Se necesita plata en el bolsillo antes que una rebaja de IVA de resultado dudoso e inequitativo

Durante su gestión como ministro de Economía de Eduardo Duhalde, Roberto Lavagna aplicó una medida similar, generalizada, que al poco tiempo discontinuó porque la mayor parte del sacrificio fiscal fue apropiado por los formadores de precios

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El IVA diferenciado genera distorsiones entre créditos y débitos fiscal (shutterstock)
El IVA diferenciado genera distorsiones entre créditos y débitos fiscal (shutterstock)

En 2008, desde el llano y con la inflación asomando, Roberto Lavagna volvió sobre sus pasos y propuso bajar 3 puntos de IVA a una canasta de productos básicos para mejorar la situación de la clase media y trabajadora. Por consejo de su equipo económico Néstor Kirchner rechazó la idea por la misma razón que el propio ex ministro de Economía había verificado en 2002. En abril de 2010 fue Sergio Massa el que planteó la iniciativa, y rebotó igual que Lavagna.

Curiosa y contradictoriamente, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se aplicó algo similar: la devolución del IVA a quien pagara con tarjeta de débito bancario. Además de atacar la inflación y mejorar la situación social, tuvo como objetivo incentivar la bancarización. Los resultados fueron escasos y la medida pasó a mejor vida.

Ayer el gobierno de Mauricio Macri anunció la eliminación total del IVA hasta diciembre para un conjunto de bienes de consumo masivo. Un ejemplo más de lo que cuesta en la Argentina aprender de la experiencia y no repetir fracasos.

En primer lugar, si el kirchnerismo no pudo sacar rédito de la medida ni tuvo capacidad de controlar su cumplimiento ejerciendo un férreo poder, qué esperar de un gobierno en casi retirada, con escasa capacidad de control y poca vocación de hacerlo.

Si el kirchnerismo no pudo sacar rédito de la medida ni tuvo capacidad de controlar su cumplimiento ejerciendo un férreo poder, qué esperar de un gobierno en casi retirada, con escasa capacidad de control y poca vocación de hacerlo

En segundo lugar, si la idea es aliviar el tremendo impacto de la devaluación sobre los precios y el poder adquisitivo, por qué recurrir a una medida de dudoso resultado en lugar de, directamente, poner más plata en el bolsillo de los que lo necesitan, como mezquina e insuficientemente hicieron con los aumentos conocidos anteayer. ¿Será la necesidad de mostrar hiperactividad y revitalizar una campaña electoral que apunta a lograr un milagro?

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, estimó el costo fiscal de la rebaja del IVA en $10.000 millones (Franco Fafasuli)
El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, estimó el costo fiscal de la rebaja del IVA en $10.000 millones (Franco Fafasuli)

Según el ministro Dante Sica, el costo fiscal de la rebaja del IVA rondará los $10.000 millones, que sumados a los $40.000 millones de los aumentos ya otorgados alcanzan una cifra ínfima en comparación a la pérdida de ingresos acumulada y en vías de acumulación.

Además, ni siquiera se trata de una medida expansiva, sino que al igual que las del martes se cubrirá con reasignación de partidas. Para cualquiera que no rece al altar del dogmatismo, la recesión requiere keynesianismo y no mantener las metas del ajuste fiscal acordado con el FMI.

A la insuficiencia de toda esta improvisada batería, se agrega que una rebaja generalizada beneficia, ergo, a todos. Es decir a los urgidos y a los que no necesitan de urgente asistencia. Y en las emergencias, deben primar las prioridades. Más aún cuando el Gobierno limita esa ayuda a restricciones que no quiere desafiar. ¿No era más fácil, sensato y equitativo, aplicar esa reasignación de partidas a reforzar más la AUH, los aumentos de salarios, y la rebaja de ganancias para sectores medios?

¿No era más fácil, sensato y equitativo, aplicar esa reasignación de partidas a reforzar más la AUH, los aumentos de salarios, y la rebaja de ganancias para sectores medios?

Si como la experiencia enseña la rebaja de IVA va a ser en parte embolsada por los empresarios, se corre algún riesgo de que parte de ese excedente se canalice a la compra de dólares, que hoy por hoy debería ser lo primero a evitar. Por supuesto que no sería el caso si el poco o mucho dinero extra se pusiera en el bolsillo de los que no llegan a fin de mes y ni sueñan con comprar dólares.

Lo de ayer ratifica que el Gobierno está realizando una pequeña dosis de distribucionismo, cuando por razones básicas de equidad lo que correspondería es al menos algo de redistribucionismo. O sea, hacer que aquellos que en esta crisis están ganando, no son muchos pero tampoco muy pocos, sacrifiquen algo. La AFIP conoce muy bien quién está dolarizado y se enriqueció en cuestión de días, y es obvio que los grandes exportadores están haciendo un agosto tan fabuloso como para que se les suban las retenciones.

Tras la devaluación Argentina recuperó competitividad comercial. (Adrián Escandar)
Tras la devaluación Argentina recuperó competitividad comercial. (Adrián Escandar)

Claro que no son alternativas que formen parte del ADN del Gobierno, y eso en parte explica su fracaso económico y su estrepitosa derrota electoral. Se verá si con la rebaja del IVA anunciada ayer podrán interrumpir las impresionantes remarcaciones que se suceden desde el lunes.

La bolsa de harina de 50 kilos se comercializaba a $950 hasta el viernes pasado, y tras los resultados electorales y la devaluación saltó a $1.300 esta semana. Una clásica consecuencia de cómo opera la formación de precios cuando sube el dólar para productos importados, exportables o elaborados con insumos transables internacionalmente como el trigo. Algunas panaderías ya venden el kilo de pan a 100 pesos, y las pastas están transformándose en un bien suntuario.

La bolsa de harina de 50 kilos se comercializaba a $950 hasta el viernes pasado, y tras los resultados electorales y la devaluación saltó a $1.300 esta semana. Una clásica consecuencia de cómo opera la formación de precios cuando sube el dólar

Es solo un ejemplo de la brutal remarcación en marcha, y no solo con bienes transables. Un supermercado de Berazategui aumentó ayer el kilo de salamín de $300 a $500 el kilo. Otro aporte a agujerear el bolsillo y a moderar las picadas.

En el sector de la construcción fueron cuatro días frenéticos con nuevas listas de incrementos exorbitantes. El martes una de las metalúrgica que fabrican mallas de hierro comunicó a su clientela que "dadas las condiciones de inestabilidad del mercado cambiario y como nuestras materias primas se encuentran dolarizadas, hemos dispuesto convertir nuestras listas de precios a dólares estadounidenses. La factura de venta estará expresada en pesos argentinos de acuerdo con la cotización del día según dólar divisa Banco Nación".

Por su parte, otra proveedora de insumos para la construcción informó a través de su gerente de distribución que su principal producto se verá incrementado en un 10% a partir del 14 y que no aceptará más pedidos con los precios viejos.

El miércoles otra firma avisó que "a partir del día de hoy como consecuencia de los hechos que son de público conocimiento que afectan la economía del país vamos a aplicar los siguientes incrementos de aplicación inmediata. Los incrementos serán: Placas de origen nacional 12%; masillas y adhesivos 12%; Yesos Yemaco 10%". Y aclaró que "los productos importados mantienen su valor dólar".

Los precios de los materiales para la construcción fueron remarcados entre 10% y 25 por ciento (NA)
Los precios de los materiales para la construcción fueron remarcados entre 10% y 25 por ciento (NA)

Hay más aumentos

Con estima, el encargado de distribución de otra compañía envió "la Lista de Precios Distribución que entró en vigencia a partir del 14 de agosto de 2019. El aumento es variable y ronda entre el 15% y 20% con respecto a la lista anterior. Les anticipo que de haber variabilidad en el tipo de cambio la misma seguramente será reemplazada por una nueva lista".

Mientras que otra distribuidora de materiales para la construcción final de obra transmitió que el promedio de aumento, tanto de las segundas marcas como las de primeras líneas subirán de 10% hasta 25%, con un promedio ponderado por ventas de 12,9 por ciento.

Por último, otra empresa decidió elevar los precios al público un 10%, y aclaró: "todo pedido que se encuentre pendiente será facturado con la lista vigente al momento del despacho".

Un proceso similar está ocurriendo en casi todos los sectores, y eso tendrá efectos sobre toda la economía. Más que medidas puntuales, descoordinadas, de dudosa efectividad y desprovistas de criterios de equidad distributiva, la situación amerita enfoques integrales y no improvisados. Tal vez sea mucho exigirlo para un Gobierno que quedó en estado de shock.

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