Joan Antoni Melé es catalán y pasó buena parte de su vida, unos 35 años, trabajando en bancos y en el sistema financiero tradicional. Hasta que se cansó. Se desilusionó, en realidad. "Cuando yo empecé a principios de los '70 me sentía orgulloso de trabajar en el banco porque éramos útiles a la sociedad, cuando el banco empezó a contratar genios fichados de no sé dónde que venían con grandes ideas para ganar mucho dinero en poco tiempo especulando, empezamos a tener problemas, y fue cuando me fui", le dice a Infobae.
Desde entonces es uno de los referentes globales en lo que se conoce como "banca ética". Es ex subdirector general y vicepresidente de Triodos Bank en España, una de las entidades modeladas sobre las bases de la transparencia y "buenos" criterios de inversión. Ahora, como presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, busca replicar ese modelo en la región.
En Chile está todo muy avanzado. Si no falla nada a finales de año solicitamos la licencia bancaria. En Brasil también va muy rápido. Ya estamos llegando a Uruguay, Argentina y Colombia
— Muchos te deben decir que la idea de banca ética es un oxímoron.
— Sí. Me preguntan si es posible que una banca sea ética. Y yo digo que la pregunta es al revés, ¿es posible que no lo sea, lo sepas y sigas llevando tu dinero ahí? En una banca ética simplemente el banco define cuáles son sus criterios a la hora de invertir y explica por qué. Y en estos criterios los seres humanos y el planeta están por delante del beneficio económico. El segundo puntal es la transparencia. O sea, los bancos no son los propietarios de ese dinero, lo gestionan. Los clientes tienen el derecho y la responsabilidad de saber qué estánn haciendo con ese capital mientras no lo usan. También es un banco que hace negocios y gana dinero. No vale todo, y no vale por ejemplo la especulación, solo se invierte en economía real. No es un oxímoron, no es una utopía. Hay cincuenta y cuatro bancos con más de 40 millones de clientes y que calculamos que en cinco años más habrá cien bancos en el mundo con estos criterios que Naciones Unidas está fomentando. Esto es el futuro.
— ¿Qué pasó en las últimas décadas para que se empiecen a replantear estos conceptos?
—Hemos llegado a una situación mundial que tiene que salir una niña sueca de 16 años, Greta Thunberg, a decirnos qué estamos haciendo las cosas mal. Niños nos tienen que llamar la atención porque nos estamos cargando el mundo. Entramos en una locura colectiva de crecer, crecer y crecer desde la caída del Muro de Berlín, con la globalización. Es un cáncer social, pero asistimos al despertar de la conciencia. Esto que estamos haciendo puede parecer nuevo, pero estamos recuperando el oficio de banquero, el que que salía a la calle, entendía dónde había negocios, oportunidades, riesgos; el que sabía aconsejar. Hoy, en muchos bancos se pide un préstamo, introducen los datos en la computadora y al día siguiente contesta. Es mucha mecanización, demasiada inteligencia artificial y poca inteligencia humana. Tecnología sí, pero hay que volver a este oficio de entender, de acompañar, no solo te presto o no, sino te voy a asesorar y si no te conviene no te lo voy a dar, pero explicándote por qué.
Los bancos no son los propietarios de ese dinero, lo gestionan. Los clientes tienen el derecho y la responsabilidad de saber qué están haciendo con ese capital mientras no lo usan
— ¿No sería razonable que los bancos en sus estatutos, misiones y metas expresaran algún tipo de reparo sobre en qué cosas invertir y en qué cosas no?
— La misión y los valores de Odebrecht son para emocionarse, porque eran espectaculares. Estamos en una época que la palabra ha perdido valor. Por eso son importantes los hechos y la transparencia. Estamos en un mundo difícil, pero lo que no podemos es desanimarnos, o dudar de todo mundo. Si tiramos todo por el suelo nada es posible y perpetuamos la tragedia. Y el éxito que nosotros tuvimos, que es lo que ahora estamos intentando desarrollar aquí –no con el mismo nombre de Europa sino con un proyecto propio de Latinoamérica– es mostrar que se puede hacer. Lo estamos haciendo.
Hay cincuenta y cuatro bancos con más de 40 millones de clientes y que calculamos que en cinco años más habrá cien bancos en el mundo con estos criterios que Naciones Unidas está fomentando. Esto es el futuro
—¿Eso es lo que hicieron con Triodos Bank?
– Si. Triodos Bank nació en 1971, en Holanda, con la voluntad de ser un banco europeo moderno, profesional, pero con estos criterios de invertir en tipos de proyectos que aporten valor al mundo. A España llegó en 2004 bajo los augurios de que no era posible.
— ¿Por qué?
— "¿Cómo vas a abrir en España? Holanda, Alemania, Inglaterra, puede ser. ¿Pero España? Ni lo intenten, no es posible", nos decían. Y lo mismo me dicen en la Argentina, en Chile. ¿Por qué no? Somos seres humanos, es necesario, es viable, nos vamos a comprometer. Y en poco tiempo el éxito fue tan espectacular que ahora incluso en Harvard lo estudian. Parece que rompemos las leyes del mercado, pero en realidad estamos apelando a la conciencia de los seres humanos.
— Concretamente, ¿ese éxito en qué se tradujo?
— La gente descubrió, porque éramos totalmente transparentes, para qué servía su dinero y esto generó mucho entusiasmo. Y los propios clientes nos traían a sus amigos, a sus familiares. Mostramos que se puede hacer economía, negocios y ganar dinero de otra manera. Los últimos informes de Davos dicen que el 1% de la población mundial acumula más riqueza que el 99% restante. ¿De qué les sirve? Si se mira el sistema financiero mundial, más del 99% es especulación, no se está creando nada.
—¿En términos de clientes o depósitos, cómo le va a Triodos en España?
—Fue muy bien desde el principio. Vino desde gente joven a abrir una cuenta, hasta los que depositaban cinco millones de euros. Y les daba igual si su banco les pagaba más. Decían "quiero saber para qué se usa mi dinero". Hay gente que tiene ideales y valores, pero su dinero está sirviendo a lo contrario. Esa contradicción no puede ser.
Hay gente que tiene ideales y valores, pero su dinero está sirviendo a lo contrario. Esa contradicción no puede ser
— ¿Triodos en qué invierte?
— En cultura, por ejemplo. En educación, escuelas, universidades, investigación. Cine, teatro, música, arte y, crecimiento personal. Temas de medioambiente, agricultura orgánica, biodinámica, energía solar fotovoltaica, eólica, turismo rural sostenible. Reciclaje, de eficiencia energética. Hay cientos de proyectos, negocios que generan riqueza para la sociedad. Esto es lo que hace Triodos y es lo que estamos haciendo en Latinoamérica.
— ¿Cómo trabajan en la región?
— Estamos creando este concepto de banca ética y queremos traspasar los Estados, cada país tendrá su propio banco pero vamos a estar colaborando. En Chile está todo muy avanzado. Si no falla nada a finales de año solicitamos licencia bancaria. En Brasil también va muy rápido. Ya estamos llegando a Uruguay, Argentina y Colombia. Empezando en México. Porque nos está llamando la gente que quieren desarrollar este proyecto. En cada país el banco será autónomo pero estaremos bajo el mismo paraguas de banca ética latinoamericana.
Entramos en una locura colectiva de crecer, crecer y crecer desde la caída del Muro de Berlín, con la globalización. Es un cáncer social, pero asistimos al despertar de la conciencia
— ¿Cuándo se abrirá en la Argentina?
— Esto no lo sé aún. Antes de hacer el banco vamos a utilizar ya fondos de inversión, y quizás otros recursos de crowlending. En Chile no está el banco, pero ya estamos financiando proyectos. En cada país hay normativas diferentes, pero probablemente antes de poder solicitar licencia tengamos que estar dos, tres o cuatro años buscando otros recursos como fondos de inversión o algo parecido.
— ¿Tuvieron alguna reunión con el Banco Central?
— Todavía no, pero ya he tenido reuniones con otros presidentes del Banco Central que han estado en charlas mías, hemos hablado. Se sabe que estamos con esto. Es un proceso que se está gestando y hay que hacerlo muy bien. Ahora no sé quién está, no lo conozco, pero estuve con Sturzenegger.
— ¿No sería más fácil convencer a un banco para que se transforme en "ético", con estos estándares, que hacer uno de cero?
—Imposible, muy difícil.
— ¿Por qué?
— Porque tienen toda una cartera de inversiones que no pueden dejar de golpe y en el fondo les da un poco de miedo el cambio. Les gusta, pero no lo ven viable. En Chile, por ejemplo, un banco se entusiasmó mucho. Nos pagaba lo que les pedíamos, ponían el equipo, todo. Pero querían crear una filial ética. O sea, engañar a la gente: el banco seguía igual, pero con una solo filial ética.
Hay una falta de confianza en el propio país, en las personas. Un desánimo de que las cosas no van a cambiar y que la corrupción no se va a cambiar. Y vi más miedo que otra cosa. Si hay cambios vienen por miedo, no por convicción
— Fuiste speaker en Coloquio de IDEA el año pasado. ¿Qué te llevaste de ese encuentro con empresarios locales?
— Fue muy interesante, encontré de todo. Hay una falta de confianza en el propio país, en las personas. Un desánimo de que las cosas no van a cambiar y que la corrupción no se va a cambiar. Y vi más miedo que otra cosa. Si hay cambios vienen por miedo, no por convicción. Hay un gran trabajo por hacer.
— ¿Cuánto tiempo trabajaste en el mercado financiero tradicional?
— Treinta años.
— ¿Te arrepentís de algo?
— No. Yo nunca engañé a nadie. Eso sí, no sabía algunas cosas de las que me enteré cuando salí del banco.
Seguí leyendo: