No habrá una consecuencia inmediata ni mucho menos para el comercio exterior argentino, ni para el mercado financiero. Sin embargo, la rúbrica del postergado acuerdo entre la Unión Europea y la Argentina sirvió para marcar la cancha. Por si quedaba alguna duda, el Gobierno dejó en claro que su compromiso de integración internacional no sólo se mantiene intacto, sino que incluso será reforzado si Mauricio Macri consigue la reelección.
No es casualidad que el anunció haya sucedido en simultáneo con la reunión anual del G-20, donde el Presidente volvió a mostrarse muy cómodo entre los líderes mundiales. En Osaka volvió a recibir un pleno respaldo no sólo del FMI, sino de casi todos los líderes mundiales. Una suerte de "deja vu" de lo que se había vivido en Buenos Aires hace apenas siete meses.
Incluso la fuerte repercusión del anuncio provocó que rápidamente la oposición saliera a dar su visión de las cosas. El candidato por el kirchnerismo, Alberto Fernández, salió a decir que "no hay nada para festejar". Y así dejó en claro que la "grieta" también llega al comercio internacional. Mientras el Gobierno promueve la apertura comercial y los tratados de libre comercio con distintos bloques y países, las filas kirchneristas prefieren el modelo proteccionista y dejar a salvo a la industria nacional de la competencia externa.
Las inmediatas repercusiones del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea generaron reacciones de la oposición. El más crítico fue Alberto Fernández, al señalar que “no hay nada para festejar”. Apuntó a una economía más proteccionista.
Desde el Gobierno se preocuparon en destacar que fue la decisión de Macri la que permitió finalmente llegar a un entendimiento, luego de 20 años de idas y vueltas. En este caso, el Gobierno estuvo alineado con las directivas del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. El mandatario dejó en claro desde el primer día sus críticas al Mercosur por tratarse de un bloque demasiado proteccionista. Este acuerdo con la UE da por tierra aquellas observaciones.
Los principales funcionarios del equipo económico y también de Cancillería consideraron que el acuerdo es "histórico", aún cuando se conoce poco o prácticamente nada de su contenido. Incluso, los negociadores dejaron trascender que aún queda mucha letra chica por resolver. Además, el texto final deberá ser refrendado por los parlamentos de los países del Mercosur como también de los países que integran la Unión Europea.
Quién se ocupó de dar algunas precisiones sobre el significado de este acuerdo, que llevó más de 20 años de negociaciones, fue el número del palacio de Hacienda, Miguel Braun. A través de una serie de aclaraciones en redes sociales, el secretario de Política Econonómica divulgó -entre otras- estas definiciones:
* El acuerdo aumentará las exportaciones y diversificará los productos regionales de nuestro país que podrán venderle al mercado europeo. Esto incluye a economías regionales, pero también sectores industriales con capacidad para integrarse en cadenas globales de valor.
* El acuerdo da plazos amplios. Europa eliminaría el grueso de sus barreras en 5 años y el Mercosur aplicará una desgravación arancelaria gradual de hasta 15 años, lo que permitirá la adaptacióin del sector privado.
* Al abrir mercados de exportación, el acuerdo es un incentivo para que las empresas inviertan en tecnología y apunten a la innovación para poder competir con el mundo.
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