Debido al feriado, el mercado local se salvó de reflejar la caída que sufrieron ayer casi todas las acciones argentinas que cotizan en Nueva York. Los papeles bancarios los que más sufrieron la caída, algo que ya pasó a ser casi una costumbre. Banco Macro perdió 4,3%, Supervielle 2,90%, y Grupo Galicia 3,49%, mientras que BBVA Francés cayó 3,3 por ciento.
A esta altura, el comportamiento de las acciones bancarias ya es un verdadero caso de estudio. Al revés de lo que indicaría la lógica, las ganancias récord del sector están muy lejos de reflejarse en los valores de las entidades que cotizan en Bolsa. Aunque suene extraño, a medida que aumenta la rentabilidad del sector más caen los precios de las acciones.
La rentabilidad alcanzada por los bancos argentinos el año pasado fue de $172.100 millones, lo que marcó un salto de 121% respecto al año pasado. Así le ganaron por goleada a la inflación (que fue del 47,6%) y fue uno de los pocos sectores que consiguieron incluso superar el aumento del dólar. Es decir que lograron un mayor nivel de utilidad incluso medido en moneda dura.
La performance de los bancos contrastó con otros sectores que sufrieron fuertes pérdidas, incluyendo compañías de primera línea de consumo masivo como Arcor, Molinos y varios de los principales supermercados de la Argentina. La devaluación, las elevadas tasas de interés y la caída de ventas impactaron fuertes en casi todas las empresas de la Argentina.
Pero nada de esto se reflejó en los precios de las acciones bancarias, que acumulan caídas que en algunos casos superan el 70% en dólares en apenas un año. Se generó así algo difícil de explicar a primera vista: los accionistas de los bancos pueden cobrar dividendos como nunca antes, pero al mismo tiempo sufrieron una millonaria pérdida de riqueza.
Aún con las altas tasas de interés que devengan, las millonarias tenencias de Leliq de los bancos aumentan el riesgo crediticio. Además, el elevado riesgo país también redunda en un castigo para las acciones del sector
Hay varios motivos que explican este fenómeno, pero básicamente son estos:
– Fuerte acumulación de títulos del Banco Central. Primero fueron las Lebac y ahora las Leliq, por las que cobran altísimos intereses. Sin embargo, el patrimonio de las entidades se va llenando de activos del sector público, al tiempo que caen los préstamos a privados (tanto individuos como empresas). Si bien los bonos emitidos por el Central devengan millonarias ganancias, al mismo tiempo crece la exposición de los bancos al sector público, lo que aumenta fuertemente el riesgo crediticio.
– Aumento del riesgo país. Con tasas de interés que se ubican en 14% en dólares para bonos de corto y mediano plazo, cualquier activo argentino sufre fuertes descuentos en sus cotizaciones. No sólo pasa con las empresas que cotizan en Bolsa, sino con el resto de las compañías y los negocios que desarrollan en el país. La tasa de descuento que se aplica para calcular cuánto deberían valer en caso de una venta es mucho más alta que en cualquier otro país de Sudamérica (excluyendo obviamente a Venezuela)
Por ahora, un repunte luce lejano. No sólo crece la desconfianza por la cercanía de las elecciones, sino que además casi no existen hoy recomendaciones de compra de analistas neoyorkinos
– Deterioro de la cartera crediticia. Aunque no es dramático, en los últimos meses aumentó la morosidad de los clientes producto de la fuerte recesión y pérdida del salario real. Algunos casos resonantes llamaron la atención como Molino Cañuelas, que tuvo que renegociar una deuda de USD 1.500 millones con casi todos los bancos del sistema.
Uno de los casos más notorios en relación al impacto de la desconfianza de los inversores fue el de Banco Supervielle. El ADR cerró ayer a USD 6,01 en Nueva York, pero hace un año llegó a cotizar a USD 31. Era el banco que posiblemente reunía las mayores recomendaciones de compra de los analistas, debido a su perfil muy vinculado a los préstamos a las PYME. La pérdida sufrida por la acción a partir de la crisis cambiaria del año pasado llegó a nada menos que el 80%. El banco tiene hoy un valor de mercado (de acuerdo a su cotización bursátil) de USD 540 millones, cuando en abril del año pasado había alcanzado nada menos que los USD 2.500 millones.
No es, sin embargo, un caso aislado ni mucho menos. Grupo Financiero Galicia sufrió una pérdida patrimonial del 63%. Hoy la entidad vale USD 3.440 millones pero llegó a casi USD 9.500 millones hace un año. Lo mismo sucede con Banco Macro (-60% en un año) y el BBVA Francés (-60,6%).
Por ahora, un repunte luce lejano. No sólo crece la desconfianza por la cercanía de las elecciones, sino que además casi no existen hoy recomendaciones de compra de analistas neoyorkinos. Recientemente Morgan Stanley divulgó un informe muy optimista sobre activos argentinos. Pero recomienda posicionarse en bonos en dólares y en pesos, dejando de lado al menos por ahora la posibilidad de incorporar acciones a la cartera.
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