A diferencia de lo que los mercados piensan que sucederá después del 10 de diciembre en relación a los controles cambiarios, uno de los economistas más cercanos de Alberto Fernández expresó otro punto de vista. “Estamos de acuerdo con regular los flujos de dólares, pero los controles excesivos van en contra de la inversión. Nuestra intención es que se puedan flexibilizar los controles que existen hoy”, aseguró este lunes Matías Kulfas.
Es el segundo guiño concreto que desde el espacio de Frente de Todos envían para los mercados. La semana pasada fue el propio candidato presidencial quien afirmó que se avanzaría en un canje de deuda “a la uruguaya” del 2002. Allí el Gobierno consiguió estirar los plazos de pago de la deuda, pero sin quitas de capital ni intereses. Y ahora aseguran que el objetivo es ir hacia un esquema de menores regulaciones cambiarias y no a un control mayor, como muchos venían especulando. Pero más allá de las buenas intenciones, es válido a esta altura hacerse la pregunta: ¿cómo lo conseguirían?
Kulfas habló en un evento para discutir los desafíos del sistema financiero. Había especial atención de los cerca de 200 asistentes VIP porque muchos lo consideran con buenas chances de ser el futuro ministro de Economía. Y una de sus definiciones más contundentes fue la relacionada con los recientes controles cambiarios, que acaban de cumplir un mes. A pesar de qué él mismo fue uno de los que diseñó el cepo cambiario en 2011, como gerente general del Banco Central, ahora mostró otra postura.
En el mercado hay un consenso bastante amplio que lejos de relajarse, los controles cambiarios podrían endurecerse, sobre todo a partir del 10 de diciembre. Hay varios motivos para pensar de esa manera. El propio Kulfas reconoció que habrá que apelar a la emisión monetaria para hacer frente al déficit fiscal, pero además el Banco Central tiene cada vez menos dólares disponibles para intervenir. Incluso no son pocos los que creen que esas medidas más restrictivas podrían llegar incluso antes, es decir después del 27 de octubre según quién gane la elección presidencial.
Con este escenario de abundancia de pesos y escasez de dólares, luce casi imposible dar marcha atrás parcial con las restricciones cambiarias. Cualquier flexiblidad podría generar presión casi inmediata sobre el tipo de cambio, lo que desataría aún mayor inflación. Por eso, la expectativa del mercado es que antes de cualquier medida de estas características se avance con temas más urgentes: la renegociación de la deuda pública y las condiciones de un nuevo acuerdo con el FMI.
Tras haber sido uno de los funcionarios que más activamente trabajó en el cepo cambiario entre 2011 y 2015, ahora Kulfas reconoce que si los controles son demasiado restrictivos juegan en contra de la posibilidad de recibir inversiones. Hay un motivo básico detrás de este razonamiento: ninguna empresa estará dispuesta a ingresar dólares al país si luego esas divisas quedarán atrapadas. Las empresas hoy no tienen acceso al mercado cambiario, ni para atesorar dólares ni para girar utilidades.
Otra opción viable es que llegado el caso se cambie el “mix” de los controles. Reducir la flexiblidad para el público, que puede comprar hasta USD 10.000 por mes, pero darle algo más de opciones a las empresas. Ayer el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, reconoció que se puso un límite alto para las compras de ahorristas porque la idea era que no se vean perjudicados por el cepo. En el mismo sentido, el “reperfilamiento” de deuda también le pegó exclusivamente a las empresas y otros inversores corporativos, pero no a los tenedores individuales de Letes.
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