La última devaluación y su impacto en los precios mayoristas y minoristas

Por Gonzalo Semilla

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La inflación minorista de julio
La inflación minorista de julio fue del 2,2%

Uno de los primeros movimientos realizado por el actual gobierno a inicio de su gestión fue la salida del esquema de control de cambios o "cepo cambiario", lo que generó una depreciación del peso del orden del 42% entre diciembre de 2015 y enero de 2016. En un contexto de inflación moderada (de acuerdo a la larga historia inflacionaria local), afectó al nivel de precios, aunque la relación entre mayoristas y minoristas se mantuvo estable (según IPC-CREEBBA dada la falta de datos oficiales). Esta tendencia se mantuvo hasta mayo de 2018, cuando la relación comenzó a cambiar producto de la crisis cambiaria.

Con la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera, el tipo de cambio abandonó los $20 por dólar y la cotización de la divisa se incrementó en 31% entre los meses de mayo y junio de 2018.

Posteriormente, en septiembre del mismo año se produjo un nuevo ajuste del 28%, alcanzado entonces los $38 por dólar hacia fin de año. Estos shocks en el valor de la divisa se trasladaron rápidamente a precios (niveles muy elevados de pass through) aunque repercutieron en mayor medida en los precios mayoristas. La diferencia se tornó tan importante que en octubre de 2018 el IPIM (Índice de Precios Internos Mayoristas) registró una variación interanual del 76,6% (la más elevada del periodo), en tanto que los minoristas mostraron un ajuste anual del 45,9% según el IPC publicado por el Indec.

El incremento de los precios mayoristas no tardó en afectar a los precios minoristas, pero como se mencionó, ese crecimiento sucedió en menor proporción. La situación económica durante el año 2018, y especialmente a partir de mayo, no permitió que el traslado sea absoluto (brecha entre la curva del IPIM y el IPC del gráfico). Esto se explica debido a que el consumo se encontraba fuertemente debilitado producto de la significativa perdida del salario real y las elevadas tasas de interés, junto con una actividad económica en recesión. Dicho de otro modo: existía un poder de compra en franco descenso que tornaba dificultosa la convalidación de grandes aumentos de precios minoristas, dado el alicaído nivel de consumo.

Cada vez que existe una fuerte devaluación, en un período corto de tiempo, rápidamente se ajustan los precios mayoristas (dado su alto componente de bienes importados y commodities), presionando sobre el nivel de precios minoristas, los cuales impactan sobre el salario nominal, reduciendo drásticamente el salario real

Un ejemplo de la divergencia descripta entre precios mayoristas y minoristas puede encontrarse en la categoría Servicios, en los que se observa un rezago de 6 puntos porcentuales (p.p) respecto de los precios mayoristas en el periodo mayo 2018 a junio 2019. Lo mismo sucedió con los productos Estacionales ("verduras, tubérculos y legumbres" y "prendas de vestir", por citar dos casos) donde la diferencia asciende a 14 p.p. Esta discrepancia se podría entender como inflación reprimida, producto de precios minoristas que no han ajustado de forma similar a los mayoristas, en virtud del difícil panorama que atraviesan los consumidores y que podría tender a ajustarse siempre y cuando se recupere el poder de compra. Según algunas estimaciones de propias, la brecha de precios asciende a 20 p.p respecto de la situación registrada en el 2017. Esto implica que, para lograr la relación de precios mayoristas-minoristas registrada en dicho año (la cual se considera relativamente estable), los precios minoristas deberían ajustar 20 p.p por encima de los mayoristas.

A modo de conclusión se destacan interesantes observaciones:

1 – Existe un nivel de inflación reprimida, entendida como un diferencial entre las tasas de variación de precios mayoristas y minoristas que, bajo ciertas condiciones, tendería a cerrarse.

2- Tal como lo sucedido en momentos históricos similares, este ajuste no suele ser instantáneo, sino que se necesita un periodo de tiempo considerable. Lo que sí es necesario para que esta recomposición de precios se lleve a cabo es una recuperación de las variables económicas, en especial la del poder de compra a través de una mejora en el salario real. Teniendo en cuenta que el salario real tiene incluido el componente inflacionario (los salarios nominales se deben aislar la inflación), los posibles ajustes en el diferencial de precios, o la liberalización de la inflación reprimida, afectará a la baja esta recuperación salarial, por lo cual el proceso podría tener una demora considerable.

3 – Cada vez que existe una fuerte devaluación, en un período corto de tiempo, rápidamente se ajustan los precios mayoristas (dado su alto componente de bienes importados y commodities), presionando sobre el nivel de precios minoristas, los cuales impactan sobre el salario nominal, reduciendo drásticamente el salario real. Por consiguiente, el ajuste minorista se ralentiza (reprime) como consecuencia de la no convalidación por parte del consumidor dada la caída abrupta del consumo.

Por último, con el dato de la devaluación del 21% del peso luego de las PASO y con el índice de inflación de julio del 2,2% (recientemente publicado por el Indec) como el más bajo del año, probablemente en el corto plazo se enfrentarán meses con altos niveles de precios mayoristas trasladados a minoritas. Dichos efectos impactarán en los salarios reales, con la consiguiente ralentización en los ajustes minoristas en el mediano plazo, ampliando la brecha entre mayoristas y minoristas.

El autor es Economista Jefe del Centro Regional del Estudios Económicos de Bahía Blanca (CREEBBA), Fundación Bolsa de Comercio de Bahía Blanca (www.creebba.org.ar, @creebba)

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