Solo la preocupación por el control de los agregados monetarios es lo que se respira en el edificio de Reconquista 266, sede del Banco Central de la República Argentina, donde las máximas autoridades se fijaron como meta sentar las bases para la reducción de la inflación, más allá de factores inerciales y subas de precios vinculados con fenómenos estacionales y administración de los regulados, como las tarifas de servicios públicos y privados.
De ahí que frente a un salto del tipo de cambio como el que se insinuó en la mañana de ayer, que llegó hasta un pico de 3%, la respuesta fue de manual: retiro de pesos excedentes en el mercado a través de la licitación de Leliq, con el anuncio de la oferta de hasta $212.300 millones pese a que los vencimientos sumaban unos $198.300 millones, de modo de absorber un poco más de los $10.000 millones que había liberado el día anterior.
Solo la preocupación por el control de los agregados monetarios es lo que se respira en el edificio de Reconquista 266, sede del Banco Central de la República Argentina
Para lograr ese objetivo la autoridad monetaria convalidó una suba de la tasa máxima exigida por el promedio de los bancos de hasta 500 puntos básicos, se elevó la máxima a casi 50% anual a 7 días; aunque la promedio aceptada fue de 46,01% anual, 152 pb más que el martes previo.
Y además, aseguraron operadores, intervino en la plaza cambiaria con operaciones de venta de dólares a futuro, dado el amplio margen que le otorgaba haber terminado el mínimo con saldo cero.
Sin embargo, fuentes de la entidad aseguraron que "nunca se ha fijado como objetivo un nivel de tipo de cambio, ni tampoco de tasa de interés". Y agregan: "la regla es clara: se fija una zona de no intervención cambiaria, con un piso que si se perfora habilita a comprar hasta USD 75 millones por día, y un techo con una brecha de un 30%, que si se superara autoriza a vender hasta USD 150 millones por día".
Fuentes de la entidad aseguraron que “nunca se ha fijado como objetivo un nivel de tipo de cambio, ni tampoco de tasa de interés”. Y agregan: “la regla es clara: se fija una zona de no intervención cambiaria”
Sí, en cambio, resaltan en el Central que "se hace un seguimiento diario y de monitoreo entidad por entidad para cumplir con el objetivo de emisión cero hasta junio, más desvíos de carácter estacional o derivados de la compra de dólares por debajo de la banda de no intervención", y de quitar volatilidad a los movimientos de mercado, pero respetando el criterio de flotación del tipo de cambio y la suba de los valores piso y techo a un ritmo de 2% por mes hasta marzo.
Similitudes con picos previos desde el 1 de octubre de 2018
Desde que el presidente actual del Banco Central y su equipo anunciaron el 26 de septiembre de 2018 el compromiso de emisión cero, se registraron cinco episodios de salto del tipo de cambio intradiario del orden de 3% a 4%, pero solo una vez se extendió por más de una rueda. Y siempre tuvieron disparadores puntuales, aunque no tuvieron la entidad para repetir un cuadro de corrida, como las observadas entre fines de abril y mediados de septiembre de 2018.
Siempre las fuertes subas diarias del tipo de cambio tuvieron disparadores puntuales, aunque no tuvieron la entidad para repetir un cuadro de corrida, como las observadas entre fines de abril y mediados de septiembre de 2018
El primero fue el 4 de octubre de 2018, a poco de asumir Guido Sandleris y de poner en marcha el instrumental para cumplir con el objetivo de emisión cero. Se produjo un salto de la paridad cambiaria del 2,1% al público y 2,4% en el canal donde operan las empresas vinculadas con el comercio exterior y entidades financieras, por efecto de la aceleración de la tasa de inflación a más de 6% en septiembre; la incertidumbre natural sobre la efectividad de un cambio tan drástico de política monetaria, y el atraso del segundo desembolso del acuerdo ampliado con el Fondo Monetario. No se sostuvo la escalada de la divisa, bajó durante siete ruedas consecutivas, tras subir la tasa de interés de referencia del mercado a más del 70% anual, pese a que el Central liberó al mercado en tres días más de 40.000 millones de pesos.
El segundo el 23 y 26 de noviembre de 2018, cuando datos contundentes de fuerte caída de la actividad económica dispararon dudas sobre la capacidad del Gobierno de cumplir con la meta de reducción del déficit fiscal, por el impacto contractivo que tendría sobre la recaudación de impuestos, pese a las retenciones de emergencia sobre las exportaciones; y la consecuente preocupación por un supuesto atraso del tipo de cambio real, al conjugarse la baja nominal con meses de alta inflación y menor tipo de cambio efectivo para el agro y la industria. Tampoco se sostuvo el aumento de la cotización de la divisa, bajó cuatro ruedas consecutivas.
El tercero fue el 26 de diciembre de 2018, coincidió con el anuncio de la reglamentación del Impuesto a la Renta Financiera, porque forzó el desarme de posiciones en bonos y la expectativa de redolarización de carteras. Sin embargo, los temores y dudas sobre sus efectos reales se fueron disipando, y tras un salto de 3,8% en el precio al público y de 1,8% al cierre en el segmento mayorista, se anotaron cinco jornadas consecutivas con cotizaciones en baja.
El cuarto fue el 7 de enero de 2019, la paridad cerró con alza de 2,7%, en coincidencia con la reglamentación del régimen de información de las entidades, y el anuncio de terminales automotrices de que por la recesión del mercado interno anticipaban las paradas de plantas por vacaciones al personal técnico. Fue el único caso en el que siguieron una suba y una baja poco relevantes.
El quinto, el 20 de febrero de 2019, se atribuyó a la reacción del mercado ante la conjunción de datos negativos, como "el plan picapiedras" que bautizó el ex presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, porque se leyó como el agotamiento del modelo de estabilización en días y no hacia fin del mandato; las dudas que despertó el anuncio de una evaluadora de riesgo soberano sobre el estatus de las acciones y bonos de la Argentina como de mercado de frontera pero también en el rango superior de emergente; la alta tasa de inflación de enero y datos anticipados de continuidad de una alta recesión hasta marzo o abril respecto de un año antes.
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