Cuando se le pregunta a los economistas que frecuentan a Federico Sturzenegger cuál fue la peor decisión que tomó al frente del Banco Central, contestan: "haber usado reservas para defender el tipo de cambio". El año pasado, el BCRA vendió USD 15.000 millones, pero el dólar igual subió 110%. Ahora que el FMI autorizó a la entidad a vender para evitar que el dólar se descontrole, los mercados igual plantean dudas: ¿hasta dónde puede llegar la intervención, cuántas reservas estaría dispuesto a perder el Central y será realmente efectivo para calmar la presión cambiaria? Y más aún: ¿cuál sería el momento preciso para empezar a vender reservas?
Por ahora, ninguno de estos interrogantes tuvo que ser respondido. La liquidación de dólares del complejo cerealero pegó un salto notable, como se esperaba para mayo, y eso ayudó a mantener el tipo de cambio a raya. Se pasó una semana complicada: a la reaparición de Cristina Kirchner se le sumó la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Pero el peso tuvo un comportamiento razonable: se devaluó prácticamente lo mismo que el resto de las monedas emergentes.
Fue, pese a todo, una semana sin sobresaltos y el dólar minorista terminó la semana abajo de los $ 46. Pero en el equipo económico temen que se trate de un fenómeno transitorio. El calendario electoral empezará en breve a venirse encima y aumentará la incertidumbre. Esto llevará a una mayor búsqueda de cobertura, a través de la compra de dólares. Siempre fue así en años electorales y este año se espera que lo sea mucho más.
El cierre de la semana política tampoco arrojó grandes sorpresas. Todo se encamina a que la pelea sea entre Cristina, Mauricio Macri y Roberto Lavagna. Habrá que seguir con atención el resultado de las elecciones de Córdoba. Una victoria amplia de Juan Schiaretti lo transformaría inmediatamente en un árbitro de peso para definir la interna de Alternativa Federal.
No alcanza sólo con disponer de reservas para controlar el dólar, como quedó claro el año pasado. Por eso ahora se mantendrán elevados niveles de tasas y un estricto programa de restricción monetaria
La tranquilidad de los mercados coincidió además con las nuevas encuestas divulgadas a lo largo de la semana, que marcan cierta mejora en las chances electorales del Gobierno. Cristina le sigue ganando a Macri en una primera vuelta, pero en el ballotage prácticamente no se sacan ventajas.
Pero el proceso electoral entra en tiempo de descuento. Falta poco más de un mes para que los candidatos presenten sus listas y luego todo se volverá vertiginoso hasta llegar a las elecciones el 27 de octubre y tres semanas después la segunda vuelta.
La posibilidad de que el Central venda reservas se mantiene latente. Casi no hay dudas de que en algún momento tendrá que intervenir, pero es difícil pronosticar cuándo. Se trata, sin embargo, de un arma de doble filo. Es posible que los inversores busquen testear cuántas reservas estará dispuesto Guido Sandleris a perder por día. Además, cuando aparece el Central quienes ofertan dólares virtualmente desaparecen hasta que quede claro cuál es nuevo valor de equilibrio de la moneda. Este proceso se vivió no con poco dramatismo a lo largo de 2018.
¿De qué le sirvió a Sturzenegger o a su sucesor, Luis Caputo, salir a vender reservas en momentos críticos? El actual titular del Central tendrá que hacer su propia experiencia si llega el momento. Pero mientras tanto, la decisión es mantener la tasa de Leliq en niveles muy altos.
Los números ya conocidos de marzo dejaron en claro que los brotes verdes de la economía se marchitaron rápidamente. Salvo el campo, la mayoría de los sectores llegará en recesión a las elecciones
Pese al proceso de desinflación por delante (se estima que en mayo estará en torno al 3% y en un promedio de 2,5% en adelante), el margen de reducción de tasas será muy estrecho. La propia política monetaria que viene llevando adelante el Central casi no deja margen para un alivio. La incertidumbre política también es un factor determinante.
La base monetaria debe mantenerse fija -sin variaciones- hasta fin de año, según el compromiso asumido con el Fondo. De esta forma, sin expansión de la cantidad de pesos y sin transferencias del Central al Tesoro, el resultado es casi cantado: menos inflación en los próximos meses, pero muy altos niveles de tasas de interés. La pregunta es cómo harán las empresas para enfrentar los ajustes salariales cuando la cantidad de dinero en la economía no se mueve. La respuesta es pagando cada vez más tasa.
Las Leliq arriba del 70% y plazos fijos que ahora pagan más del 50% a los ahorristas son necesarios para contener al menos parcialmente la presión cambiaria que se avecina. Claro que al mismo tiempo, la falta de pesos y tasas tan altas impedirán la salida de la recesión. Los datos ya conocidos de marzo mostraron que la reactivación de los primeros meses de 2019 duró un suspiro y que casi todos los sectores siguen cayendo. En particular el comercio minorista.
Con la prioridad absoluta de evitar otra crisis cambiaria en la previa electoral, el equipo económico tuvo que ceder en casi todo lo demás. Resta saber ahora cuándo empezaría el nuevo round de venta de reservas
Con escasos pesos en la calle, las altas tasas de interés, y la continuidad del proceso recesivo, se apuesta a que haya menos recursos para correr contra el dólar. La apuesta del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y Sandleris es mantener al tipo de cambio controlado, pero especialmente con poca volatilidad. Aún cuando la consecuencia sea una mayor parálisis de la economía.
Ante la cercanía de las elecciones se trata de optar por el mal menor. Si ya no hay tiempo ni chances de una reactivación, al menos que el dólar no dé sorpresas en los próximos meses. Dentro del Gobierno también lo reconocen. Y lo exponen de una manera casi brutal: es mejor utilizar ahora las reservas disponibles y evitar una nueva crisis cambiaria que dejárselas a Cristina para que vuelva a hacer populismo si vuelve al poder.
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