El conflicto gremial en Femsa, la principal embotelladora de Coca Cola en el país, está vinculado con las audiencias públicas que se celebrarán esta semana para aumentar el precio del gas.
¿Cómo? Porque el consumo masivo se vio fuertemente afectado por el sinceramiento de tarifas que comenzó en 2016. Las personas tienen menos ingreso disponible para comprar alimentos y productos de primera necesidad. Pero también otros bienes no esenciales.
Es porque el pago de los servicios públicos ahora capta el doble en la canasta de consumo que lo que se destinaba en 2015: se estima que tras los aumentos de este año trepe a un 10,2% de un hogar.
Según la consultora Orlando Ferreres (OJF), el gasto de transporte, gas, luz y agua captaba 4,2% de la canasta al fin del gobierno de Cristina Kirchner.
Hoy el gasto en servicios públicos está en un 9,8% de la canasta, según OJF. Los aumentos de tarifas por encima de la inflación y de la suba de los ingresos reales hicieron trepar el gasto en ese rubro al doble de la canasta.
En tanto, el gasto en servicios se está acercando al nivel de la década del '90 o a 2001, cuando estaba en un 11%.
Una muestra grande los hogares hoy está redefiniendo prioridades. Después de los últimos aumentos de tarifas, en abril y mayo próximos, vamos a tener una noción más clara de cómo quedó parado el consumidor. Tendremos una lectura de cómo queda la relación ingresos y gastos (Primbas)
Para Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios de OFJ, este cambio tarifario en la canasta explica el conflicto gremial en Femsa: "Pasó una década en que había más espacio para consumir productos masivos y se abrieron más plantas de producción y se hizo márketing por las tarifas (bajas). Pero ahora las empresas enfrentan el proceso de vuelta porque el mayor peso de tarifas se fue contra el consumo. Es natural que su demanda baje".
Respecto del ingreso familiar, FIEL calculó que los servicios de electricidad, gas y agua ocupan ahora un 8,3% del ingreso familiar promedio, de unos $33.460, cuando en 2015 ocupaba un 2,15 por ciento.
Es el valor al que se llega al considerar el consumo mensual promedio, lo que en 2001 captaba 4,7% del ingreso promedio familiar que surge de la Encuesta de Hogares del Indec. Asume el hábito de consumo de 2005.
"El consumo general cae no sólo porque suben las tarifas. Están subiendo todos los precios, cae el ingreso en términos reales y baja el empleo", dijo Nuria Susmel, economista de FIEL.
Más impacto en el Conurbano
El consumo masivo acumulará una caída mayor al 10% en el ciclo Cambiemos, según la consultora Kantar Worldpanel.
Según esa consultora, el aumento de tarifas afecta en mayor medida a los hogares de ingresos bajo superior, una clase baja que tiene ingresos asociados a la industria, en gran parte del Conurbano bonaerense y que tiene un lugar razonable donde vivir.
"Es el consumidor que más terminó sufriendo la suba de tarifas y el que más afectado está por la caída del empleo", Juan Manuel Primbas, director de Kantar Worldpanel.
Pasó una década en que había más espacio para consumir productos masivos y se abrieron más plantas de producción y se hizo márketing por las tarifas (bajas). Pero ahora las empresas enfrentan el proceso de vuelta porque el mayor peso de tarifas se fue contra el consumo (Spotorno)
En cambio, a los hogares de ingreso medio, el aumento de tarifas les obligó a resignar una parte de sus ahorros, y consumos no masivos, como la compra de ropa, entretenimiento, vacaciones, autos, motos.
"Una muestra grande los hogares hoy está redefiniendo prioridades. Después de los últimos aumentos de tarifas, en abril y mayo próximos, vamos a tener una noción más clara de cómo quedó parado el consumidor. Tendremos una lectura de cómo queda la relación ingresos y gastos", dijo Primbas. "El segundo trimestre del año es determinante de lo que pase en el año", agregó.
Sucede que el salario real cayó un 12% entre puntas en 2018 o un 6% en promedio el año pasado. En cambio, las tarifas subieron 45,7% y el transporte, 66,8%, por encima de la inflación. Y no se espera que se recupere lo perdido en este primer trimestre.
"El gasto en tarifas es inflexible, uno no puede dejar de usar la luz y el gas para consumir en otras cosas. Como es inflexible y subió por encima de la inflación, el salario real disponible para consumo se redujo más que el salario real. Se tuvo que resignar consumo del resto de los bienes", coincidió Matías Rajnerman, economista de Ecolatina. Este fenómeno viene ocurriendo también desde 2016.
Pese al aumento de tarifas, el consumo de servicios públicos no cambió. El consumo energético residencial se mantiene en los mismos niveles desde 2015: 57 MWh en 2018 contra 57,1 MWh en 2016, según Cammesa.
"En líneas generales, el consumo de servicios públicos se mantiene igual. Tiene que ver con que los cambios de hábito son de más largo plazo. Y el efecto de las luces led para el ahorro energético tiene un efecto de mediano plazo", explicó Rajnerman.
Hoy por hoy parece ser la única forma en que los servicios públicos avancen a un paso más lento sobre el ingreso.
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