Las exportaciones argentinas al resto del mundo ascendieron a USD 5.568 millones en agosto, aumentando 7,5% con respecto a igual mes del año anterior, manteniendo la tendencia alcista de lo que va del año. Ese crecimiento se explica principalmente por los mayores despachos de productos primarios y combustibles y energía, que, en conjunto, constituyen 32,7% del total.
Por su parte, las importaciones siguieron cayendo en comparación con 2018 y alcanzaron a USD 4.400 millones durante agosto, 30,3% menos que un año antes, con bajas generalizadas en los grandes rubros, informó el Indec.
“La trayectoria superavitaria de la balanza comercial es consistente con la contracción económica que experimenta el país desde 2018”, según el documento de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) “Exportar para crecer”, elaborado por Martín Rapetti, director del programa de Desarrollo Económico, junto con los economistas Caterina Brest Lopez, Pablo Carreras Mayer y Alejo Sorrentino.
“La economía argentina padece una dinámica que se repite hace décadas: la trampa de crecimiento interrumpido. Cuando el crecimiento se interrumpe, las importaciones caen rápidamente, mientras que las exportaciones se mantienen o incluso crecen producto de la corrección cambiaria. La Argentina se encuentra en esta fase del ciclo, tal y como muestran las cifras del saldo comercial de agosto”, resalta Rapetti.
La economía argentina padece una dinámica que se repite hace décadas: la trampa de crecimiento interrumpido. Cuando el crecimiento se interrumpe, las importaciones caen rápidamente, mientras que las exportaciones se mantienen o incluso crecen producto de la corrección cambiaria (Martín Rapetti)
El economista detectó que, en general, “cuando la economía argentina se expande, las importaciones crecen más que las exportaciones, lo que provoca un déficit de cuenta corriente. El déficit se financia transitoriamente vendiendo reservas del Banco Central, imponiendo controles cambiarios o tomando deuda externa. Cuando el financiamiento o las reservas se agotan, el peso se deprecia, la inflación se acelera, cae el poder de compra de los salarios y se contraen el consumo, la producción y el empleo. En resumen, la falta de dólares deriva en recesión”.
“Salir de esta trampa y crecer de manera sostenida requiere que las exportaciones también lo hagan. De lo contrario, pasada esta corrección de las cuentas externas, el ciclo se reiniciará y las importaciones le ganarán, una vez más, a las exportaciones llevando eventualmente a nueva interrupción del crecimiento”, sostiene el director de Desarrollo Económico de Cippec.
Salir de esta trampa y crecer de manera sostenida requiere que las exportaciones también lo hagan. De lo contrario, pasada esta corrección de las cuentas externas, el ciclo se reiniciará y las importaciones le ganarán, una vez más, a las exportaciones llevando eventualmente a nueva interrupción del crecimiento (Rapetti)
En el documento, los economistas de Cippec argumentan: “pensar en un crecimiento sostenido de las exportaciones exige diseñar una estrategia de desarrollo exportador que sea diversificada –que no dependa de una ‘bala de plata’ y fomente una diversidad de ramas productivas– e integral–que articule las políticas micro y sectoriales con un entorno de política macroeconómica propicia".
En este sentido, “es clave contar con un Banco Central que tenga entre sus objetivos de política mantener la estabilidad de las cuentas externas procurando un tipo de cambio competitivo y estable", concluyó Martín Rapetti.
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