La economía acumula 4 trimestres de recesión en la industria manufacturera y 9 meses de contracción en las ramas de la construcción y el comercio, y las expectativas de los empresarios no da señales de punto de inflexión.
Para peor, el economista jefe director de FIEL, especializado en la legislación y, en particular, en el seguimiento, del mercado de trabajo en más de 30 años, observa que las perspectivas para el segundo semestre son impredecibles por la incertidumbre electoral y la falta de claridad de las propuestas de políticas de los principales candidatos a la presidencia, incluido el oficialismo.
Pero además, Juan Luis Bour alerta sobre las implicancias de una legislación laboral que quedó severamente retrasada frente a la aceleración del cambio tecnológico, y, en particular de la velocidad de adaptación de las diferentes economías del mundo, no sólo de las muy desarrolladas, sino también de la región.
-El Ministerio de Producción y Trabajo volvió a registrar en marzo y abril nuevas caídas en el empleo privado, pese a que lleva prácticamente 12 meses en descenso. Si bien ha mostrado resiliencia, porque el ajuste se está observando más por el lado del salario real, ¿ve la probabilidad de rebote, o por el contrario, cabe esperar que se acentúe el proceso de destrucción de puestos netos?
– Es un mercado de trabajo cuyo funcionamiento depende de lo que pase con la macroeconomía. Y lo que sucede en la Argentina es que desde hace muchos años el país no crece, y si eso ocurre va a persistir una escasa demanda de empleo. Y siempre se ha movido en términos de crecimiento del PBI y de cuánta inflación se registra.
– ¿Por qué?
– Porque en los períodos en los que se verifica bajo crecimiento pero alta inflación el empleo no sube mucho. Por ejemplo, en la década del 80 fue claramente un período donde era un fracaso macro, en materia de actividad económica y de implosión, sin embargo la tasa desempleo sólo tocó el 7% de la oferta laboral al final de la década, antes podía estar debajo del 5%. Y actualmente lo que tenemos, en el último año y medio, es que se registra la caída entre 5% o 6% en la actividad en los últimos 10 años, y la tasa de desempleo se ha mantenido en niveles levemente por debajo del 10% hasta ahora, y podría estar tocando el 11% en las próximas mediciones del Indec. Pero el aumento de la tasa de desocupación no ha sido tan violenta, en parte porque los salarios reales caen. Cuando se tiene alta inflación la flexibilidad viene por la disminución del poder de compra de los ingresos de los trabajadores. Es un punto para tener en cuenta, si se quiere mirar a la Argentina en el mediano y largo plazo.
En los períodos en los que se verifica bajo crecimiento pero alta inflación el empleo no sube mucho
– ¿Cree que la caída del salario real no será transitoria?
– Es que la Argentina hacia el mediano y largo plazo va a ser un país que va a tener que lidiar con un mercado de trabajo con mucho más problemas, básicamente porque tiene una regulación laboral, un sistema, que lo lleva a tener alto desempleo. Y si además va a tener muy alta inflación, es decir tasas de dos dígitos al año, muy altas, probablemente lo que tengamos será una economía con salarios reales muy bajos.
– ¿Cómo observa la coyuntura?
– Lo que está mostrando el día a día es que el desempleo lentamente empieza a crecer, porque obviamente después de más de un año en recesión se agota la posibilidad de que las empresas recorten las horas extras; se agotan las suspensiones; y reducir alguna jornada laboral, y finalmente se llega al punto de preguntarse cuánto tiempo va a durar esto. Si va a durar muy poco se retiene al personal; pero si la perspectiva es incierta aparecerá el ajuste en el nivel de empleo. Hoy se está en esa situación, los despidos si bien han crecido no es una cuestión que esté marcando un aumento significativo, pero lo que está ocurriendo es que no hay contrataciones netas.
Si se mira el mercado de trabajo en el muy corto plazo se observa que en una recesión lo que sucede es que la contratación cae; y mucho. En este momento es difícil encontrar empresa que tome gente en una proporción importante, es más bien una cuestión anecdótica. Y con despidos que han crecido un poco, pero no mucho, entonces el resultado es que cada vez hay más desocupados. Esto seguirá así mientras haya una incertidumbre política que marca eso. Probablemente no vaya a haber muchos cambios en la incertidumbre hasta dentro de unos meses, y tampoco sabemos lo que viene después de las elecciones de octubre o noviembre. Entonces en ese contexto lo razonable será la conducta de esperar y ver (wait see). Por eso estimo que persistirá un escenario más o menos de mediocridad, probablemente con algún modesto aumento de la actividad, pero generalmente a la baja en materia de empleo.
– ¿En ese escenario, y considerando que se están terminando de cerrar los acuerdos salariales en paritarias en diversos grandes gremios, con recuperación respecto del mes previo, porque en comparación con un año antes nadie está contemplando mejoras ¿cómo cree que va a afectar al nivel de empleo?
– Veo desde el comienzo de este segundo trimestre mejoras en los salarios reales mes a mes, pero año contra año habrá que esperar, con un poco de suerte, hasta septiembre u octubre para tener algún número positivo. Pero, el mes a mes se va a dar, y eso ya comenzó a reflejarse en los índices de confianza del consumidor. Estoy esperando que los números de actividad empiecen a dejar de caer; de hecho han mostrado cierta estabilidad y pequeños rebotes en algunos meses. Pero la parte de la producción de bienes durables no va a repuntar en este contexto, donde se observa la incertidumbre política; una tasa de interés muy alta, y eso se traslada a la incertidumbre sobre el nivel de empleo. Pero es probable que la parte de los no durables, como alimentos, textiles, pueda de alguna forma pegar la vuelta.
– ¿Cuál es el riesgo?
– El riesgo es que la incertidumbre política también significa incertidumbre para las empresas; porque tienen que evaluar cómo viene el 2020, quién va a estar a cargo. Y también tienen que saber si van a poder o no hacer los ajustes que tienen que hacer. Si la economía repunta normalmente podrían ajustar precios que han tenido retrasados. Pero ¿qué pasa si quién esté en comando dice no podrán subir los precios? Entonces, en los próximos meses se puede presentar una situación donde muchas empresas quieran, de alguna forma, anticiparse a decisiones eventuales de congelamiento de precios; y eso puede ser éste bueno.
La incertidumbre política también significa incertidumbre para las empresas; porque tienen que evaluar cómo viene el 2020, quién va a estar a cargo. Y también tienen que saber si van a poder o no hacer los ajustes que tienen que hacer
– ¿Eso es lo que ya está ocurriendo en la industria automotriz, porque con salarios promedio aumentando entre 30% y 40%¸ inflación por arriba del 50%, ajustó los precios 90%, como la variación del tipo de cambio?
– En algunos sectores va a pasar por una cuestión de valores de reposición, sin duda, porque nadie quiere perder capital. Pero además pueden haber compañías que ese no sea el punto para asegurar su supervivencia, sino que producen artículos de consumo masivo para el mercado interno, porque pueden recibir un llamado del secretario de Comercio de turno que les diga que durante un semestre podrán aumentar un 4%, en un contexto de inflación al ritmo del 25%. Por lo tanto, diría que los salarios reales tienden a recuperarse.
Seguramente en los próximos meses vamos a ver salarios nominales subiendo mes, por los convenios colectivos, compensaciones y retroactivos, en un rango de 3% a 4%, y en algún mes por arriba de 5%; mientras que, en principio la inflación se movería por debajo. Que se debería sumar a mejora de las jubilaciones, pensiones y asistencias sociales también en términos reales. Todo eso debería redundar en un escenario de recuperación lenta del consumo no durable; la parte durable tengo mis dudas. Y a todo esto le agrego las dudas de la incertidumbre sobre la política de precios que tengan las propias firmas frente a un escenario tan poco preciso.
– ¿Qué contribución a la reactivación le asigna al conjunto de sectores que naturalmente, por el clima, están mejor, como el agro; o coyunturalmente como el sector energético; en particular el vinculado con la energía renovable y la explotación de Vaca Muerta, con la maduración de las primeras inversiones; y ahora los no durables? ¿supera al efecto contractivo que aún mantiene el resto de los productores de durables, como automotores, línea de máquinas para el hogar, y la construcción?
– La segunda parte del año para FIEL es una gran incógnita, esperamos que el tercer trimestre en comparación con el año anterior no va a ser positivo, porque si bien el segundo trimestre debería dar positivo por el impacto del agro, el tercero es probable que termine con un número negativo debido a la situación de incertidumbre política; y para el cuarto trimestre si bien hay mucha expectativa, es demasiado arriesgado pensar que va a dar positivo. Nosotros aquí lo prevemos ligeramente contractivo, cerca de cero. Sabemos que el FMI y que el propio Gobierno tienen proyecciones expansivas, pero para eso se requieren hacer diversas hipótesis.
– ¿No alcanza con el efecto estadístico, es decir la muy baja base de comparación de igual período del año anterior?
– Podría no alcanzar si se mantiene una prima de riesgo país por arriba de los 800 puntos básicos de un cambio; recuerde que hoy se mantiene más cerca de los 1.000 pb. Y el efecto de cambio en las expectativas tiene que darse antes que diciembre para que eso pueda mover los números. Así todo, lo peor en términos de actividad parece haber sido el cuarto trimestre de 2018, comienzo del primer trimestre de 2019, que podría haber sido ligeramente positivo ajustado por estacionalidad.
Lo peor en términos de actividad parece haber sido el cuarto trimestre de 2018, comienzo del primer trimestre de 2019, que podría haber sido ligeramente positivo ajustado por estacionalidad
– ¿Cómo ve el real efecto del índice de riesgo país sobre el nivel de actividad, dada la bajísima participación del crédito en la economía, está circunscripto al mercado financiero?
– El índice de riesgo país es una medida de la capacidad de colocar deuda que tienen el país. Por tanto, un nivel tanto alto está diciendo que la capacidad de colocar deuda por parte del sector privado, no solamente del sector público, es realmente cero. De ahí que tiene un impacto, necesariamente, sobre la economía real. Alguien podría decir que no es importante, pero en los hechos sí lo es. Lo que refleja eso en el corto plazo es la situación de incertidumbre; y que la Argentina periódicamente, tras corregir transitoriamente algún desvío macroeconómico, vuelve a las andadas, desequilibrándose, los déficit gemelos de las finanzas públicas y de la cuenta corriente de divisas. Es lo que Carlos Díaz Alejandro ya había visto 50 años atrás: el ciclo de stop and go, parar y crecer.
Entonces, lo que quiero decir es que es necesario tratar de encontrar algo nuevo acá. Lo nuevo está, en todo caso, en el mercado internacional, que puede ser más o menos adverso. Hoy diría que, por el momento, no se plantea muy favorable para los próximos trimestres, si bien hay algunos efectos positivos sobre el comercio mundial, va a enfrentar desafíos muy grandes y los tenemos presente en la Reserva Federal de los EEUU que dijo que podría estar considerando la baja de las tasas de interés, porque está viendo un escenario de necesidad de impulsar la economía para que no se caiga. Por lo tanto, el alto índice de riesgo país es reflejo de nuestra historia, de nuestros récords negativos; y de la enorme duda que hay sobre si la Argentina va a mantener el programa de acercarse al equilibrio fiscal y de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
– Muchas veces se ha dicho "Dios es argentino" Y se está viendo que, por un lado, China tiene el fenómeno de la fiebre porcina; y, por otro lado, ha parecido un caso de "Vaca loca" en Brasil, que ha sido suficiente para que China decidiera cerrar las compras de carne vacuna en ese mercado. ¿Cree que esos fenómenos pueden favorecer al agro argentino, y al conjunto de la economía?
– La primera observación que hago es: esperemos que no aparezca ninguna enfermedad en nuestra ganadería. La segunda cuestión es que la Argentina está en un proceso de expansión muy fuerte en el comercio de carnes, desde hace ya 4 años; se abrió el mercado chino y se están abriendo otros mercados, como el norteamericano. Eso significa que el país está recuperando posiciones en el mercado mundial que perdió en la década anterior a este Gobierno. El desafío es, digamos, tener suficiente oferta para poder responder a la mayor demanda. Como sabemos, la faena ha aumentado mucho en estos últimos trimestres, en particular la de hembras, y eso básicamente por la demanda de vaquillonas, vacas, terneras. Y entonces no tenemos un desarrollo de los rodeos que permita pensar en una expansión, por decirle algo, del 25% anual en volumen todos los años durante una década. De ahí que pensar que se está en condiciones de una recuperación, de satisfacer una demanda externa creciente no será sencillo.
Sí cabe esperar que suban los precios, que la Argentina se vea beneficiada por eso, pero no está en condiciones de satisfacer las necesidades singulares de China, aunque son oportunidades para recomponer la participación que había perdido, por decisiones que se habían tomado en el pasado, en el mercado mundial de carnes, lácteos, y también de granos, donde se ve un crecimiento relativo del maíz y el trigo respecto del estancamiento de la superficie de la soja. Son todos movimientos relativos que están mostrando que el país puede crecer en valor agregado en producción. Es decir, hay ahora una explotación mucho más eficiente por habernos integrado a lo que el mundo demanda.
Eso es parte de lo que hay que hacer, conocer y desarrollar otros mercados, como el minero y el energético, lo que requiere de un boom de inversión, en un contexto donde la Argentina no tiene financiamiento. Se puede tener el desarrollo del agro porque hay miles y miles de productores que invierte en lo suyo. Veremos si vienen los grandes inversores para invertir en las otras áreas. Es muy difícil en un contexto donde se mantiene la condición de país riesgoso.
– ¿Cómo influye en las decisiones de los grandes inversores el nivel de las tasas de interés y del tipo de cambio?
– Hay sectores en dónde la mejora es significativa. Pero siempre aparecen "socios ad hoc". El primero es el Estado que decidió tomar 10 puntos porcentuales de los ingresos a través de retenciones de emergencia sobre las exportaciones. Es el primer "socio bobo"; el segundo que aparece son los estados provinciales y municipales que se preguntan ¿por qué no aumentamos el Impuesto a los Ingresos Brutos sobre las actividades que empiezan a crecer; el tercero es, por supuesto, el sindicato, y en eso si bien aparecen ganancias en el retorno del capital de la empresa, a veces es una mejora que le permite producir y exportar más, e inclusive repartir entre sus empleados y "socios". Por tanto la apertura comercial, las oportunidades de afuera, más el tipo de cambio, en muchos casos alcanza.
Pero en otros puede no alcanzar. Le doy un ejemplo muy sencillo. Se pueden tener retenciones sobre la soja del 30% mientras el precio internacional se mantenga por arriba de los USD 300 la tonelada. Pero si en algún momento baja de ese nivel, como ocurrió en mayo, le aseguro que ese impuesto no es sostenible. Allí, alguien puede decir que se debería requerir de un tipo de cambio muy alto. Pero eso significa un promedio de salarios recontra bajo. Entonces la primera pregunta que hay que hacerse es si la fórmula que vamos a tener los próximos años es si tipo de cambio alto, un precio relativo a favor de los transables y en contra de los no transables, particularmente salarios y pagos vinculados a eso, como las jubilaciones, asignaciones familiares, etc.
Se pueden tener retenciones sobre la soja del 30% mientras el precio internacional se mantenga por arriba de los USD 300 la tonelada. Pero si en algún momento baja de ese nivel, como ocurrió en mayo, le aseguro que ese impuesto no es sostenible
– ¿Es posible mantener un tipo de cambio alto, dada la estructura de la deuda pública, con alta participación de la nominada en moneda extranjera, porque generaría más déficit fiscal final?
– Efectivamente en ese escenario se tendría más déficit fiscal. Se puede en la medida en que se logre convertir parte de esa en moneda extranjera en pesos; es decir tener algún espacio para "licuar" la deuda. Pero, hay una expectativa de que el sector transable responda a ese incentivo de precio y que por esa vía el Estado logre el financiamiento que no tiene por el lado financiero, es decir por el lado del superávit comercial. En última instancia la Argentina tiene que hacer un rebalanceo de sus cuentas macroeconómicas. Si se piensa en términos de consumo, inversión y saldo del balance comercial, diferencia entre exportaciones e importaciones, claramente el saldo positivo de divisas tiene que crecer, y eso le da al Estado un financiamiento que no lo da el tradicional que es el mercado financiero. Y la reducción de la ponderación del consumo respecto de la inversión en máquinas y equipos es parte del proceso que debe darse para favorecer el financiamiento de esa inversión que se logra a través de más ahorro, es decir consumiendo un poco menos.
El problema es que se requiere de un rebalanceo entre las variables macroeconómicas que se está haciendo, la caída del consumo ha sido abrupta en este ciclo; y entiendo que el sendero hacia adelante debería ser hacia una participación más fuerte de la inversión y de las exportaciones que del consumo. Eso es muy difícil de pasar a la población, y de sostener, pero es la forma en que se podrá aumentar el ahorro interno, ya sea porque no solamente el sector público empieza a dejar desahorrar, sino porque también el sector privado comienza a hacerlo. Por ejemplo, se pasa de un alto déficit de la cuenta corriente de divisas, casi 6% del PBI, a un déficit de sólo 1% o 0% del PBI, que es lo que probablemente se esté aproximando este año. Y por tanto, ya no dependerá tanto de los mercados financieros. Este rebalanceo macro hacía años que se debió haber replanteado, y se está produciendo porque desapareció el financiamiento de los mercados de capitales.
– ¿Cómo se debería comunicar a la población esto que se lee como un ajuste es en realidad el camino para un beneficio futuro en términos de empleo y salario real?
– No hay forma de crecer si no se involucra a todo el mundo en los beneficios del crecimiento. Entonces es importante que todos sepamos que para crecer hay que tener empresas exitosas para que sean las que demanden empleo y que esa contratación permita en algún momento levantar el poder de compra de los salarios. El empleo es la madre de los elementos que van a coordinar el apoyo o no de la población a un programa económico y de impacto social. Hoy el mundo, cuando se ve a las economías desarrolladas, lo señalaba The Economist hace poco, es un mundo que está experimentando un boom de empleos, el desempleo masivo se observa sólo en los países que son mediocres.
Con todo respeto lo que estoy diciendo es que la Argentina tiene un desempleo alto, Italia sigue teniendo desempleo elevado, Brasil tiene también una tasa alta de desocupación; y España lo tiene, a pesar de sus reformas porque todavía le falta completarlas. Pero el mundo está teniendo un boom de empleo, y eso se traduce finalmente en mejores salarios. Es lo que se ve hoy en los EEUU y en parte de Europa, es que, de pronto, la población de ingresos más bajos, más allá de lo que pase con los salarios mínimos o las políticas públicas, finalmente experimenta una mejora real por la sencilla razón de que aparece exceso de demanda de empleo allí. Se ve en esos lugares donde hay demanda de empleos están grandes las empresas van a las cárceles a buscar los que van a ir saliendo para tratar de contactarlos y llegar a tener alguien que pueda trabajar.
Eso no se va a dar en un país que tiene 10%, 15% o 20% de desocupación. Allí no hay mucho que hacer, salvo que recrear los incentivos para que el empleo crezca. ¿Cómo convencer a la población de un camino de reformas?, bueno para eso están los políticos.
– Pero, curiosamente, eso no aparece en el mensaje de la mayor parte de la dirigencia de la política, incluso dentro del propio oficialismo, que parece más preocupado por recrear incentivos al consumo que a la inversión, e impulsar reformas en la legislación laboral…
– Probablemente no coinciden plenamente en el diagnóstico. Por eso más que buscar a un cómico que se haga cargo del Estado, o de un técnico, un ministro, se necesita a alguien que medie con la población y permita mostrarle que hay un juego de suma positiva, en el cual todos pueden ganar de una economía que crece. Claramente, en una economía que no crece, o que lo hace muy poco, el resultado es el que tenemos en la Argentina, más desempleo y menores salarios reales.
Más que buscar a un cómico que se haga cargo del Estado, o de un técnico, un ministro, se necesita a alguien que medie con la población y permita mostrarle que hay un juego de suma positiva, en el cual todos pueden ganar de una economía que crece
– ¿Cómo está el país en materia de productividad laboral, porque si se compara la caída del PBI con la del empleo, claramente se deterioró, pero si lo ajusta por la pérdida de salario real, aparece que mejoró?
– Creo que tenemos una serie de productividades derivado de varios factores. La primera cuestión es que tenemos una economía en donde los recursos no necesariamente se asignan a los más eficientes. Estamos habituados a que el más eficiente tiene una carga impositiva mayor para financiar al menos eficiente, como el Estado, sectores que crecen poco, que no pueden crecer. Cuando se hace eso, lo que ocurre es que se le saca recursos del sector de alta productividad a los de baja productividad. Por lo tanto, hay un Estado que es aproximadamente el 40% del PBI que se encarga básicamente de hacer estas retribuciones que son hacia la ineficiencia. La segunda cuestión es que hay una economía relativamente cerrada y que, hasta hace poco, tenía precios muy distorsionados, con lo cual tampoco está yendo a los sectores de mayor eficiencia que marca el comercio mundial.
Cuando aparecen problemas se le reclama ayuda a los organismos multilaterales de crédito, son todos amigos, que le dan plata para hacer construcción, que es uno de los sectores menos eficientes que hay. Cuando se mira en el mundo, se pone toneladas de plata en un sector que tiene una productividad muy baja comparada com cualquier. Entonces cuando se ve el cuadro de situación de la Argentina se observa: un problema que, ya sea por precios relativos, o por economía cerrada, o por el peso del Estado, que se está asignando muchos recursos a los sectores ineficientes y sacándoselos a los más de mayor productividad.
La consecuencia de eso es un promedio de productividad baja. A lo cual se le suma el hecho de que hay un problema con los factores propios en la productividad, como es la incorporación de tecnología; educación, etc. Y por lo tanto cuando se hacen las cuentas de la contabilidad del crecimiento lo que da es que la Argentina tiene una productividad factorial que no difiere de la que tenía 15 años atrás. Al lado de eso el mundo crece, con lo que el país se va quedando atrás.
De ahí que es claro el problema en el mercado laboral. Si se mira la región se observa que Chile va por su reforma laboral número no sé cuánto, en este momento el presidente Sebastián Piñera está impulsando otra, pensando en las nuevas economías de plataformas; Brasil ha hecho una reforma muy agresiva, y la ha pasado y sostenido la nueva administración; y el resto de la región tiene bastante flexibilidad, ya sea formal, Colombia y Perú; o informal: Bolivia, Paraguay, Guatemala, entre otras. Y también en los países desarrollados que también se han movido en esa dirección. Mientras que en la Argentina, por lo anterior, por el contexto internacional, y más por las características propias de mercado, no ha avanzado y baja la productividad.
Fotos: Martín Rosenzveig