Varias señales de alerta encendieron los indicadores financieros de la Argentina en la última semana. El mercado avizora un complejo y extendido escenario económico para 2019, en el que se ausentan los fundamentos alcistas que puedan aportar sustento a nuevas alzas en las cotizaciones.
Los datos macroeconómicos peores que lo esperado y la falta de definiciones políticas que permitan anticipar lo que ocurrirá luego de las elecciones presidenciales imponen posturas defensivas en las que el dólar al contado parece la única alternativa en el corto plazo.
Así fue que el comportamiento de la divisa de EEUU cobró tendencia propia a pesar de la suba de tasas dispuesta por el BCRA y el sobre cumplimiento en la meta de Base Monetaria en febrero.
Es cierto que el dólar permaneció más cerca del piso de la zona de no intervención que de su techo, pero el repunte no puede pasar desapercibido. En la semana ganó 1,5%, y ya a lo largo de febrero la ganancia fue de 4,8%, por encima de la inflación y de los rendimientos de plazos fijos.
A $40,84 al público y $39,81 mayorista, quedó cerca del récord del pasado 28 de septiembre, cuando concluyó operado a $41,89 y $41,25, respectivamente.
El año electoral promete apenas "sangre, sudor y lágrimas". La inflación sigue por encima de lo esperado y se prevé un 4% para febrero y también un ritmo importante para marzo, con alza notoria de los precios regulados, mientras que los datos de actividad de diciembre brindados por el Indec dejaron una caída contundente de 7% interanual.
Los datos provisorios aportados por el Estimador Mensual de Actividad Económica arrojaron una caída de 2,6% durante 2018, la baja más profunda en nueve años.
Por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, único prestamista con el que cuenta la Argentina, el Banco Central no tiene margen para salir del endurecimiento monetario, a costa de sacrificar impulso para la recuperación económica. La entidad sostiene la tasa de política monetaria en el 50%, unos 15 puntos porcentuales por encima de la inflación prevista para 2019.
Una lenta salida de la recesión económica subyace a la dinámica del resto de los índices financieros. Por eso las acciones resignaron buena parte de la ganancia entusiasta registrada desde el 26 de diciembre hasta el 14 de febrero, cuando se difundió el índice de inflación de enero, un 2,9% mensual y 49,3% anual con el que se empezaron a revertir las ganancias acopiadas durante el "veranito" de los activos.
En la semana el S&P Merval de ByMA (Bolsas y Mercados de Argentina) quedó debajo de los 34.000 puntos: cayó 7,4% en pesos y 8,8% en dólares. Ese desliz quedó patente en el recorrido de los ADR argentinos que se negocian en Wall Street. En el cierre de la semana se destacó la baja de bancos: Supervielle (-7,7%), Macro (-7,2%), Galicia (5,1%) y Francés (-4,7%).
Los analistas financieros enfatizan que es el aumento del Riesgo País el número que más inquieta. El indicador de JP Morgan, que mide la sobretasa que pagan los títulos soberanos emergentes respecto de sus pares de los EEUU, avanzó a 719 puntos básicos para la Argentina.
Con un bono del Tesoro norteamericano a 10 años que rinde 2,746% anual, el Gobierno argentino debería aceptar una tasa de 9,9% anual en dólares para colocar nueva deuda. Semejante carga financiera expulsa a la Argentina de los mercados voluntarios de deuda.
Los bonos en dólares promediaron una caída de más de 3% en la semana. Como las tasas de interés de estas emisiones en el mercado secundario evolucionan en forma inversa a los precios, ya hay títulos que rinden cerca del 13% en dólares, como el Bonar 25 (12,7%) y el Discount 2033 Ley Argentina (12,9%).
Seguí leyendo:
El BCRA subió la tasa de política monetaria y contrajo más de $30.000 millones