A casi un año del inicio de la recesión que afecta a la economía en su conjunto, no aparecen en el horizonte inmediato del mercado de trabajo señales de estar próximo a un punto de inflexión de la destrucción neta de empleos, tras siete meses consecutivos de caída respecto del nivel del año previo, y la pérdida de unos 310 mil puestos formales desde el pico que se había alcanzado en diciembre de 2017, cuando la actividad parecía que iba en camino a consolidar un ciclo expansivo sustentable.
Pero justamente, fue a partir del cierre de ese mes, cuando el Gobierno decide intervenir el Banco Central e impulsar una baja forzosa de las tasas de interés, más el efecto de la posterior reglamentación del Impuesto a la Renta Financiera que precipita la salida de capitales y la consecuente devaluación del peso, que la economía inicia un ciclo de sostenida destrucción de empleos, la cual se mantuvo en el último mes.
La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Producción y Trabajo para el trimestre abril-junio arrojó un nuevo saldo de respuesta negativo entre las empresas con más de 10 empleados que proyectan incrementar la dotación, 5,5% de los casos, y las que planifican un nuevo recorte, 6,5%; mientras que 88% de los consultados prevé mantener la dotación.
La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Producción y Trabajo para el trimestre abril-junio arrojó un nuevo saldo de respuesta negativo entre las empresas con más de 10 empleados que proyectan incrementar la dotación, 5,5% de los casos, y las que planifican un nuevo recorte, 6,5 por ciento
De ahí surge un salto de respuesta neto negativo de 1% de los casos, que anticipa una nueva contracción del mercado de trabajo. La EIL registró para abril sendas disminuciones de las tasas de entrada a 1,7% del total de los puestos, equivalente a poco más de 20% al año, y también de la tasa de salida, que incluye tanto las desvinculaciones forzosas, por despidos, como voluntarias, por cambio de empleador o cese de la carrera laboral, principalmente, a 2,1 por ciento.
Sobre esa base, la cartera laboral estimó que en abril se destruyó el 2,6% de los puestos registrados en el conjunto del sector privado, en relación de dependencia, como independientes; más intenso en el Gran Buenos Aires que en el conjunto de los aglomerados del interior.
Nuevamente, los sectores más intensivos en mano de obra, como agregado general, fueron los que más recortaron la nómina: construcción 7,5%; industria manufacturera 4,5%; y comercio, restaurantes y reparaciones 4%, en todos los casos en comparación con el nivel de un año antes.
Los sectores más intensivos en mano de obra, como agregado general, fueron los que más recortaron la nómina: construcción 7,5%; industria manufacturera 4,5%; y comercio, restaurantes y reparaciones 4 por ciento
Por tamaño de empresas la reducción de la nómina en blanco fue pareja; 2,6% en la franja de 10 a 49 puestos; 2,3% en la intermedia de 50 a 199 y 2,9% en las medianas y grandes, de más de 200 personas contratadas tanto a tiempo indeterminado (asalariado) como contratado o indefinido (monotributistas y autónomos).
Los trabajadores más afectados por la recesión en abril fueron los operarios 3,5%; seguidos por los no calificados 3,3%; y en menor medida técnicos 1,2% y los profesionales fueron los más estables: bajaron solo 0,4 por ciento.
Nicolás Trotta, rector de la UMET, la Universidad que mensualmente elabora el índice estadístico de los trabajadores (IET), destacó: "La pérdida de capacidad de compra del salario, caída del consumo, y sus consecuencias en la destrucción de empleo y crecimiento de la pobreza, lleva a proyectar para 2019 una desocupación no inferior al 12,5% y una absoluta imposibilidad de recuperación del mercado del trabajo".
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