En la última semana se produjo un contrapunto que es también la antesala de una posible disputa electoral de 2019: el cruce de declaraciones entre el presidente Mauricio Macri, el ex ministro Roberto Lavagna, y funcionarios de Cambiemos, con la economía como eje central.
Macri dijo que el economista "tiene una interpretación muy generosa con su propia tarea", porque por "haber estado en todos los gobiernos y que hoy todavía tengamos problemas estructurales como no tener moneda, debería hacer alguna autocrítica". Agregó que "la renegociación de la deuda (en 2005) fue malísima, dejando en default el 26% de los acreedores, puso las retenciones al campo y venía el sistema energético destruyéndose con las tarifas congeladas".
En diálogo con Infobae, el ex ministro replicó: "Si se trata de hablar del pasado, cuando el Presidente logre una economía con crecimiento de 9%, inflación de 10%, superávit gemelos y creación de empleo, hablamos".
A su turno, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, le dijo a Infobae que "Cristina (Kirchner) y Lavagna son propuestas antiguas, conservadoras, incluso en algunas cosas reaccionarias, porque es volver al 2002, volver al 2005 o al 2007″. Y Nicolás Dujovne se sumó al debate. "Una cosa es crecer al 9% haciendo todo mal y otra cosa es crecer haciendo las cosas bien", dijo el ministro de Hacienda y agregó que tras la crisis de 2002, "se iniciaba un proceso de recuperación de los commodities en el mundo, la Argentina no pagaba su deuda y las tarifas estaban congeladas".
Números enfrentados
Macri ejerce la presidencia de Argentina hace tres años y cuatro meses. Es un lapso de tiempo comparable al que ejerció Lavagna como ministro de Economía, durante las presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner: tres años y medio entre el 27 de abril de 2002 y el 27 de noviembre de 2005.
Una mirada preliminar deja un enorme contraste: un período de excepcional expansión económica en la década pasada frente a un estancamiento de ocho años en el presente. Comprar los resultados económicos de ambos períodos sirve para entender de dónde viene y a dónde se dirige la economía argentina, aunque no permite sacar conclusiones inamovibles, por el diferente contexto nacional –político, económico y social- e internacional de cada etapa.
Juan Luis Bour, economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), le dijo a Infobae que el despegue económico a partir de 2002 se produjo con "una capacidad ociosa superior a la de ahora, desempleo y salarios reales muy deprimidos. Había condiciones de ajuste de la economía muy diferentes a aquellas con las que partió Macri. Por lo tanto, lo que Lavagna iba a tener por delante iba a depender de lo que él hiciera pero también de un viento de cola espectacular".
La experiencia mundial es que corrección del déficit de cuenta corriente se produce a través de una fuerte devaluación y una fuerte recesión (Bour)
Bour puntualizó que "Macri no tuvo esas condiciones iniciales: ni superávit fiscal ni y un tipo de cambio más alto; no hay ahora un impulso de Brasil y de la soja… Esas condiciones ocurrieron pero ya no están y hay que tener en cuenta este trasfondo".
Guillermo Nielsen, secretario de Finanzas entre 2002 y 2005, apuntó que "hay que recordar que socialmente fue un momento muy complicado de la Argentina, extremo porque gran parte de la población pasaba hambre. También destacar el rescate de las cuasimonedas que hizo la gestión de Lavagna".
"En la macroeconomía, fundamentalmente se distingue un enfoque opuesto al actual, fuimos muy duros fiscalmente y muy laxos en lo monetario. Así le dimos un espacio al sector privado muy importante para reactivar. Ahora no han apretado lo suficiente la clavija en lo fiscal, cuando entonces paramos todas las obras", comparó Nielsen.
Del crecimiento al estancamiento
En términos relativos, Lavagna –como ministro estrella, pero no como Presidente– puede mostrar números imbatibles. El PBI creció a "tasas chinas" durante su paso por el Palacio de Hacienda. Si bien en 2002 el PBI restó 10,1% en comparación a 2001, ya se advertía una recuperación a partir del segundo semestre de aquel año, el de peor desempeño económico de la historia. Ese envión perduró varios años, con expansiones de 8,8% en 2003; 9% en 2004 y 8,9% en 2005, en un mundo que aportó el impulso de precios en alza para las materias primas y bajas tasas de interés.
"Hay que tener presente que tenemos dos acuerdos recientes con el Fondo, uno interino por un año y otro de más duración, en un período de caída de actividad, cuando todos los demás acuerdos con el FMI se dieron con crecimiento, porque entonces negociamos un espacio para actuar, y ahora, nada", refirió Nielsen a Infobae.
Para Macri el saldo de actividad económica es negativo. A una caída del PBI de 1,6% en 2016, le siguió un crecimiento de 2,9% en 2017, sin ajuste fiscal, pero con creciente endeudamiento. A fines de 2017 y principios de 2018 la economía argentina alcanzó un récord histórico de actividad. Pero el cierre de los mercados de capitales por la suba de tasas , el rojo de las cuentas públicas y la crisis de deuda del BCRA llevaron a un período de devaluación y recesión del cual aún no se sale.
"En 2015 teníamos que corregir todo con déficit gemelos (fiscal y de cuenta corriente. Son diferencias muy grandes en las condiciones iniciales y un período muy corto de tiempo, pero en la comparación esas diferencias son definitorias", sostuvo Bour. "En el fondo la gran diferencia es que en el 2002 la Argentina explotó y en 2015 no había explotado, no apareció el problema tan nítido", añadió.
Inflación, un drama irresuelto
En cuanto a la inflación, Argentina sufrió en 2002 un shock de precios por la devaluación de 67% en el peso argentino –salto de 300% en el valor del dólar, de 1 a 4 pesos-. El trabajo "sucio" de salir del atraso cambiario tras una década de "uno a uno" fue asumido por el antecesor de Lavagna, Jorge Remes Lenicov. La inflación de 2002 fue de 41% anual, contenida en buena medida por la dramática contracción de actividad, con desempleo y pobreza récord.
En los siguientes años la inflación fue relativamente baja, pues el fuerte crecimiento fue acompañado por una revitalizada demanda de pesos, mientras que el dólar bajó de precio después del overshooting de mediados de 2002. La inflación de 2003 fue solo 3,7%; en 2004, 6,1%, y en 2005, un 9,6 por ciento.
Para Macri el control de la inflación fue de sus mayores fracasos. El financiamiento del Tesoro por parte del Banco Central y la emisión para comprar divisas ingresadas por la colocación de deuda detonó un excedente de pesos con potente impacto inflacionario, a lo que se sumó la suba de tarifas y del dólar. La inflación promedia el 36% anual: con un 40,3% en 2016, un 24,8% en 2017, el 47,6% en 2018 y una estimación superior al 30% en 2019.
Devaluación y "colchón" cambiario
La evolución del dólar en el período en el que Lavagna fue ministro no exhibió variantes de punta a punta, de 3,12 a 3,08 pesos en la cotización mayorista, aunque tuvo un pico cercano a 4 pesos en junio de 2002 y un piso inferior a 2,80 pesos entre junio y julio de 2003.
En este caso, a su gestión la facilitó la anterior escalada del dólar de más de 200% registrada con Remes Lenicov en el inicio de 2002, un "colchón" cambiario que fue la plataforma de lanzamiento de la reactivación económica de la década pasada.
"Si se toma como base abril de 2002, el tipo de cambio real multilateral calculado por el Banco Central alcanzaba los 183 puntos, cuando el actual es de 115, con suerte. Es decir que entonces el tipo de cambio era 60% más alto que ahora. Sería como un dólar de 70 pesos y sin el pass through (traslado a precios) de nuestros días", describió Bour.
Lavagna cosechó los beneficios de una reactivación tras el traumático colapso de la convertibilidad
Para la administración de Macri el nivel del tipo de cambio fue siempre un problema sin solución. A la devaluación inicial, para desactivar el control de cambios de Cristina Kirchner, que llevó al dólar mayorista de 10 a 15 pesos, le siguió una estabilización prolongada, hasta inicios de 2018, cuando la divisa saltó 100% en seis meses, hasta fines de septiembre pasado.
Desde que Macri asumió, el dólar subió 320%, mientras que si se acota la medición a la salida del "cepo", el 17 de diciembre de 2015, el incremento fue de 205 por ciento.
Qué pasó con las cuentas públicas
Un número sobresaliente para Lavagna es el del superávit fiscal. Luego de un 2002 con un déficit financiero –que contabiliza al resultado primario los pagos de deuda- cercano a 1,5% del PBI, Argentina registró superávit financiero por seis años consecutivos, por encima del punto porcentual del PBI, hasta la crisis internacional de 2009.
De todos modos, para este resultado tan favorable fue fundamental el default de deuda con acreedores privados –no con organismos internacionales- desde diciembre de 2001 y el posterior canje de deuda de febrero de 2005, con una enorme quita, que aliviaron las cuentas públicas.
Juan Luis Bour subrayó que "Lavagna partió con un 4% del PBI de superávit global, contra un déficit de 5,5 puntos que tenía Macri el año pasado, y un rojo de 7% del PBI con el que terminó el gobierno de Cristina Kirchner. A la vez, en 2002 empieza a tener el viento de cola de los precios de las commodities, que se consolida en 2006 y 2007. Y hay que sumarle los números de Brasil, que atravesaba su propio auge de materias primas. La década pasada fue la de mayor crecimiento de la región, a una tasa de 5% anual"
Macri paga el costo de corregir desequilibrios en una economía que venía de picos de actividad
Por el contrario, Macri debió lidiar con numerosas cuentas impagas por la gestión anterior: la regularización de la deuda con acreedores externos, el déficit fiscal, juicios de los jubilados por la actualización de haberes, demandas de las provincias, pagos por los contratos de dólar futuro, entre otro conceptos que extendieron el rojo de las cuentas públicas hasta nuestros días.
Bour consideró que "en la cuenta corriente, cuando asume Lavagna, había superávit, con importaciones por el piso y exportaciones en alza. En cambio la política fiscal de los antecesores de Macri fue deshacer el superávit fiscal. En 2015, el presidente asume con un déficit de cuenta corriente del 3% del PBI con una economía en recesión. Se sabía que el déficit de cuenta corriente se podía ir a 5% del PBI en esas condiciones, y finalmente fue".
En 2002 se distingue un enfoque opuesto al actual: fuimos muy duros fiscalmente y muy laxos en lo monetario (Nielsen)
"La corrección del déficit de cuenta corriente se produce a través de una fuerte devaluación y una fuerte recesión, esa es la experiencia mundial, asentada en papers de economistas y del propio FMI. Lavagna tuvo saldo a favor en la cuenta externa porque se había hecho la corrección a principios de 2002. Luego, en sus tres años como ministro se mantuvo el superávit y la economía rebotó. Y ese rebote se dio con un aumento del empleo y la formalización, por el costo laboral tan bajo", añadió el economista Jefe de FIEL.
En ese marco, será un enorme esfuerzo con alto costo social lograr en 2019 el objetivo acordado con el FMI de llegar a un déficit primario "cero". Más allá de ese equilibrio, inédito desde 2009, el déficit financiero –contando los pagos de deuda- será de un 3% del PBI.
La errática evolución del PBI
El PBI de la Argentina se acercaba a los USD 300.000 millones en el tramo final de la Convertibilidad. Según el Banco Mundial, en 2001 y previo a la crisis alcanzaba USD 269.000 millones. En 2002, por la recesión y la devaluación, cayó a poco más de USD 100.000 millones y desde entonces inició una notable recuperación, para alcanzar USD 200.000 millones al cierre de 2005. Cuando Lavagna dejó el Gobierno, el PBI todavía no recuperaba los niveles máximos de la década anterior, lo que haría recién entre 2006 y 2007.
En ese aspecto, Macri recibió un PBI cercano a USD 600.000 millones, según el Banco Mundial, y por el mismo efecto de recesión y depreciación del peso, hoy debe ubicarse próximo a los 400.000 millones de dólares.
El peso de la deuda
El gobierno de Macri emprendió, hasta la "corrida" cambiaria de 2018, un sendero de endeudamiento externo creciente. La relación deuda/PBI creció de 52,6% en diciembre de 2015 a 57,1% en diciembre de 2017. Y aunque la deuda pública se redujo, saltó a 95,4% en 2018 por el desplome del PBI medido en dólares.
Ese ratio es malo, pero no es peor al de la "era Lavagna", con una relación deuda/PBI de 118,1% antes del canje y 80,5% al cierre de 2005.
"Asumimos con la suspensión de los pagos de deuda, que fue una medida de (Adolfo) Rodríguez Saá, no fue una medida tomada por nosotros. Eso permitió un espacio en el gasto público que de otros modos no hubiéramos tenido. Pero no fue una postura ideológica: matemáticamente no daba, era imposible pagar los vencimientos", advirtió Nielsen.
El ex secretario de Finanzas advirtió que hoy los mercados de deuda se restringen, mientras que en lo local "la tasa de interés en niveles tan altos no registra antecedentes en el mundo, porque son muy altas y llevamos mucho tiempo así. Eso refleja un problema de confianza. Cuando falta confianza un Gobierno debe apelar a cambiar el equipo económico y Macri considera que no es necesario".
Pocos cambios en los índices sociales
En cuanto a indicadores sociales, el desempleo llegó a superar el 20% de la población activa durante la crisis de 2002 y descendió a 10,1% en el cuarto trimestre de 2005. Mientras, la pobreza registró un pico de 57,5% en 2002 y terminó el 2005 en 33,8% de la población.
Estas cifras son similares a las que tiene la Argentina hoy: un desempleo cercano a 10%, y una pobreza superior al 30 por ciento. La indigencia en 2019 ronda el 6% de la población, contra 12,2% a finales de 2005.
Seguí leyendo:
Argentina retrocedió al puesto 26 entre las economías más grandes del mundo
Según el FMI, la economía argentina será una de las que más caerá en 2019