La dinámica de caída de precios de los títulos soberanos y de las acciones de la Argentina, con el correr de las semanas de 2019, obedece a factores que deben tomarse muy seriamente: la incapacidad de las medidas de política económica para contener la inflación, una actividad económica aletargada y la tensión política propia de un año electoral.
A ese escenario negativo se contrapone otro, que aporta un panorama más alentador a mediano plazo. El Gobierno mantiene su compromiso de reducir el déficit fiscal, principal fundamento del descalabro financiero, el salto cambiario, el excesivo endeudamiento público en el exterior y la debilidad macroeconómica.
Con un valor del dólar más razonable Argentina también está recuperando el superávit comercial y reduciendo la fuga de divisas por turismo. Es decir, se están "generando" dólares de manera más virtuosa que por la vía financiera.
Y no debe olvidarse que la Argentina mantiene en pie un histórico acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, entidad que respalda al país con casi USD 57.000 millones, un monto que hoy representa entre 10 y 15 por ciento del PBI. Por su dimensión, es muy probable que el acuerdo se renueve después de 2020, para que el país no tenga dificultades en su cumplimiento efectivo y, por las mismas razones, sería descabellado que el Presidente que gane las elecciones de este año, sea cual fuere su color político, repudie esta fuente de financiamiento, sin la cual el ajuste fiscal sería aún más dramático.
Desde fines de 2017 las acciones argentinas acumulan una pérdida promedio de 60% en dólares: para el mercado son precios de “ganga”
Hay bonos soberanos como el Bonar 2020, cuyo vencimiento se producirá en un año y medio, cuya rentabilidad implícita es de 20% anual en dólares para aquel inversor que hoy compre el título en el mercado secundario. A mayor plazo, un Bonar 2024 rinde 19,8% anual en dólares, y un Bonar 2025, un 18,5% anual en dólares. Son valuaciones de default al que ningún político argentino, en funciones o en carrera, ha adherido desde que se acordó con los holdouts en abril de 2016.
"Encuéntrame un país soberano de alto rendimiento con un programa del FMI que pague tan generosamente", dijo a Bloomberg Jean-Dominique Butikofer, experto en mercados emergentes de Voya Investment Management, con sede en Atlanta (EEUU), un fondo que administra USD 205 mil millones en activos.
"Podemos ponernos de acuerdo sobre las perspectivas de crecimiento, la inflación que está inesperadamente fuera de control, la dinámica de la deuda después de la depreciación de la moneda y los aspectos técnicos preocupantes. Pero en estos niveles, se ha creado valor", explicó Butikofer.
José Ignacio Bano, gerente de Asesoramiento Financiero de InvertirOnline.com en Argentina, explicó que "en lo que refiere a pagos de la deuda pública, el programa financiero de 2019 está prácticamente cubierto. En cuanto a 2020, restan renovar algunos bonos y cubrir unos USD 7 mil millones más". Es una cifra accesible para una economía del tamaño de la Argentina.
Las acciones argentinas también alcanzaron valores mínimos desde agosto de 2016 cuando se pondera su cotización en dólares. Asoma una clara oportunidad de compra si se tiene en cuenta que en promedio cayeron un 50% en dólares a lo largo de 2018, y otro 18% en lo transcurrido de 2019.
Jorge Fedio, analista técnico de Clave Bursátil, apuntó que "la Bolsa se debatía debajo de soportes extremos, como para caerse en el abismo y nos jugamos a que eso no sucedía y señalamos, a contrario sensu, ni más ni menos 'día de compra'".
"Pueden estar de acuerdo o no, el veredicto lo tiene a partir de hoy el mercado, no la opinión de los disconformes. Esa perforación en la franja de piso termina con sombra muy larga, en aguja de reversión, en las velas japonesas como 'martillo de reversión'", manifestó Fedio.
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