El funcionamiento de los controles cambiarios no cumplió en su primer mes con todos los objetivos que buscaba el Gobierno. Si bien fueron suficientes para contener la cotización del dólar, que se mantuvo por debajo de los $60 durante todo septiembre, no alcanzaron para frenar el drenaje de reservas. El Banco Central se vio obligado a vender más de USD 1.000 millones para que no se produjera un salto en la cotización.
Durante casi todas las jornadas hábiles de septiembre hubo intervenciones del BCRA, que incluso llegó a vender más de USD 100 millones. Si bien la entidad que preside Guido Sandleris no informa “on line” ni el mismo día cuánto compró o vendió, la información sí está disponible en la propia web del Central un par de días después. Y de esa lectura surge la activa participación a pesar de las restricciones implementadas para el acceso al mercado de cambios oficial. Las ventas hasta el 25 de septiembre alcanzaban los USD 960 millones y aún falta computar tres días hábiles. Ayer, el nivel de reservas continuó en caída y se ubicaba en USD 48.486 millones, tras una merma adicional de algo más de USD 200 millones.
El cepo que rige desde el 1 de septiembre impide a las empresas comprar dólares para atesoramiento o para girar al exterior, aunque sí pueden ingresar al mercado para pagar importaciones. Sin embargo, el comercio exterior no es un problema ya que el superávit comercial supera los USD 1.000 millones mensuales, es decir hay un flujo de exportaciones que alcanza y sobra para absorber la demanda de los importadores.
¿Por qué entonces el Central sigue perdiendo reservas? La respuesta es sencilla: la compra de dólares por parte del público sigue generando presión en el mercado. Los controles cambiarios fueron estrictos sobre las empresas, pero prácticamente no “tocaron” a la gente. Hoy es posible comprar hasta USD 10.000 por mes, pero además acceder al mercado cambiario para adquirir pasajes o para afrontar los gastos con tarjeta en el exterior.
El drenaje de reservas plantea interrogantes sobre la continuidad de los controles cambiarios después del 27 de octubre y sobre todo a partir del 10 de diciembre. Por un lado, se cumpló con el objetivo de evitar una nueva devaluación, pero el Central sigue pagando costos, con fuerte pérdida de reservas. El stock cayó USD 5.000 millones el mes pasado, aunque sólo una parte se explica por las intervenciones del BCRA. El resto estuvo relacionado con caída de depósitos en dólares y el pago de algunos vencimientos puntuales en dólares.
Matías Kulfas, vocero económico de Alberto Fernández, consideró el lunes que los controles cambiarios son demasiado rígidos y se mostró a favor de una “relajación” de los mismos. Sin embargo, las dificultades para mantener el dólar bajo control y la constante pérdida de reservas sugieren que esta intención será casi imposible de implementar al menos en el corto plazo. Al contrario, el funcionamiento hasta ahora sugiere que el cepo se irá volviendo cada vez más rígido, parecido a lo que sucedió en la experiencia anterior del 2011 al 2015, en el segundo mandato de Cristina Kirchner.
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