Las tensiones cambiarias de la última semana cerraron un mes en el que el peso argentino se devaluó 9,68% y llevó al dólar mayorista a trepar a $43,35.
Los períodos donde el valor de la moneda parece tranquilizarse no se extienden en el tiempo: el contexto externo, desequilibrios macro y riesgos políticos que parecen requerir de un tipo de cambio mayor.
Analistas consultados por este medio coinciden en que hoy los saltos cambiarios se dan cada vez más seguido. Además, esperan que esta volatilidad continúe durante lo que resta del año.
Es parte del proceso de devaluación que comenzó el año pasado y ahora se ve recalentado por la incertidumbre electoral. A diferencia de las devaluaciones que se realizaron en 2014 y 2016, requiere de varios capítulos.
Según la consultora Economía & Regiones (E&R), luego de las devaluaciones de 2014 y 2016, el tipo de cambio quedó relativamente estable durante 24 meses, hasta que volvió a apreciarse y requirió el nuevo ajuste. Pero en 2018 saltó tres veces y en el último mes escaló nuevamente.
"Cada round cambiario dura cada vez menos. El Banco Central tiene menos credibilidad y reputación, y ya no tiene artilugios que le hagan mantener la estabilidad cambiaria en forma artificial. Así, los agentes económico se protegen y se van al dólar", dijo Diego Giacomini, director de E&R.
Según su análisis, Cristina Kirchner contó en 2014 con el cepo cambiario hasta diciembre de 2015. En tanto, Mauricio Macri pudo sostener el efecto de la devaluación de 2016 hasta finales de 2017 gracias al endeudamiento externo. Desde que se cerró el mercado de deuda para el país, el Banco Central actual tiene un balance con patrimonio neto negativo, al considerar los pasivos (base monetaria y emisión de Leliq) versus el activo (las reservas de libre disponibilidad).
"Es un proceso que empezó en 2018 y no terminó. Si no fuera por el FMI, el salto cambiario hubiera sido mayor", dijo Giacomini. "Habrá varios saltos hasta fin de año por las inconsistencias macroeconómicas potenciadas por las elecciones".
Para Juan Luis Bour, director de FIEL, el tipo de cambio está buscando un equilibrio del dólar diferente. "Están cambiando las condiciones. Hay shocks más frecuentes, de información política y económicos locales y externos", coincidió.
"Es un viaje que está haciendo desde los $18 a fines de 2017 hasta los $45, que no lo hace en un solo día, sino en cuatro golpes", dijo Bour, como parte del proceso de devaluación, traspaso a precios, apreciación cambiaria y nuevo salto del dólar.
"En 2018 empezó a saltar a cada rato. Cuando no hay demasiados instrumentos potentes para estabilizar el tipo de cambio, se puede tener saltos cambiarios", dijo el analista de FIEL, respecto de que la suba de las tasas de interés tiene un poder limitado en Argentina, con un sistema financiero pequeño, y ante un nivel de reservas que no es suficientemente poderoso frente al nivel de la base monetaria.
Bour cree que el mercado presiona para llegar a un tipo de cambio más alto porque no se corrigieron los problemas estructurales externos (el año pasado se cerró con un déficit de cuenta corriente externa de USD 28.003 millones). "Si es así, el mercado está intentando corregirlo", dijo Bour. "A eso hay que sumarle el riesgo político. Cualquiera está pensando si dolariza su portafolio o no. Es un escenario extremadamente volátil y un eventual cambio de cartera que puede llevar a corrida cambiarias antes de las elecciones presidenciales, sobre todo ante la posibilidad de que vuelva a ganar un gobierno antimercado. El hecho político se juega todos los días aunque ocurra en octubre", explicó.
Cosecha versus demanda de dinero
Pese al ingreso de los dólares de la cosecha y de las ventas del Tesoro, Giacomini no espera que el tipo de cambio alcance el piso de la banda de flotación. "Es más importante lo que pase con la caída de la demanda de dinero. Es más determinante para la inflación la magnitud en que la gente no quiera pesos que la magnitud de la oferta de dólares. Va a tocar el techo de la banda más cerca de las elecciones", explicó.
Bour, en tanto, entiende que el ingreso de los dólares de la cosecha pueden tranquilizar al mercado de cambios si los agricultores después se quedan en pesos: "La pregunta no es si viene la cosecha o no, sino si se quedan en pesos o en dólares. Y eso puede atenuar o no la volatilidad de este momento".
En cambio, la aceleración de la inflación empuja al tipo de cambio.
Giacomini afirmó que este esquema macroeconómico y la aceleración de la inflación condenan al tipo de cambio real a buscar un punto de equilibrio en un nivel cada vez más alto: cuando la inflación lima la competitividad del tipo de cambio, el dólar no se atrasa sino que reacciona y salta. "La economía opera a un tipo de cambio real más elevado. Si el tipo de cambio real es más elevado y hay más inflación, se necesita un dólar más alto", expresó.
"Con una inflación mensual de 3 a 4%, los saltos son más violentos porque la nominalidad es más alta", coincidió Bour.
El Gobierno reconoce que la estabilidad cambiaria es clave para la imagen del Presidente, pero las autoridades no pueden descartar mayor volatilidad hacia fin de año.
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