Desde hace casi 20 años, el Mercosur y la Unión Europea negocian un acuerdo de libre comercio, pero ahora el cierre parece estar más cerca. A lo largo de esta semana, se estarán desarrollando en Bruselas nuevas rondas de reuniones técnicas entre los representantes de ambos bloques.
En la semana anterior también hubo varios encuentros de trabajo y fuentes cercanas a las delegaciones del Mercosur —que además de la Argentina integran Brasil, Paraguay y Uruguay, y Bolivia en proceso de adhesión— aseguran que están en una de las instancias finales y que se están definiendo los últimos aspectos del acuerdo.
La industria automotriz y el acceso a los mercados de productos como la carne, el azúcar y los lácteos son algunos de los capítulos en los que hubo diferencias
Las principales divergencias, a pesar de los avances de los últimos años, están en las indicaciones geográficas —la designación tradicional usada para los productos según su origen—, la industria automotriz y el acceso a los mercados de productos como la carne, el azúcar y los lácteos son algunos de los capítulos en los que hasta ahora no hubo acuerdo.
Desde fuentes cercanas a cancillería reconocen que hubo muchos progresos en marzo y mayo de este año. En gran medida por el nuevo impulso que dio el nuevo gobierno de Brasil junto con la Argentina y demás países del Mercosur. Pero quedan aún temas difíciles que se intentarán resolver durante esta semana en Bruselas. La delegación argentina está encabezada por Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, y Marisa Bircher, secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Producción y Trabajo.
Cerca del Gobierno aseguran que hay confianza en que las negociaciones con la Unión Europea y otras dos que está llevando adelante —con EFTA (Acuerdo Europeo de Libre Comercio integrado por Austria, Dinamarca, Reino Unido, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza) y con Canadá— tienen posibilidades de ser concluidas en los próximos seis a 12 meses. Pero prefieren ser prudentes.
El posible acuerdo Mercosur-UE tiene dos enfoques: el comercial y el institucional. Desde el punto de vista comercial, la expectativa es que el acuerdo se puede reflejar en un incremento de las exportaciones, permitiendo que ambos bloques incrementen su comercio. Sin embargo, desde la Unión Industrial Argentina (UIA) y entidades como Coviar —que reúne a toda la cadena de valor del sector vitivínicola— manifestaron en algunas oportunidades sus temores por un posible impacto negativo en la producción local.
La Unión Europea es el segundo destino de las exportaciones argentinas y desde el Gobierno creen que el acuerdo permitirá un crecimiento, ya sea por la baja de aranceles o por las mejoras en cuestiones regulatorias como, por ejemplo, en el acceso de bienes y servicios.
En el capítulo de compras públicas que se está negociando, por ejemplo, se establece que ambos bloques van a poder participar de compras del Estado, permitiendo ampliar exportaciones, ya sea de bienes terminados o insumos para la producción.
Seguí leyendo