La recuperación incipiente que exhibieron algunos sectores en diciembre, pero sobre todo en el primer bimestre del 2019 quedó rápidamente abortada. Según el último informe de la consultora que dirige Orlando Ferreres, la economía mostró una caída de 0,7% en marzo en relación a febrero. La suba de 11% del dólar y el aumento de las tasas hicieron estragos.
Abril arrojaría más de lo mismo. La nueva escalada del tipo de cambio en la segunda quincena, que quedó al borde de los $47 generará efectos similares. Más dolarización de carteras, caída del consumo y sobre todo un nuevo rebrote inflacionario. Así, las expectativas de que en mayo comience a percibirse una desinflación más marcada se diluyen. Cabe esperar una nueva ola de remarcaciones y pérdida del poder adquisitivo.
El panorama va en contra de todo lo que venía pregonando el equipo económico en los últimos meses: la economía no parece estar en fase firme de recuperación, la inflación no presenta signo alguno de moderación y el dólar no está "blindado" ni mucho menos.
El comportamiento del dólar es un capítulo aparte. En los planes del FMI y el Gobierno, el tipo de cambio debería orillar los $40, es decir moverse cerca del piso de la banda. Por el titular del Central, Guido Sandleris, había aclarado que dejaría de comprar en caso de que perforara ese nivel. Pero sucedió lo contrario. Luego de la escalada de más de 9% en la última semana, quedó por primera vez más cerca del techo ($51,45) que del límite inferior de la banda cambiaria.
Los “brotes verdes” que muy tímidamente había comenzado a exhibir la actividad económica desde diciembre pasado parecen haberse marchitado ya en marzo. La suba del dólar y de la inflación volvieron a pegarle al consumo y a la industria
La nueva presión sobre el tipo de cambio ocurre cuando todavía faltan seis meses para las elecciones. Una eternidad. El plan del equipo económico era mantener bajo control a la divisa por lo menos hasta fin de junio, a partir de un esquema de fuerte restricción monetaria y altas tasas de interés. Pero sobre todo una importante oferta de dólares (campo y las licitaciones diarias del Tesor de USD 60 millones) que compensaran el aumento de la demanda. Pero no está logrando el objetivo. Ya en marzo hubo un llamado de atención con un salto de 11% y en la segunda parte de abril ocurrió lo mismo.
No se trata a esta altura de un problema vinculado al diseño de la política monetaria, sino de expectativas. Con una elección que es cabeza a cabeza entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner, ¿quién estaría dispuesto a arriesgar? La respuesta es nadie, o muy pocos. En los últimos días de fuertes caídas de los activos argentinos, durante varias horas no había precios de venta, es decir no había nadie dispuesto a comprar del otro lado.
Los mercados ya le bajaron el pulgar a Cristina, no le dan ni el beneficio de la duda. Tampoco están dispuestos a escuchar cuáles son las propuestas y mucho menos le creen a sus emisarios (Axel Kicillof, Alberto Fernández o Emanuel Álvarez Agis) cuando dicen que ellos no tienen en sus planes el default de la deuda. Y aún cuando fuera cierto, consideran que no tendrían de dónde sacar los recursos para pagar, a no ser que se vuelva a echar mano por un tiempo a las reservas que queden en el Central.
El libro que acaba de publicar la ex presidenta, "Sinceramente", tampoco es tranquilizador. Lejos de mostrar a Cristina reflexiva o dispuesta a corregir errores, es todo lo contrario: despliega una serie de reflexiones que convalidan todos y cada uno de los actos de su gobierno, defendiendo incluso la medición de pobreza del 5% de su gestión. Muy lejos del cambio que intentaban transmitir sus voceros "oficiosos".
Tampoco Macri entusiasma. Los inversores le echan la culpa de los groseros errores de política económica, del alto endeudamiento y de haber incentivado de esta manera el regreso al primer plano de la ex presidenta. Por eso, tal como anticipó Infobae la semana pasada, desde Wall Street hasta el establishment vernáculo insisten con reflotar en "Plan V" para que la candidato sea finalmente María Eugenia Vidal.
Los mercados le bajaron el pulgar a Cristina y ni siquiera le dejan un margen para la duda. Su libro, “Sinceramente”, tampoco muestra una cara más amigable de la ex presidenta. Pero los inversores tampoco le confían ahora a Macri.
Lo que nadie se atrave a responder es dónde termina la economía, la inflación y el dólar en estos próximos seis meses que quedan hasta las elecciones. La incertidumbre es tan gigantesca que los inversores no están dispuestos a dolarizarse el último día antes de la votación o a esperar el resultado de las últimas encuestas. Prefieren "curarse en salud" y aceleran el proceso, como quedó claro en los últimos días. Las consecuencias sobre el nivel de actividad, la inflación y el consumo están a la vista.
Mientras tanto, las encuestas públicas pero también privadas siguen girando. Las que maneja en secreto el Gobierno muestran que Cristina hoy le ganaría un ballotage a Macri por cuatro o cinco puntos. En Casa Rosada siguen creyendo que el espanto de un regreso de la ex presidenta en muchos votantes los hará cambiar de opinión a la hora de entrar al cuarto oscuro. Sin embargo, la persistencia de la inflación, la recesión y los riesgos de otra corrida sobre el dólar serán una cuesta durísima de remontar para que Macri continúe siendo un candidato con chances verdaderas.
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