La Argentina mantiene una larga cultura de privilegiar el ahorro en dólares sobre las colocaciones en pesos. Lejos de revertirse con el gobierno de Cambiemos, la tendencia se intensificó en los últimos años y, en particular, en enero pasado, según reveló el Balance Cambiario del Banco Central de la República Argentina.
Usualmente, políticos y muchos economistas se refieren a la "formación de activos externos", según la definición de la autoridad monetaria, como "fuga" de capitales, porque ponen el foco a la porción del ahorro o de excedentes de pesos que se convierten a dólar – principalmente, aunque también en otras divisas. Es un término que se acuñó como consecuencia de larga historia de control al flujo de capitales y cepos cambiarios directo o indirectos.
Pero en tiempos de libre flotación del peso y de movimientos de capitales, lo más apropiado no sólo es referirse a "salida", sino en particular al movimiento neto, porque también se observan entradas. Más aún desde el exitoso blanqueo de capitales entre fines de 2016 y 2017, porque también disparó una mayor proporción de acumulación de activos externos que ingresaron al país, y muchos se incorporaron al total de depósitos a la vista en el conjunto de las entidades bancarias que operan localmente.
Semejante cambio de escenarios entre el que predominó en más de una década de gobierno de kirchnerismo y en los más de 3 años del gobierno actual explica, por un lado, la intensificación de la salida de capitales de un promedio de USD 19.350 millones por año en el primer caso, a USD 47.500 millones en el segundo, porque empresas y personas humanas pudieron regularizar pagos de compromisos con el resto del mundo que tenían demorados o directamente prohibidos.
En 12,5 años de kirchnerismo el Banco Central estimó la formación de activos externos brutos en unos USD 242.000 millones, y en algo más de 3 años de Cambiemos en USD 147.200 millones, equivalentes a 4,8 del PBI del período en el primer caso; y 8,7% del PBI en el segundo
Pero también se observó un notable contraste en los limitados flujos de entradas entre mediados de 2003 y noviembre de 2015. Sólo atraídos por elevadas rentas en dólares ingresaron, en un contexto de serias restricciones externas a las salidas, USD 159.355 millones, con un promedio de USD 12.750 millones por año.
Mientras que por efecto del blanqueo de activos no declarados que estaban fuera del país, pero también en "depósitos no sujetos a renta", como se denominan a los guardados en cajas de seguridad bancaria, y de empresas y hogares, que no se informaban a la AFIP, y también por apertura al flujo de capitales, en el gobierno siguiente se intensificó el ingreso de activos externos a un promedio por año de más de USD 33.000 millones, sumaron USD 102.500 millones hasta enero de 2019
Pero más aún creció la proporción del saldo neto de los nuevos activos externos depositados a la vista en cuentas bancarias en el país, por un porcentaje de residentes que lograron generar excedentes en una economía que no crece en términos reales e incluso se ha debilitado en términos de ingreso medio por habitante en dólares.
Una parte de los residentes logró generar excedentes en una economía que no crece en términos reales e incluso que se ha debilitado en términos de ingreso medio por habitante en dólares
El cruce de los datos del Informe Monetario Diario de variación del total de depósitos en dólares por parte del conjunto del sector privado y el saldo neto de formación de activos externos que se informa a través del Balance Cambiario, en ambos casos por parte del Banco Central, arrojó que entre mayo de 2003 y noviembre de 2015 fue de 10,1%; en tanto se intensificó a 45,2% desde diciembre de 2015 hasta enero de 2019, y se estima que prosiguió alto en lo que va de febrero.
Cómo impactó la volatilidad cambiaria
La alta volatilidad del tipo de cambio y la repetición de escenarios de confiscación de ahorros en moneda extranjera en el pasado ha sido uno de los principales determinantes de la fuga de capitales.
Pero pese a que el gobierno de Cambiemos no ha logrado estabilizar la economía y persistir un cuadro de alta volatilidad del tipo de cambio, la estadística oficial reveló que en los 5 episodios de devaluación del peso a ritmo de dos dígitos por mes no se observó un patrón uniforme en términos de bancarización de los nuevos activos externos.
En 3 casos: diciembre de 2015, enero de 2016 y junio de 2018, el salto de la relación de cambio de pesos por dólar fue acompañado por un crecimiento de mayor intensidad en la proporción del ahorro en divisas que se depositó a la vista en el sistema financiero.
Por el contrario, en los 2 restantes: mayo de 2018, cuando se registró una fuerte corrida cambiaria, y en septiembre de 2018, mientras se renegociaba el Acuerdo con el Fondo Monetario y se cambia por segunda vez en 3 meses al presidente del Banco Central, cae drásticamente, aunque se revirtió rápidamente.
El total de los depósitos en pesos del conjunto del sector privado, empresas y personas físicas, por otro lado, sufrió un constante deterioro en términos reales. Esto fue así por el doble efecto de la erosión que le asestó la persistencia de una elevada tasa de inflación y el consecuente estancamiento de la economía en la mayor parte del período, y fuerte contracción en el segundo semestre del último año.
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