El acuerdo del Mercosur con la Unión Europea marcó una definitiva división entre las dos principales fórmulas que se disputan la presidencia y deja menos chances para la franja del centro.
Por un lado, la fórmula Fernández–Fernández dice que va a revisar el acuerdo -lo que significa enfrentarse a sus socios del Mercosur y particularmente a Jair Bolsonaro- porque no están dispuestos a llevar adelante las reformas económicas que debe hacer la Argentina para cumplir el pacto.
Del otro lado, Mauricio Macri con el tratado se ve obligado a ir a un terreno que eludió cuando asumió la presidencia de la Nación. Ahora tiene razones de fuerza mayor para bajar el gasto público, no dejar caer el tipo de cambio, bajar impuestos y costos laborales. Y lo puede hacer, porque es un ajuste que lo devuelve a las fuentes. Cuando se habla de cumplir el pacto con Europa se incluye la reforma laboral y previsional y la reestructuración del Estado. Si no lo hace, va a perder terreno ante sus socios del Mercosur que pueden aprovechar mejor la apertura de sus economías porque tienen menores costos que la Argentina.
Por supuesto, la reacción inmediata del mercado fue de euforia. Pero ahora, pasado el fin de semana, deberán repensar la estrategia porque el riesgo es más alto y el premio, por supuesto, mayor.
Antes lo que se jugaba era si se podía pagar o no la deuda y este es un terreno difuso porque todos los partidos, con mayor o menor convicción, aseguraron que iban a cumplir los compromisos asumidos.
Pero ahora es cara o cruz. El acuerdo trazó una línea de división necesaria e importante para definir al electorado. No hay más grises. Desde el lunes rige blanco o negro.
Por supuesto, los inversores ahora son los que pasan a depender de las encuestas. Ven a un Mauricio Macri recuperando terreno lentamente y a un kirchnerismo que todavía le saca ventajas.
El Gobierno tiene varias cartas para jugar que lo pueden favorecer. La primera y la más importante es la inflación de junio. Aseguran que va a sorprender porque va a ser muy poco más de 2%. Este número, junto a un dólar en baja y bonos de la deuda en alza, conformarían un escenario que le permitiría seguir recuperando votos al Gobierno en la clase media que es la que más apoya estas reformas.
Una Bolsa en alza, como se ve venir, puede ayudar porque es clave para aumentar el consumo. Cuando el inversor ve que sus ganancias crecen apostando a las acciones y a los plazos fijos, pierde el temor al dólar y aumenta sus gastos.
Desde el exterior, los vientos soplan favorables porque los futuros del fin de semana auguran ganancias que rondan 1% en Wall Street y Europa. Pero en las bolsas asiáticas, a pesar de que hubo tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, hay cautela. La excepción es Japón, que abrió con una suba de 1,10%. Los indicadores chinos estaban con emociones encontradas. Hong Kong operaba en baja en la medianoche argentina. Solo uno de los indicadores de la bolsa china estaba en alza notable de más de 1,50% y es el China A 50, que se forma con un mix de acciones de la Bolsa de Shanghai y la de Shenzhen con una particularidad, está integrado solo por emisiones de empresas chinas y limita la inversión externa.
Con este panorama, lo que hay que seguir es la evolución del riesgo país que, si bien el viernes bajó 3,11% a 829 puntos básicos, terminó 7 puntos por encima del lunes de la semana pasada.
Es que ahora el riesgo país no solo va a reflejar la posibilidad de un default, sino si el mercado cree que el tratado de apertura con la Unión Europea será aceptado o no. Y esto se define exclusivamente en las urnas.
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