Los datos de la economía global de la Argentina muestran mes a mes un claro deterioro en comparación con un año antes, no sólo en los índices de pobreza, empleo e inflación, que son las expresiones últimas, sino en materia de actividad productiva por parte del conjunto de las manufacturas y de consumo de las familias; y por tanto de la recaudación de impuestos, derivada de la aceleración de la inflación y devaluación del peso.
Sin embargo, en el mes a mes, los indicadores oficiales, y más aún los adelantados de las consultoras privadas, comenzaron a mostrar desde diciembre una modesta recuperación, la cual no sólo se habría consolidado en el curso del primer trimestre, sino que de la mano de la superación de los efectos de las inundaciones de 2016/17 y de la sequía de 2017/18 se espera un segundo cuarto del año más dinámico, con muy buenas cosechas y recomposición del stock ganadero.
No obstante, aún entre el consenso de los economistas del sector privado no se percibe un diagnóstico uniforme y firme sobre sus proyecciones para el corto plazo, porque se mezclan restricciones de carácter estructural, con cambios en el escenario internacional y el natural ruido que impone el año electoral de fin de mandato del Gobierno que aspira a renovar, y de las fuerzas opositoras, en ambos casos con dificultades para definir las cabezas de lista. De ahí que mes a mes modifican sus pronósticos de corto y mediano plazo.
Infobae entrevistó a Bernardo Kosacoff, académico de universidades nacionales y privadas, profesor de postgrado, y activo asesor a funcionarios de gobierno desde la vuelta a la democracia, cuando se abocó con preferencia en su paso por la CEPAL entre 1983 y 2002 a coordinar el Área de Estrategias Empresariales y Competitividad, y que fuera honrado con el Premio Konex Platino a la figura más destacada por su trayectoria en la década 1997/2006 en la disciplina Desarrollo Económico, y activo colaborador con "los chicos" de "Un Techo", y volvió a expresar una visión optimista para un futuro que dice: "ya empezó".
– En agosto último, cuando lo entrevisté en medio de una profunda recesión, usted decía que la situación era "un chiste en comparación con la crisis de fines de 2001". Hoy los indicadores de actividad, empleo, sociales y de precios, muestran un claro deterioro, más allá de que insinúan una tímida mejora en el mes a mes ¿sostiene la misma apreciación, o como dicen algunos economistas el Gobierno va a un choque porque no puede controlar ni el nivel del dólar, ni de la tasa de interés?
– Lo que usted comenta es la mejor síntesis de la situación. Comparado con agosto de 2018, cuando me entrevistó, el Gobierno evitó el colapso; y a partir de ahí mejoró varios de los parámetros macroeconómicos: se recompuso la balanza comercial; los números fiscales están notablemente más sólidos; existió una corrección cambiaria y también una parte importante de los subsidios. Es decir, se ve un clima macroeconómico que evitó el colapso que tiene resultado inclusive mejores que cuando la economía estaba llegando de mejor forma al conjunto de la población.
Se recompuso la balanza comercial; los números fiscales están notablemente más sólidos; existió una corrección cambiaria y también una parte importante de los subsidios
Pero simultáneamente, los efectos colaterales han resultado mucho más negativos que los previstos; y ha impactado en una inflación ha sido mayor, que tiene efectos inerciales muy fuertes que no descienden, y en la no creación de empleos y en una brutal caída del nivel de actividad; y el año pasado terminó con 12% de pérdida del poder adquisitivo de los salarios. En ese contexto el malhumor social está plenamente justificado. Sobre todo en lo que es la clase media baja y la clase media, donde simplemente cuando tiene que hacer sus cuentas sobre cuáles son sus ingresos y sus gastos, la verdad es que están muy preocupados.
– ¿Percibe que ese humor social, que se refleja en las caídas de los índices de confianza del consumidor y en el Gobierno; está siendo más rescatado por la dirigencia política de oposición que de los dirigentes sindicales?
– Lo que pasa es que hoy el rol de los sindicatos es totalmente distinto al que jugaba en plena vigencia de la industrialización y del peronismo; y del aparato central que caracterizaba al sindicalismo. Hoy expresa los intereses del sector formal asalariado, que en definitiva es el que tiene mayor protección y por esos aspectos lo central que hoy puede estar discutiendo es si le van a cobrar el Impuesto a la Ganancias, o no. Y de alguna forma está ajeno a la otra gente que está más vulnerable, como el trabajador que se mueve en la informalidad, que es independiente, que depende de su pequeño comercio.
Lo que tenemos ahora, claramente, es que los indicadores más negativos llegaron hasta diciembre 2018. Observo que en enero, febrero y marzo, la caída se ha detenido de forma bastante generalizada, pero con una recuperación muy leve después de muchos meses en donde el golpe ha sido notablemente fuerte y donde no solamente hubo pérdida de ingreso de los asalariados; sino también notable reducción o pérdida por parte del mundo empresarial, en particular de aquellos que están orientados hacia el mercado interno.
– Algunos economistas hablan de que la puja dólar-tasa de interés, y que el Gobierno ha optado por fijar un piso alto a la tasa de interés de referencia que marcan las licitaciones diarias de las Leliq, está conduciendo a un choque de trenes de frente, porque agrava la caída de la actividad y afectará las perspectivas de las exportaciones ¿Comparte esa visión?
– La primera parte del tren la comparto, pero la segunda, que el tipo el freno de la suba del tipo de cambio comience a frenar las exportaciones no, porque evidentemente de que haya habido alguna pequeña apreciación cambiaria en los últimos meses, hoy tenemos un tipo de cambio que en términos históricos está en una posición muy competitiva; y justamente desde el lado del comercio exterior, el Gobierno tiene buenos resultados, por las buenas y por las malas noticias. Las buenas noticias es que hay un dinamismo exportador, que es el resultado de la excelente cosecha que se ha tenido frente a los malos resultados de la sequía del año pasado; pero también hay una gran cantidad de economías regionales; equilibrio en el balance energético, que dan un desempeño exportador que está generando dinamismo.
-Eso por el lado de lo bueno…
– Claro. Pero del lado de lo malo cuando, los números del comercio exterior se muestran más robustos, es porque en parte están explicados por la caída del nivel de actividad y la caída de las importaciones. Esto último tiene un fenómeno estructural, que es el más complicado de la Argentina: la disminución de la tasa de inversión; y también el menor nivel de actividad determina menor demanda de insumos de uso intermedio y de bienes para producir; y sobre todo también el efecto de la alta tasa interés que generó durante todo el año pasado una notable reducción de stocks. Es decir mantener productos sin vender tiene un costo financiero notablemente elevado, y eso profundizó la recesión.
Lo que se observa en estos días es que justamente los stocks en muchos sectores son notablemente bajos, y por tanto comienza a haber una recomposición de existencias, de ahí que éste fenómeno este año va a tener menos fuerza que en 2018. Entonces, lo que es claro, es que en todo este delicado equilibrio, hoy la capacidad de fuego del Gobierno mejoró. Porque llegó la plata del Fondo Monetario, y llegó a un acuerdo de que se pueda vender parte de esos dólares para la contención del tipo de cambio, por un esquema que la gente critica si es demasiado previsible, si es suficiente, o no. Pero ese dinero está, y viene también la liquidación de las cosechas. Los que son más optimistas dicen que el campo tiene que liquidar las divisas porque tiene que pagar deudas; y porque necesita capital de trabajo para la próxima cosecha.
Hoy la capacidad de fue del Gobierno mejoró. Porque llegó la plata del Fondo Monetario, y llegó a un acuerdo de que se pueda vender parte de esos dólares para la contención del tipo de cambio, por un esquema que la gente critica si es demasiado previsible, si es suficiente, o no. Pero ese dinero está, y viene también la liquidación de las cosechas
– Hay un gran consenso de los economistas que sostiene que el Gobierno debe inducir al campo a que liquide las divisas de sus exportaciones; pero por otro lado reclama que se contenga el tipo de cambio, porque de lo contrario afecta las expectativas de inflación. Pero cuando se lee el balance cambiario de febrero, se observa que los argentinos que vieron caer sus ingresos en términos reales, y las empresas que venden menos, están comprando la mitad que el año anterior, mientras que los inversores del exterior son los que más están comprando ¿Cree que se le debe asegurar a quienes se quieren ir del peso un dólar bajo, o está bien que se deje flotar y pague caro la salida a quien vino a hacer carry trade?
– Sin duda que lo que usted menciona requiere de una sintonía fina que no es fácil de hacer. Generar ganancias financieras a gente que viene para especular en el corto plazo, claramente no es lo mejor para la sociedad. En ese sentido, el otro problema es esta cuestión del dólar como indicador tan fuerte en donde se valúa algo al Gobierno; y en dónde se forman las expectativas.
La situación ideal es que muy difícil. Lamentablemente la banda en que se mueve el dólar es muy ancha. Si está en la mitad de la zona de no intervención no sería un elemento tan preocupante; pero ahí interviene el otro factor que es la política, la cual está cambiando muy fuerte en términos de las expectativas. Lo que uno observa es que el Gobierno tiene dilemas que no son fáciles de resolver. Porque de alguna forma va a tratar de incentivar el consumo, como se ve en la solución de la paritaria docente en la provincia de Buenos Aires; o el aumento de la Asignación Universal por Hijo; y de alguna forma también, una actitud mucho más cauta en términos de permitir pautas más generosas. Hay una idea general de que este año no haya una nueva pérdida del poder adquisitivo de los salarios, y que esto tiene un impacto en mantener el consumo, que también se acompaña con otros instrumentos como fortalecer el Ahora 12, o los nuevos créditos a los jubilados. Pero al mismo tiempo, el freno del dólar con la suba de las tasas de interés, en un juego que se da entre dólar, tasas de interés, tasa inflación y nivel de actividad, no contribuye a salir de la recesión.
– En la semana anterior se dieron a conocer los datos de pobreza del Indec, con un nivel del 32% de la población, y se atribuyó a un carácter estructural. Como experto conocedor del sector real de la economía, ¿Cree que ese problema estructural está justamente en el entramado productivo y comercial de la Argentina, porque de 18 millones de trabajadores ocupados hoy en el país, unos 12 millones están en relación de dependencia en un total de poco más de 600 mil empresas, con un promedio 20 por compañía, y se reduce a menos de 15% en el conjunto de las pymes que representan un 95% del total, porque no tienen la productividad y competitividad que les permitan pagar mejores salarios?
– Definitivamente, ese es el problema estructural que tiene la Argentina y que no se puede resolver en corto plazo. Desde 2011 tenemos un problema realmente serio en el mercado de trabajo que es la no creación de empleo privado formal, en un contexto donde la población sigue creciendo y lo que tuvimos fue un aumento del empleo público, de la informalidad y de los desempleados. Hay una total correlación entre el aparato productivo y la solución de los problemas de pobreza. Y, obviamente, para esto se requieren cambios estructurales en donde se incentiven, fundamentalmente la inversión; la calificación de los recursos humanos; y en particular haya horizontes más largos. Porque una empresa cuando tiene que decidir invertir, tomar gente, tener trayectoria tecnológica, requiere decisiones que se toman en el presente pero que van a impactar en los próximos 5 a 10 años.
Hay una total correlación entre el aparato productivo y la solución de los problemas de pobreza. Y, obviamente, para esto se requieren cambios estructurales en donde se incentiven, fundamentalmente la inversión; la calificación de los recursos humanos; y en particular haya horizontes más largos
Si la gente está esperando una crisis lo que va a tener es una preferencia por la liquidez. En muchos casos esa preferencia por la liquidez, en particular en los últimos 10 años, fue para proteger el capital, porque tenía sus ahorros fuera del país, o en dólares, que le rendía menos que la inflación internacional; y lo que estaba haciendo era simplemente postergando decisiones de inversión hasta que se supere el escenario de crisis.
– Y no siempre lograba proteger el capital…
– Lo protegía, pero era preferible tener bonos al 0% que haber comprado una máquina y tener tasas de rendimiento que no se daban y por tanto no podía pagarla. Fundamental para recomponer el entramado productivo hay una condición fundamental que es alargar los horizontes y tener un mínimo de consistencia macroeconómica. Pero eso no es suficiente, se requiere también después poner todas las instituciones y los incentivos para ampliar la generación de riqueza. Y claramente, para toda la torta mayor que se genere tener criterios distributivos más adecuados de los que se dispuso en el pasado reciente.
– ¿Cree que eso es un atributo del gobierno de turno, o necesariamente es viable a través de un consenso social, un pacto social?
– Creo que fundamental que sea un ejercicio colectivo y que toda la sociedad entienda que eso es una política de estado absolutamente ineludible. Y obviamente requiere salir de estos mecanismos que tenemos en el corto plazo, con inercias de formación de precios asociados al pasado reciente y a las estructura de costo del pasado para tratar de protegerse. Y requiere simultáneamente de poner todos los incentivos para tener un clima más innovativo y de políticas que estén muy focalizadas con la gente joven; y en particulares con la población pobre joven.
Cuando se ven los datos de pobreza que revelaron que el 50% de los jóvenes son pobres acá tenemos un problema, porque la gente joven es una de las fuentes de crecimiento más fantástica que tiene la sociedad. Pero para potenciarla hay que darle educación, cultura de trabajo y brindarle oportunidades en la expansión del proceso productivo. Entonces, creo que tiene que haber un consenso social donde todas las medidas que se tomen de acá en adelante atiendan a revertir esta situación de la gente joven pobre. Y el tema de educación pasa a ser un tema central de la agenda en donde lamentablemente hay que revisar el pasado reciente, porque se ha gastado más recursos y más plata pero los resultados en términos de calidad educativa han sido mediocres. No se podrá resolver en el corto plazo, pero sí cambiar la tendencia.
– ¿Cómo ve la política monetaria y fiscal que se sigue desde octubre último, está bien focalizada o cree que es demasiado ortodoxa y tendría que tener algún ajuste?
– Creo que hay que romper con los falsos dilemas entre ortodoxia y heterodoxia, lo que se puede hacer es lo factible. Cuando se analiza todos aquellos esquemas de política económica que fueron exitosos en otros países estuvieron siempre asociados con la fuerte institucionalidad y cumplimiento de las reglas de juego; y también siendo notablemente prácticos. Son programas eclécticos que tienen componentes ortodoxos y heterodoxos. En esto no me cabe la menor duda de que el tema central de la Argentina es que tiene que ganar competitividad no precio. Para eso se tienen que hacer reformas institucionales muy fuertes en términos del mercado de capitales y mercado de laboral, de los costos de infraestructura; de rebajas y reformas tributarias. Eso requiere de consensos muy importantes.
Hay que romper con los falsos dilemas entre ortodoxia y heterodoxia, lo que se puede hacer es lo factible. Cuando se analiza todos aquellos esquemas de política económica que fueron exitosos en otros países estuvieron siempre asociados con la fuerte institucionalidad y cumplimiento de las reglas de juego; y también siendo notablemente prácticos
– Cuando se habla de estos temas lo primero que se critica es que sus efectos se verán en el largo plazo, y ya lo dijo John Maynard Keynes "en el largo plazo estarán todos muertos". ¿Lo ve así, o si se comienza con los cambios estructurales los primeros resultados empezarán a verse en lo inmediato?
– Para mí el futuro ya empezó hoy. Cuando uno dice quiero asumir los desafíos de la Revolución 4.0; de la recalificación de los recursos humanos; y la robotización; y la nuevas cadenas globales de valor, eso es la realidad de hoy en el mundo. Hoy el desafío es tratar de ver ese futuro en un esquema muy complicado, porque se dan en economías abiertas, totalmente competitivas; y se requiere de un mínimo de cooperación y de colaboración a nivel del sector público y sector privado, sin ser ingenuo porque cada uno defiende sus intereses. Pero al mismo tiempo sabiendo que con la cooperación puede ser un ejercicio que es más que suma cero, es decir todos podemos salir beneficiados. Creo que el próximo gobierno, sea del signo que sea, va a estar en una situación que va a requerir de consenso para que en el juego de la República se pongan las reglas para aumentar la capacidad productiva e influir en la sociedad a través de más empleos formales, y calificar a los recursos humanos.
– ¿Ve a la dirigencia que está realmente convencida de eso, o por ahora forma parte de un discurso, pero que todavía no adquiere una entidad para pensar que se pueda concretar más temprano que tarde?
– Veo que aún forma parte de un discurso y que no ha habido un ejercicio central donde cada uno haya hecho un gesto para tratar de que se produzca una transformación.
– ¿Está viendo que predomina más la crítica a lo que se hace más que una propuesta concreta de lo que se podría hacer en forma conjunta?
– Hoy se piensa más en llegar al poder que en un futuro mejor; es decir en la construcción de una alternativa de país posible, factible, en el cual se requiere la cooperación de la mayor parte de la sociedad para poder progresar.
¿Cómo estás viendo la economía mundial?, Aparecieron datos de Brasil con señales de recuperación de la actividad fabril…
-Hasta diciembre parecía en el mundo iba todo en contra, en enero apareció la idea de que Brasil mejoraba un poquito, y que también la tasa de interés que iba a aumentar notablemente, pero ahora se ve una idea de un mundo que nos favorece un poquito más. La gente piensa que va a haber una desaceleración de la economía mundial, pero el mundo mantiene todas sus fortalezas y nadie vislumbra una crisis en el corto plazo. Creo que la Argentina tiene, más que nada, que tratar de definir hacia dónde queremos ir y cómo nos podemos insertar en un mundo que no va a ser apocalíptico, pero que tampoco nos va a regalar nada.
La Argentina tiene, más que nada, que tratar de definir hacia dónde queremos ir y cómo nos podemos insertar en un mundo que no va a ser apocalíptico, pero que tampoco nos va a regalar nada
– Y la Argentina tiene mucho para reactivar a partir de la muy baja base, tras la recesión que se arrastra desde el segundo trimestre del último año…
– Y porque la Argentina tiene activos sobre los cuales apoyarse. Cuando se ve la dotación de los factores, la historia y los activos que tenemos, una cantidad de empresas y de actividades, el punto de partida no es óptimo pero sin lugar a dudas es lo suficientemente fuerte como para tener mejor desempeño del que hemos tenido en los últimos 10 años.
– El Gobierno ha decidido concentrar los aumento de las tarifas en el primer cuatrimestre, y lo está pagando caro porque se aceleró la inflación y se afectaron las expectativas justo cuando en el mundo se apreció el dólar y hubo salida de capitales desde los países emergentes. ¿Cree que el cuadro podría cambiar en el segundo cuatrimestre?
– Cabe esperar que a partir de mayo vamos a tener algunos datos más alentadores, como una tendencia a la desaceleración de la inflación, en un contexto donde la formación de precios en términos inerciales juega muy negativamente.
Fotos: Tomás Khazki