El tuit anunció la renovación del programa de Precios Cuidados, invitando a la población a conocer cuáles son los 560 productos adheridos y dónde se los puede encontrar en supermercados de todo el país.
La invitación es acompañada por una página de Internet que funciona muy bien. Rápidamente se averigua que, por ejemplo, en los supermercados del área metropolitana debería estar disponible el sachet de leche entera La Armonía de un litro a $25,47, o el aceite marca Cada Día por 900 c.c. que fabrica Aceitera General Deheza a un precio de $52,85, el kilo de carne picada común a $78,79, el kilo de yerba mate Romance a $91,76, o la gaseosa 7Up de litro y medio que elabora Quilmes a 42 pesos.
Podría suponerse que la renovación es un relanzamiento de un programa que no venía funcionando bien, debido a problemas de desabastecimiento de los productos, a la falta de controles y sanciones, y a la escasa campaña oficial. Lo que se venía reflejando en una continua caída en la incidencia que esos productos tenían en el consumo, que en el furor del inicio del programa durante el kirchnerismo alcanzó a superar holgadamente el 10%, pero que últimamente estaba muy por debajo de ese número.
En el furor del inicio del programa durante el kirchnerismo alcanzó a superar holgadamente el 10%, pero últimamente estaba muy por debajo de ese número
Lo cierto es que no hubo renovación ni relanzamiento alguno. Una equivocación hizo que se publicara una noticia vieja en medio de la turbulencia y de las internas que hay en el gobierno sobre qué hacer con los precios.
Parece un chiste que el viejo tuit equivocado saliera al día siguiente de que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijera en su presentación ante los diputados que "el congelamiento de precios resulta fuertemente regresivo, genera una alta carga fiscal que los torna insostenibles y produce distorsiones en la oferta y la demanda, lo que genera que en el largo plazo la inflación termina siendo más alta".
¿Qué otra cosa que un congelamiento parcial y transitorio son los Precios Cuidados? El jefe de Gabinete intentó explicar la diferencia con argumentos tan endebles como una hoja de papel. Dijo que "desde la Secretaría de Comercio Interior no se habla de control de precios, sino de acuerdos voluntarios con empresas para generar precios de referencia para el consumidor, que en eso consiste Precios Cuidados".
Como si hubiera dicho que tener hambre o ganas de comer son dos sensaciones diferentes. ¿O acaso el congelamiento de artículos de consumo masivo que el Gobierno hizo trascender no se estaba preparando en acuerdo con las empresas y supermercados?
A la confusión reinante se sumó que dos horas después de ese viejo tuit sobre el supuesto relanzamiento de Precios Cuidados, participantes de la cumbre de Cambiemos que tuvo lugar en Casa Rosada reconocieran que se está trabajando en un acuerdo de precios que será anunciado la semana próxima.
Participantes de la cumbre de Cambiemos que tuvo lugar en Casa Rosada reconocieran que se está trabajando en un acuerdo de precios que será anunciado la semana próxima
Las posibilidades electorales y la inflación
No hay que ser Jaime Durán Barba para entender que si el Gobierno no logra rápidamente frenar de manera considerable la inflación, es poco probable que el próximo 10 de diciembre Mauricio Macri renueve su mandato.
Tampoco hay que ser un eximio economista para comprender que un funcionamiento más eficaz de Precios Cuidados o un congelamiento que verdaderamente enfríe, pueden servir como parche o paliativo, pero de ninguna manera son garantía para que la inflación de alrededor del 4% que hubo en marzo baje sustancialmente.
La incoherencia obedece a que el Gobierno descree de la utilidad de ese tipo de intervencionismo; y si mantuvo y ahora renueva Precios Cuidados es porque no tiene costo alguno y sirve para maquillar su discurso.
Los estandartes de la política antiinflacionaria
En lo que realmente cree el Gobierno como política antiinflacionaria es en el déficit fiscal cero, el torniquete monetario y evitar un nuevo desborde del dólar; tres variables claramente interdependientes.
Pero sucede que el déficit cero quedó como un objetivo inalcanzado, el torniquete monetario está ahogando el consumo y la actividad productiva, y hay crecientes dudas respecto a que esas dos herramientas alcancen a evitar un salto en el tipo de cambio.
El déficit cero quedó como un objetivo inalcanzado, el torniquete monetario está ahogando el consumo y la actividad productiva, y hay crecientes dudas respecto a que esas dos herramientas alcancen a evitar un salto en el tipo de cambio
Lo primero quedó plasmado en el reporte que el FMI difundió la semana pasada, donde no sólo resalta el debilitamiento de la recaudación (en el primer bimestre del año los ingresos totales cayeron 6,6% en términos reales) sino que recomienda un ajuste adicional con un set de medidas posibles que incluye aumento de impuestos y venta de activos, aunque reconoce que como las autoridades "tienen un limitado margen de maniobra dado el año electoral" para subir impuestos o privatizar, "la reducción de la inversión pública aparece como la única opción".
Según cálculos de la consultora PxQ del ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis, el recorte en la obra pública necesario para compensar el desfase fiscal la llevaría a menos de una cuarta parte de lo que la gestión Cambiemos invirtió en su primer año de gobierno, que ya era menos que el porcentaje del 2015. De acá a las elecciones Mauricio Macri va a cortar muchas cintas como parte de la campaña. Tras semejante recorte, difícilmente pueda seguir haciéndolo después, si es que gana la elección.
Ese ajuste en los gastos de capital haría aún más lenta la levísima recuperación del nivel de actividad que se registró en los últimos dos meses en la comparación con los meses previos, y que encima no fue generalizada sino que estuvo concentrada en algunos sectores.
Dolarización de carteras
Pero la mayor incertidumbre y angustia se origina en lo que pueda pasar con el dólar en lo que resta hasta las elecciones. De un lado de la balanza pesa el ingreso de las divisas de una buena cosecha, los dólares que el Tesoro va a poder subastar a un ritmo de hasta USD 60 millones diarios, y la flexibilización para el uso de reservas que el dúo Dujovne y Sandleris puedan llegar a conseguir del FMI durante su estadía en Washington.
En el otro platillo juega la dolarización de carteras por parte de individuos y, fundamentalmente, de grandes fondos y operadores, por cobertura y prevención. Especial temor genera la masa de depósitos de pesos a plazo fijo del sector privado, que equivale a unos USD 25.000 millones.
Por el momento se ha encendido una tenue luz amarilla. Según el último Informe Monetario diario del Banco Central, en los últimos treinta días esos depósitos subieron un 3,4%, lo que implica que apenas se alcanzó a renovar la capitalización de intereses, y no se cubrió la inflación del período. En el informe de la tercera revisión del acuerdo en vigencia, el propio Fondo señaló que la incertidumbre electoral podría acelerar la dolarización de carteras.
El propio Fondo señaló que la incertidumbre electoral podría acelerar la dolarización de carteras.
La situación es tan endeble que esa luz del semáforo puede intensificar su amarillo en cualquier momento y ante la más mínima chispa. Chispa que algunos irresponsables ansían que se encienda lo más rápidamente posible, lanzando disparatadas versiones sobre la inminencia de un corralito y armando campañas para inducir a la gente a que saque el dinero del banco.
Corresponde aclarar que sólo son grupúsculos marginales de la oposición con algún poder de micrófono y alto grado de ignorancia. Pero los principales dirigentes mantienen la dureza de sus críticas dentro de un marco de responsabilidad. "No creo que haya riesgo de corralito", respondió ayer con moderación Axel Kicillof, el último ministro de Economía de un gobierno que se fue con la mitad de la inflación actual.
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