.000 firmados hace un año.
En el albertismo suponen además que machacar sobre los supuestos errores cometidos por parte del FMI le puede otorgar ventajas a la hora de reescribir el acuerdo. Darlo por liquidado, como teme Roubini, no parece una opción.
“Políticamente es más fácil atacar al FMI, culparlo de todas las pesadillas económicas del país y rechazar las condiciones de sus préstamos. Pero Alberto Fernández, al menos al principio, no podrá sobrevivir sin el FMI”, comentó a Infobae Benjamin Gedan, experto del Wilson Center.
“No es que Fernández espere mucha más plata del FMI, pero si Argentina no paga su deuda con el Fondo terminará una vez más aislada de los mercados financieros internacionales”, señaló el experto. “Esto sería inconveniente para una administración que va a empezar su mandato con pocas reservas, muchísima deuda y una recesión brutal”, agregó.
Es cierto que la relación del Fernández candidato con el Fondo no empezó de la mejor manera. La última reunión, en Buenos Aires, amable y constructiva según todas las fuentes, terminó con una desmentida enérgica del FMI luego de que desde el entorno del ex jefe de gabinete de Cristina Kirchner hicieran trascender supuestas críticas de los técnicos del organismo al virtual “vacío de poder” en el escenario post PASO de la Argentina.
En la capital norteamericana se interpretó que el postulante kirchnerista había “metido” al Fondo en la campaña con el objetivo de deslegitimar a Macri.
Parece una escena de la prehistoria. Ese fue el último contacto entre las partes del que se tenga conocimiento público. Los voceros del Fondo reiteraron luego la disposición de sus técnicos a hablar con todas las fuerzas políticas argentinas, pero no informaron de nuevos acercamientos. Es difícil que los haya en la recta final de la campaña.
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