El Fondo Monetario Internacional podría suspender la visita a la Argentina que tenía prevista para la semana que viene. Así lo aseguraron a Infobae fuentes del organismo. La explicación es que no está claro aún si el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, seguirá en su cargo.
Los rumores sobre la supuesta salida de Dujovne del gabinete circulan desde hace dos días. El ministro le habría asegurado a autoridades del FMI que no está de acuerdo con las últimas medidas anunciadas por el Gobierno porque violan el acuerdo firmado con el organismo. En ese sentido, hizo saber que preferiría irse antes que seguir avalando esas medidas.
En ese contexto, y en un escenario es muy distinto al que hasta hace muy poco imaginaban el Gobierno y los técnicos del Fondo Monetario Internacional, el italiano Roberto Cardarelli -a cargo de la misión argentina- podría suspender su visita al país.
El calendario había sido determinado mucho antes de las PASO y ahora se podría modificar por la crisis cambiaria y posibles modificaciones en el equipo económico. Si bien no había fecha exacta, la misión del FMI tenía previsto llegar a la Argentina la semana que viene.
En este nuevo viaje también podrían cambiar los interlocutores. Fuentes informadas del mercado financiero aseguraron a Infobae que en los últimos días hubo contactos con Alberto Fernández o con sus asesores económicos. Habrían evaluado la conveniencia de sostener la cotización del peso. Nadie lo confirma de manera oficial, pero no sería extraño que el canal de diálogo –abierto ya en anteriores visitas del equipo a cargo de Cardarelli– sea reforzado ahora que el candidato de Cristina Kirchner corre como favorito.
Los técnicos del Fondo tenían previsto viajar para llevar adelante la quinta revisión del programa a tres años. Según los plazos fijados en el último staff report, la próxima aprobación (si la hay) de los avances del plan debería ocurrir en torno al 15 del mes que viene.
Antes, los enviados del FMI deben repasar los números de la economía, verificar el cumplimiento de las metas fiscales y monetarias, y elevar su informe al directorio del Fondo. Usualmente este proceso demora algunas semanas. Si bien el Gobierno dicen que no, los anuncios de esta semana podrían haber cambiado algunas variables, como el cumplimiento de la meta fiscal, por caso. Esto es precisamente lo que habría señalado Dujovne.
Pero la crisis provocó un desparramo de números que complica el análisis. El dólar estaba relativamente quieto y de la noche a la mañana supero largamente el techo de la banda prevista por el Banco Central. La inflación, que venía bajando de manera sostenida, se dispara a valores todavía inciertos. Y en pleno descalabro hay una feroz estampida de los inversores.
Se verificó con creces lo que a mitad de julio, luego de la cuarta revisión del acuerdo stand-by, el FMI calificó como “riesgos” para la estabilidad económica asociados al período electoral
Para los técnicos del Fondo el desafío es complejo. En todos sus informes el FMI venía elogiando los avances del programa económico del Gobierno. Sostenía que estaba "dando frutos". Veía una economía que comenzaba a mostrar señales de crecimiento y dejaba atrás la recesión.
Parece difícil, si no imposible, encuadrar el derrumbe de ese conjunto de variables, que el kirchnerismo ahora denuncia como una "ficción", dentro de las proyecciones previstas en el programa con el organismo multilateral. La última palabra la tendrá el board a mediados de septiembre.
Hay otro debate posible. Los voceros del Fondo en la capital norteamericana insistieron desde un principio en que el programa fue "diseñado por las autoridades argentinas". Repitieron siempre que los funcionarios de Mauricio Macri fueron los que fijaron las metas y se comprometieron a cumplirlas. Con esto daban a entender o al menos sugerían que un eventual fracaso del plan de estabilización sería por lo tanto responsabilidad del Gobierno.
Pero también es cierto que el Fondo, bajo la conducción de Christine Lagarde, apostó fuerte por la gestión de Macri, a quien le otorgó el crédito más grande en la historia del organismo, por 57.000 millones de dólares. Argentina debía ser un leading case provechoso para ambas partes.
Desde enero, sin embargo, es posible que quien suceda a Lagarde en el timón del FMI –la economista búlgara Kristalina Georgieva fue nominada por Europa– deba sentarse a negociar con un presidente de signo muy distinto. Y que a la hora de redefinir los plazos del acuerdo, como pretende hacer Alberto Fernández, la discusión sobre las responsabilidades en el desvío de las metas esté sobre la mesa. Junto a la razones de un ajuste que congeló la economía y extendió la recesión con su saldo de pobreza en aumento.
Claro que si todo eso ocurre, en esa mesa no estará sentado ninguno de los firmantes del programa original.
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